YVES MAMOU – GATESTONE INSTITUTE / El nuevo juicio de Dreyfus en Francia y una yihad contra la verdad

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Se acaba de cruzar una línea roja importante en Francia. Al más puro estilo dhimmi, en un movimiento que recuerda tanto a la Inquisición como al juicio de Dreyfus, todas las organizaciones llamadas “antirracistas” de Francia se han unido en una yihad contra la libertad de expresión y contra la verdad.

El 25 de enero de 2017, las organizaciones “antirracistas” de Francia – toda, incluso la LICRA judía (Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo) – se unieron al CCIF islámico (Colectivo contra la Islamofobia) en el tribunal contra Georges Bensoussan, un prestigioso historiador judío de extracción marroquí, y un experto en la historia de los judíos en los países árabes.

No sólo se unieron el CCIF islámico y la LICRA judía, sino también la Liga Francesa de Derechos Humanos, SOS Racismo y MRAP (Movimiento contra el Racismo y por la Amistad con los Pueblos).

Bensoussan está siendo procesado por declaraciones que hizo durante un debate radiofónico en “Culture France”, sobre el antisemitismo entre los árabes franceses:

“Un sociólogo argelino, Smaïn Laacher, con gran coraje, acaba de decir en un documental emitido en el Canal 3: Es una vergüenza negar este tabú, concretamente en las familias árabes de Francia, y todo el mundo lo sabe, pero nadie quiere decirlo, el antisemitismo se mama con la leche materna”.

El documental al que se refería Bensoussan se llamaba “Maestros en los Territorios Perdidos de la República”, y se emitió en octubre de 2015, en el Canal 3. En este documental, Laacher, profesor francés de origen argelino, dijo:

“El antisemitismo ya está inundado en el espacio doméstico … Casi se suelta de la lengua con naturalidad, inundando el lenguaje … Es un insulto. Cuando los padres gritan a sus hijos, cuando quieren reprenderlos, los llaman judíos … Sí. Todas las familias árabes lo saben, es una hipocresía monumental no ver que este antisemitismo empieza como antisemitismo doméstico”.

No se presentó ninguna queja contra Laacher. Pero tan pronto como Bensoussan, al calor de un debate radial, se refirió al antisemitismo árabe como “mamado con la leche materna”, el CCIF, seguido por todas las asociaciones anti-racistas, llevó a Bensoussan a la supuesta justicia. Su acusación era simple: “la leche materna” no es una metáfora del antisemitismo cultural transmitido a través de la educación, sino una acusación genética y “esencialista”. Significa: “todos los árabes son antisemitas”; en otras palabras, Bensoussan es un racista.

El profesor Smaïn Laacher, de la Universidad de Estrasburgo, negó la cita y dijo a la página Mediapart. “Nunca he dicho ni escrito esa clase de ignominia”. Él presentó una queja contra Bensoussan, pero después la retiró.

El juicio tendrá lugar el 7 de marzo.

Esta caza de brujas contra Bensoussan es sintomática del estado de la libertad de expresión hoy en Francia. Con el líder islamista del CCIF acechando “islamofobia”, la intimidación intelectual es la regla. Se presentan querellas contra todo el mundo que no diga que los musulmanes son la principal víctima del racismo en Francia.

En diciembre de 2016, Pascal Bruckner, escritor y filósofo, también fue llevado a los tribunales por decir en 2015, en Arte TV: “Necesitamos hacer el registro de los colaboradores de los asesinos de Charlie Hebdo”. Nombró gente en Francia que había inculcado un clima de odio contra Charlie: el artista Guy Bedos, el cantante de rap Nekfeu, organizaciones antirracistas como The Indivisibles, o el periodista Rokhaya Diallo y el movimiento supremacista por “gente de color” conocido como Les Indigènes de la République (“Los Indígenas de la República”).

No fue la primera vez que los islamistas presentaron denuncias contra personas que no les gustan. Charlie Hebdo fue llevado dos veces ante los tribunales por organizaciones islámicas. Dos veces, las acusaciones de los acusadores islamistas de Charlie fueron desestimadas.

Pero con el juicio de Bensoussan, estamos entrando en una nueva era. Las más venerables, las organizaciones antirracistas más auténticas -algunas de ellas tienen más de un siglo- están, vergonzosamente, alineándose con las organizaciones islamistas.

Este punto de inflexión se inició en la década de 1980 con SOS Racismo. Esta organización, fundada para organizar a los jóvenes musulmanes y ayudarles a asimilarse rápidamente a la sociedad francesa, se convirtió en un movimiento político manipulado por el Partido Socialista. SOS Racismo y su eslogan, “No lastimar a mi compañero”, rápidamente se convirtió en una nueva dirección a la clase trabajadora. Con la clase trabajadora atraída por el partido de extrema derecha Frente Nacional, el Partido Socialista necesitaba una nueva “clientela”. Eligieron a los musulmanes, especialmente a los jóvenes musulmanes, como la nueva clase obrera revolucionaria. No importaba que la mayoría estuviera desempleada: eran “víctimas”.

Treinta años después, es fácil para las organizaciones islamistas tomar las riendas de esta ideología de la victimización y transformar el “anti-racismo” en una lucha contra la “islamofobia”.

Alain Jakubowicz, presidente del grupo antirracista judío LICRA, describió en 2016, en un simposio en París dedicado a “Los falsos amigos y los idiotas útiles del laicismo”, la guerra de campo antirracista:

“Hoy el CCIF (Colectivo contra la islamofobia) es la principal organización antirracista, lo que es aterrador. Hoy, CCIF y los indígenas de la República son los principales combatientes contra el racismo … no contra el antisemitismo, porque no les importa. Esta es la cuestión para ellos, y son muy listos para reclutar “idiotas útiles” como cantantes de rap. Y los jóvenes musulmanes, que tienen buenas razones para protestar por ser “abandonados” en la sociedad francesa, ven a sus ídolos promoviendo al CCIF y sus acusaciones de “racismo de Estado”. En 2016, ¿cómo es posible hablar de un racismo practicado por el Estado en la República Francesa? ¡Es increíble!

En 2017, lo increíble es ver al mismo Alain Jakubowicz y la LICRA judía sentados uno al lado del otro en la corte con CCIF presentando una queja contra un prominente historiador que simplemente habla de lo que ve sobre la transmisión cultural del antisemitismo dentro de la comunidad francesa árabe y musulmana.

Richard Abitbol, presidente de la Confederación de Judíos y Amigos de Israel, acusó a Jakubowicz y LICRA de obedecer la “necesidad de encontrar un chivo expiatorio judío para construir una virginidad para cumplir con los que luchan contra la islamofobia”.

Para evaluar la traición de este movimiento antirracista judío en connivencia con su peor enemigo, es importante recordar que LICRA ha sido creado para defender a Samuel Schwartzbard. En 1920, en París, Schwartzbard había matado a Simon Petlioura, un líder cosaco responsable de matar a miles de judíos en Ucrania. Schwartzbard fue absuelto. Los militantes de la LICRA también fueron famosos en los años treinta por sus peleas callejeras contra los antisemitas Camelots du roi de extrema derecha.

Pero el caos LICRA puede generalizarse a todos los movimientos “antirracistas”. SOS Racismo – que en 2008 apoyó el despido de un empleado musulmán velado por su empleador – es hoy un seguidor del CCIF.

La venerable Liga Francesa de los Derechos Humanos (LDH), en 2006, vio a dos miembros prominentes -Antoine Spire y Cedric Porin- renunciar a la LDH y publicar un editorial en Le Monde acusando a la LDH de “responder al racismo experimentado por jóvenes de origen inmigrante mostrando complacencia hacia las organizaciones islamistas que pretenden representarlas”.

Cuando el filósofo francés Robert Redeker recibió amenazas de muerte de terroristas islamistas porque criticaba al islam, la LDH declaró que no compartía las “nocivas ideas” del señor Redeker, pero admitió que “sea la que sea la opinión de los escritos de Redeker, no hay razón para someterlo a tal tratamiento”.

Respecto al MRAP (Movimiento contra el Racismo y la Amistad con la gente), basta decir que su líder, Mouloud Aounit, se une públicamente a Tariq Ramadan de la Hermandad Musulmana para combatir la “islamofobia”.

En septiembre de 2009, Sihem Habchi, presidente de la asociación feminista Ni Putas, Ni Sumisas, escribió en France Soir: “Cuando veo a MRAP, LDH y la Ligue de l’Enseignement aceptar la mutilación genital femenina como una práctica cultural, me doy cuenta de que estas personas no están dispuestas a ayudarme a ser libre”.

En la corte, en defensa de Bensoussan, Alain Finkielkraut, filósofo y académico, explicó al juez:

“Un pícaro anti-racismo te hace criminalizar una preocupación en lugar de combatir la causa de esta preocupación”. Si el tribunal obedece este mandato, será una catástrofe moral e intelectual”.

Finkielkraut debería haber añadido: una catástrofe política y civilizacional.

Más tarde, en la radio Finkielkraut añadió: “La vigilancia antirracista se convirtió en una norma de mordaza … Durante mucho tiempo, el racismo en Francia sólo tenía un rostro blanco y sus víctimas eran árabes, negros y romanos”. En otras palabras, hoy en día se prohíbe en Francia decir que el antisemitismo proviene esencialmente (no toda, pero una gran parte) de la población musulmana. “Las organizaciones antirracistas están en la negación del ‘racismo musulmán’ y LICRA hoy se une a la negación de un partido antirracista”. Finkielkraut, miembro de alto rango de LICRA, envió su renuncia al directorio de la organización.

Fuente: Gatestone Institute – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico