ITAMAR EICHNER / Cada año, cientos de jóvenes judías estadounidenses deciden abandonar los hogares ortodoxos en los que crecieron y hacer aliá para defender el Estado de Israel. “Es una gran mitzvá y un honor servir en las FDI como soldado religiosa”, explica una; “Quería ser parte de la enorme fuerza que defiende a Israel”, dice otra.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Rabinos israelíes, con ayuda de algunos generales jubilados, han estado ocupados recientemente oponiéndose al alistamiento de mujeres en puesto de combate, y tal vez incluso al reclutamiento de mujeres en general. Pero mientras discuten los problemas de modestia dentro de los tanques, cientos de jóvenes religiosas están abandonando silenciosamente las casas ortodoxas en las que crecieron y emigran a Israel para servir en las FDI.

Comenzó en 2009 con el reclutamiento de 62 mujeres jóvenes de hogares religiosos en el extranjero, y alcanzó su pico en 2016 con 322 mujeres observantes que hicieron aliá con el fin de alistarse, y hay muchas más en el camino. Según las cifras compiladas por la Unidad del Portavoz de las FDI, 1.732 jóvenes religiosas han emigrado a Israel y se han unido al ejército desde 2009, y el número de reclutas de mujeres registra un fuerte aumento cada año.

Para la juventud israelí, el reclutamiento es obligatorio, y a veces incluso se considera un deber gravoso. Para estas chicas, el alistamiento es un sueño hecho realidad, como Nava Chameides, de 17 años de edad del Bronx, Nueva York, explica: “Oí hablar de las FDI en la escuela, en el campamento de verano y en mi congregación. Conocí soldados, leí noticias y vi videos del ejército, pero todo parecía muy lejano hasta mi primera visita a Israel.

“Elegí el servicio militar en vez del servicio nacional debido a mi primera experiencia en Israel”, recuerda. “Fue en el verano de 2014, durante la Operación Margen Protector. Durante mi estancia en Israel ese año, me sentí constantemente protegida, mientras los soldados de las FDI me defendían. Fue entonces cuando supe que quería hacer mi parte para garantizar que las personas que viven en Israel estuvieran a salvo”.

Esta afinidad con Israel es aún más sorprendente cuando se trata de Ora (Angelic) Jin, de 20 años, quien por primera vez tropezó con el judaísmo de adolescente. “Mis padres nacieron en Haití y se mudaron a Estados Unidos cuando éramos jóvenes. Mis padres se divorciaron cuando yo era adolescente y mi madre sentía que no pertenecía a la iglesia. Sintió que pertenecía a la sinagoga y empezó a acercarse al judaísmo. Nos convertimos en una corte ortodoxa cuando tenía 14 años. Hoy observo Shabat y respeto el kosher y camino con una falda. La idea de hacer aliá nació cuando fui a un seminario sionista”.

Ora Jin. “Mi determinación es la prueba más fuerte de mi sionismo” (Foto: Shahar Azran)

Aunque Jin hizo un año de servicio nacional, eso no le impide planificar su alistamiento de las FDI. “Quiero servir en las FDI. El servicio nacional no es suficiente. Creo que el ejército es la mejor manera de contribuir y aclimatarse. Te recompensa y es cumplir un objetivo personal mío. Quiero servir como maestra soldado. Mis padres no querían que fuera al servicio de combate, y no quise preocuparlos.

¿Tus orígenes y aspecto te lo hacen pasar mal en Israel?

“Un poco, porque la gente hace preguntas para comprobar que soy judía. La gente me mira como “¿por qué estás haciendo esto?” Pero creo que ven mi determinación y están convencidos de que es la prueba más fuerte de mi sionismo. También estoy pensando conocer a un chico israelí aquí y formar una familia, y como soldado mantendré un estilo de vida religioso, mi rabino se alegró mucho cuando le informé que me iba a alistar”.

Jin, Chameides y cientos de otras jóvenes inmigran a Israel cada año con la ayuda de la organización Nefesh B’Nefesh, en cooperación con el Ministerio de Absorción de Inmigrantes, la Agencia Judía, Keren Kayemeth LeIsrael y JNF-USA, y sirven como parte del Programa de Soldados Solitarios de Nefesh B’Nefesh y Amigos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FIDF) en los Estados Unidos y Panamá.

“Ponemos énfasis en seguir detectando nuevas tendencias entre los inmigrantes y adaptar nuestros servicios en consecuencia”, dice el vicepresidente ejecutivo de Nefesh B’Nefesh Zev Gershinsky. “En los últimos años, hemos detectado un aumento en el número de jóvenes religiosas que desean hacer aliá con el fin de unirse al ejército o prestar servicio nacional. Apreciamos a estas chicas por su decisión de inmigrar y hacer una contribución al estado, y damos la bienvenida a la oportunidad de apoyarlas y ayudarlas durante su servicio y después de su liberación, con el fin de mejorar su integración en la sociedad israelí”.

‘Mis amigos pensaron que estaba bromeando’
“Estaba en el autobús, regresando a casa, en mi primer Día del Recuerdo en el ejército”, recuerda Deena Felsenthal, de 21 años, de Los Ángeles, California, quien sirvió como instructora de armas en la Brigada Kfir. “En el momento en que comenzó la sirena, el conductor se detuvo en medio de la autopista y salió del autobús para pararse en el momento del silencio. Me paré en medio de la carretera al lado del conductor y al lado de otras personas al azar, y sentí como si fueran parte de mi familia.

