JESSICA WEISS

El periodista judío Yair Rosenberg ha sido blanco del antisemitismo en los medios de comunicación social, pero ha adoptado un enfoque humorístico para afrontar el odio.

Hay un cierto tipo de personalidad en Internet que parece existir sólo para insultar y hostigar. Estas personas a menudo son demasiado cobardes para mostrar sus verdaderas identidades, por lo que pueden esconderse detrás de un apodo o una caricatura, y ante la menor mención de algo que no les gusta, lanzan un aluvión de mensajes crueles.

Son los troles. E Internet parece ahora más llena de ellos que nunca.

Cuando se trata de responder a estos troles, los usuarios de medios sociales podemos adoptar varios enfoques: Ignorarlos y continuar como si nada, tratando que no nos afecte lo que dicen. Escabullirnos. O reportar el incidente al sitio Web donde ocurrió, a pesar de que esto a menudo tiene resultados mixtos.

Alguien que sabe mucho de este acoso es Yair Rosenberg, que forma parte de un grupo de periodistas judíos que tuvo que soportar un agresivo hostigamiento por troles antisemitas en Twitter durante la campaña presidencial. De hecho, Twitter ha recibido críticas generalizadas por su incapacidad para responder adecuadamente a la incitación al odio en su plataforma.

Sin embargo, este redactor senior de la revista judía de noticias ‘Tablet’ no piensa que sea exclusivamente responsabilidad de Twitter –o cualquier otra compañía de tecnología– supervisar y responder a los troles. En lugar de ello, Rosenberg considera que las personas deben involucrarse tanto como sea posible y ha convertido el burlarse de sus propios troles una especie de espectáculo. Como le gusta decir, su respuesta es “trolear a los troles”. Y, en muchos casos, le funciona para silenciar el odio.

 

En el tuit sobre estas líneas, por ejemplo, el periodista se ríe de un desconocido que se mete con él por ser judío y que le dice que va a ser horneado. Como respuesta, Rosenberg difunde el mensaje ofensivo para que lo vean otros en Twitter escribiendo a su vez: “No quiero ser un Nazi de la gramática, pero estoy casi seguro que ‘ovened’ [horneado] no es un verbo real”.

En octubre, el Grupo de Trabajo sobre Acoso y Periodismo de la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés) publicó un preocupante informe detallando el aumento del odio antisemita contra periodistas en Twitter. De acuerdo a la ADL, entre agosto de 2015 y julio de 2016, usuarios de Twitter enviaron 2.6 millones de tuits con lenguaje frecuentemente relacionado con el antisemitismo. Estos tuits tuvieron un estimado de 10 millones de impresiones.

En abril, la conocida periodista Julia Ioffe fue bombardeada con tuits, llamadas de teléfono y correos electrónicos llenos de odio después de que escribió un perfil de Melania Trump en GQ Magazine. Los mensajes que recibió a menudo incluían inquietantes imágenes del Holocausto, como una foto de ella misma superpuesta en la de un campo de concentración.

En junio, Jonathan Weisman, editor adjunto en Washington del New York Times, abandonó Twitter brevemente después de recibir durante un mes mensajes y fotos antisemitas similares.

Para Rosenberg, este tipo de tratamiento no era nada nuevo, pues los había recibido durante años. Aunque sí le alarmó y preocupó el aumento y la gravedad de los ataques.

“El riesgo ocupacional de ser un judío profesional en Internet con opiniones es que se recibirán muchos mensajes de correo electrónico de odio”, dice. “Si tienes un nombre visiblemente judío como el mío, o si cubres cuestiones relacionadas con causas o la comunidad judía, o Israel, se recibirán más que si se cubre el Ayuntamiento. Estoy en el nexo, así que recibo muchísimos”.

Rosenberg quería convertir el hostigamiento en su contra en un “momento de enseñanza”, usándolo para mostrarles la prevalencia del antisemitismo a quienes podrían no darse cuenta de que existe, así como, quizás, conectarse con quienes lo hostigaban.

En 2014, Rosenberg comenzó a probar una estrategia que terminaría utilizando durante la campaña presidencial. De vez en cuando, se involucraba con el remitente de un tuit antisemita de forma creativa, inteligente, incluso divertida.

“Trato de no darle a la gente la atención que quiere. Pero tampoco me gusta ignorarla, porque eso no hace que desaparezca el problema. Entonces, ¿cómo se puede generar atención sin darles atención? Nunca discutiré con un antisemita. Uso el humor, la creatividad y las soluciones divertidas de las que la gente puede ser parte”.

Al negarse a permanecer en silencio y en cambio responderle al hostigador, Rosenberg dice que ha desconcertado y ahuyentado a innumerables troles. “No les gusta cuando la situación se vuelve contra ellos”, dice. Y algunos suelen acabar borrando el mensaje original.

Un ejemplo de ello es este otro tuit en el que el periodista muestra su respuesta ingeniosa a un comentario de odio que le manda un hostigador por mensaje directo en Twitter (sistema utilizado por el trol para evitar que otros vean el mensaje ofensivo). Rosenberg muestra en público lo que ha recibido en privado con el siguiente comentario: “Una de las mejores cosas de los MD abiertos en Twitter [mensajes privados que cualquiera puede enviar a otra persona] es poder hascer todo tipo de nuevos amigos”.

En ese mismo sentido, Rosenberg incluso ayudó a convertir un símbolo racista en uno de solidaridad y tolerancia. En junio, después de que Mic informó que los neo-nazis estaban usando el paréntesis conocido como el ‘símbolo del eco’ como una forma de acosar a los judíos en los medios de comunicación social, Rosenberg sugirió que los judíos y los demás hicieran lo mismo. Ese tuit tuvo una amplia repercusión.

Como resultado, el símbolo del “eco” fue adoptado por usuarios de todo Twitter, incluyendo musulmanes, ateos y cristianos.

“Nos apropiamos del paréntesis, así que ahora es completamente inútil para los antisemitas. Desafío a cualquiera a encontrar un ejemplo más eficaz que ése”, dice Rosenberg.

Aun así, reconoce que su enfoque divertido no funciona para todos. Para algunos, el hostigamiento racista se convierte en una carga inquietante, especialmente cuando se trata de acoso en persona, como llamadas y amenazas de muerte por escrito.

En medio de la andanada de hostigamiento, Ioffe dijo al Guardian el pasado mes de abril: “Empecé tomándolo con sentido del humor, pero al final del día, después de un par de llamadas como ésta, con gente poniendo discursos de Hitler, y las imágenes, y gente diciéndome que mi cara quedaría bien como pantalla de lámpara, es difícil reírse”.

En ese caso, Rosenberg dice que es inteligente adoptar un enfoque diferente.

“Es importante destacar que no todo el mundo puede hacer lo que hago y nadie se debe avergonzar por eso. Hay que preguntarse si uno está hecho para este trabajo, o si podría empeorar las cosas. Si se podría empeorar las cosas, lo mejor es alejarse”.


Fuente:univision.com