¿Por qué decidiste alistarte?

Diciendo adiós en el aeropuerto de Nueva York antes de hacer aliá para unirse a las FDI (Foto: Shahar Azran)

“Quería formar parte de la gran fuerza que defiende a Israel, aunque sea como un pequeño tornillo en una enorme máquina. Sentí que estaba calificada para servir en las FDI y que no tenía ninguna razón personal o religiosa para no alistarme. Las FDI no son el mismo ejército de los años cincuenta. Hay un montón de oportunidades para que las mujeres hagan una diferencia en el ejército, en un ambiente seguro y respetable.

“Las FDI dieron la bienvenida a los soldados religiosos. Incluso voy a decir que quieren reclutar soldados religiosos. Tienes tiempos de oración, la comida es kosher y promueven el respeto por las creencias religiosas de cada persona. La vida en Israel implica vivir con judíos de todo tipo y denominación, y también con no judíos. Creo que las mujeres religiosas pueden ganar y contribuir mucho a la extensa comunidad de Israel sirviendo en las FDI”.

Este sentimiento es compartido por Hannah Defore de Los Ángeles, de 21 años de edad, que sirvió como combatiente en el Comando de Frente Civil. “Mi unidad se especializa en la guerra urbana, la guerra química y el rescate. En otras palabras, servimos como soldados de combate en zonas de conflicto, y en tiempos de guerra estamos ocupados rescatando y defendiendo a nuestro pueblo”.

¿No hubo momentos en los que sentiste que el servicio no coincidía con tu estilo de vida?

“Me encantó mi servicio y estoy muy orgullosa de mí misma por ser una “chica religiosa” en todo momento que estuve de uniforme. No hay nada como caminar por la ciudad vistiendo falda con el rifle colgando de mi hombro”, dice con entusiasmo. “Es la mejor sensación, y no la reemplazaría con nada. Sólo espero que el número de jóvenes religiosas que decidan enlistarse siga creciendo, como debería ser. Realmente es una experiencia fantástica”.

Pero no todo salió bien. “Mis padres y la gente que me rodeaba se sorprendieron al principio”, admite Defore. “Mis amigos pensaron que bromeaba. Definitivamente no soy el tipo de chica que dejaría todo atrás para unirse al ejército. Al principio, hubo muchas reacciones negativas. Creo que muchas mujeres, incluso las chicas religiosas, sueñan con ser soldados. A menudo nos dicen que el ejército no es nuestro lugar, y simplemente renunciamos a ese sueño. Recibo muchos mensajes de muchachas religiosas que me dicen que les gustaría enlistarse y me piden consejo”.

¿No hay problema en ser mujer religiosa en el ejército?

“Cada vez que alguien se me acerca con el argumento de que las FDI no son un lugar para chicas religiosas, evito discrepar. FDI hizo muchos cambios en poco tiempo, pero siempre hay margen de mejora. Es una gran mitzvá (buena acción) servir en las FDI. Lo veo como un gran honor haber servido como soldado religiosa. Es totalmente posible.

“Además”, agrega, “porque participé en un seminario hasta el día en que me alisté, recibí amplio apoyo religioso a lo largo de mi servicio. Sin duda hubo momentos en los que fue más difícil para mí ser religiosa, pero tenía un sistema de apoyo increíble. Planeo abrir mi propio seminario un día como un hogar para las muchachas que desean alistarse”.

Deena Felsenthal. “Entrenar a los soldados que defienden este país”. (Foto: Shahar Azran)

Felsenthal está aún más decidida y dice que el ambiente militar no tuvo ningún efecto en su nivel de religiosidad. “Si acaso, me hizo sentir más conectada con el judaísmo. Sentía que la gente realmente me respetaba como “la niña religiosa” de la base. La gente me hacía preguntas sobre judaísmo, y para algunos era la primera vez que hablaban con una mujer religiosa. Me gustaba ser amiga de gente que no habría conocido antes y aprender sobre la cultura israelí a través de las lentes de los judíos seculares y tradicionales.

“Claramente, sentada sola en un cuarto oscuro y haciendo Havdalah por mi cuenta mientras todos a mi alrededor escuchan música y hablan por teléfono no son una manera ideal de pasar el Shabbat, pero saber que doy la bienvenida al Shabat vestida de uniforme verde, en una base llena de soldados que están observando una gran mitzvá, convirtió los Shabbats en la base en mis Shabbats más significativos.

Eliora Korenblit, de Nueva York, de veinte años de edad, tiene una respuesta a los que pueden argumentar que las FDI no son el lugar para chicas religiosas: “La mayoría de los rabinos que hablan en contra de que las jóvenes vayan al ejército nunca han experimentado lo que es, no pueden proporcionarle las mejores respuestas. Creo que en la vida siempre haces cosas con personas que quizás no compartan tus valores, pero eso no debería afectarte a ti ni a la forma en que elijas vivir tu vida. La religión es un poder clave en mi vida, y eso nunca cambiará por el ambiente en el que estoy o la gente con la que estoy”.

Shabat Operacional
Maya Neiman, de veinte años, de Nueva York está realmente preocupada por cómo le afectará el ambiente no religioso, pero eso no la hizo renunciar al servicio militar. “Al final del día, depende de mí. Si soy suficientemente fuerte en mis creencias, el ejército no me destruirá”, dice. “Si me destruye, Dios no lo quiera, lo único que destruirá es lo que yo permití que me destruyera.

Fuente: Ynetnews – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico