DAVID MAKOVSKY

El 15 de febrero, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu celebrará su primera reunión de trabajo con el presidente estadounidense Donald Trump. La administración acaba de asumir el cargo y aún no cuenta con una plantilla completa, por lo que todavía debe anunciar toda su gama de políticas para Oriente Medio. Sin embargo, el momento de la visita es indudablemente importante para ambos líderes.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Aunque el gobierno de Obama tenía una relación muy estrecha con Israel en cuestiones de seguridad, la tensión entre el presidente y Netanyahu sobre políticas fundamentales dejó su huella. Durante su campaña, Trump estableció un tono diferente con Israel, insistiendo en que repararía las relaciones bilaterales tanto en sustancia como en actitud. Una reunión temprana sin ninguna expectativa de anuncios importantes es una oportunidad para demostrar un nuevo estado de ánimo más amistoso y establecer una relación sólida.

Por su parte, Netanyahu ve la visita como una oportunidad simbólica para mostrar al mundo que es un visitante muy deseado en el nuevo Washington. Es el cuarto líder mundial que ha sido invitado para reunirse con Trump, justo tras las visitas de los líderes de Gran Bretaña, Japón y Canadá. (La reciente reunión con el rey jordano se llevó a cabo sobre la marcha como parte de una visita previamente programada a Washington). Netanyahu probablemente espera alcanzar una mayor comprensión del pensamiento del presidente Trump y, lo que es más importante, influir en el cálculo de Washington sobre cuestiones críticas precisamente en un momento en el que las políticas están todavía en proceso de cambio.

¿Qué asuntos planteará Netanyahu en Washington?

El primer ministro probablemente se centrará en cuatro temas fundamentales durante su visita a la Casa Blanca:

1. Hacer cumplir el acuerdo nuclear con Irán en lugar de desecharlo. A juzgar por las recientes audiencias de confirmación del secretario de Estado Rex Tillerson y el secretario de Defensa James Mattis, la administración de Trump parece creer que el acuerdo debe implementarse escrupulosamente en lugar de abolirlo. Esto coincide con la aparente visión de funcionarios de seguridad nacional israelíes. Ambos gobiernos perciben las ventajas de retrasar el programa nuclear de Irán de diez a quince años. Sin embargo, Netanyahu sin duda está interesado en comprender los pasos que Trump planea tomar ahora para enfrentar los desafíos a largo plazo, cuando expiren las disposiciones clave del acuerdo y que Irán se convierta en un Estado en el umbral nuclear.

2. Utilizar un acuerdo con Rusia para marginar a Irán en Siria. Netanyahu probablemente asume que Trump quiere llegar a un acuerdo con Moscú sobre la lucha contra el Estado Islámico en Siria. Esta perspectiva no preocupa a los funcionarios israelíes, que parecen creer que Washington tendrá que proponer un paquete atractivo para asegurar una relación de cooperación con los rusos. Desde el punto de vista de Israel, el paquete ideal crearía divisiones entre Moscú y Teherán en Siria, donde ambos jugadores externos no comparten los mismos intereses a pesar de la continua ayuda militar de Rusia a los iraníes. En particular, Teherán es más propenso a mantener a Bashar al-Assad en el poder, por lo que podría ser un punto de ruptura con Moscú.

Por otra parte, Netanyahu puede insistir en lograr un compromiso más sutil que limite los movimientos de Irán y Hezbolá en el sur de Siria, particularmente a lo largo de los Altos del Golán. Israel también desea abordar otras cuestiones, como prevenir la transferencia de armas avanzadas de Siria a Hezbolá en el Líbano y poner fin a la producción militar-industrial siria financiada por Irán.

3. Poner la cooperación entre israelíes y sunníes al descubierto. Diversas amenazas comunes han creado convergencias estratégicas entre Israel y sus vecinos sunitas pragmáticos en Egipto, Jordania y los países del Golfo. Todos estos gobiernos están preocupados por la influencia regional iraní, las amenazas radicales yihadistas, o ambas cosas. Como resultado, la cooperación de seguridad árabe-israelí ha aumentado constantemente en los últimos años, aunque gran parte de esta actividad todavía se lleva a cabo clandestinamente.

Netanyahu quiere abrir esta cooperación y probablemente buscará la ayuda de Trump en este sentido. Uno de sus argumentos para hacerlo es que fomentaría un enfoque regional del proceso de paz, dando a los palestinos cobertura política para hacer concesiones que no podrían llevar a cabo en un contexto bilateral. Sin embargo, los árabes siguen dudando de la voluntad de Israel de hacer concesiones a los palestinos. También pueden creer que mientras estén recibiendo beneficios de seguridad por la cooperación secreta con Israel, no tienen razones para hacer pública esta actividad y arriesgarse a pagar un precio con sus propios pueblos.

Para hacer frente a estas percepciones, Netanyahu puede tratar de ganar puntos con los líderes sunitas durante su visita a Washington, abogando en silencio por cuestiones que les interesan (por ejemplo, el aumento de la ayuda económica a Egipto). Al hacerlo, probablemente argumentará que el apoyo estadounidense a la estabilidad y seguridad de los países sunitas es la mejor manera de frenar las aspiraciones hegemónicas de Irán.

4. Impulsar negociaciones bilaterales con los palestinos. El conflicto israelí-palestino ha perdido la importancia que tenía al inicio de las administraciones estadounidenses anteriores, en gran parte porque los países árabes están ocupados con sus propias crisis regionales. Aun así, el presidente Trump ha insistido en que quiere pactar el mejor acuerdo entre israelíes y palestinos. Sin embargo, las actuales limitaciones de liderazgo sugieren que las posibilidades de lograrlo son sombrías – un enfoque de todo o nada no garantiza nada y puede incluso ser contraproducente. Por otra parte, Netanyahu probablemente tratará de convencer a Trump de que el estricto enfoque del gobierno de Obama hacia Israel sobre los temas de paz generó una postura más intransigente entre los palestinos, ya que no quieren ser flanqueados por Estados Unidos.

Sin embargo, el actual estancamiento también tiene sus riesgos. La situación podría fácilmente conducir a una mayor radicalización y violencia, o estimular una nueva campaña palestina para una solución de “una persona, un voto” en Israel y Cisjordania, un acuerdo que Israel nunca podría aceptar.

Puesto que aún no se puede hablar de un resultado final de dos estados y debido a que el estancamiento en curso amenaza con producir resultados de un solo estado, la mejor esperanza es mantener la viabilidad del enfoque de dos estados a través de iniciativas más limitadas. Cualquier estrategia de este tipo tendría que equilibrar la política compleja en ambos partes. En el lado palestino, el presidente Mahmoud Abbas tiene ochenta y un años de edad y carece de un sucesor identificado, por lo que su pueblo está en la cúspide de una oscura política de sucesión. Y en Israel, Netanyahu es uno de los únicos miembros de su coalición gobernante que apoya públicamente una solución de dos estados. De hecho, su coalición acaba de aprobar una ley que permitirá a los colonos israelíes en Cisjordania obligar a los palestinos a ceder sus tierras en ciertos casos para una indemnización no deseada. El fiscal general de Netanyahu ha dicho que no defenderá la ley en los tribunales y espera que sea anulada, pero su aprobación dice mucho sobre las presiones que están empujando al gobierno hacia una trayectoria de extrema derecha.

Recientemente, tras la reunión del rey Abdalá de Jordania con Trump, los rivales de derecha de Netanyahu se sorprendieron por la declaración de la Casa Blanca que sugiere que los nuevos asentamientos israelíes no contribuyen a la paz. Esto puede haber agradado a Netanyahu, quien discretamente favorece una política más diferenciada sobre los asentamientos para evitar la expansión de la construcción en áreas que podrían cambiar la actual situación de Israel / Cisjordania conduciendo a una realidad de un sólo estado. La política del gobierno de Obama de oponerse a toda nueva construcción de asentamientos proporcionó una especie de ancla para Netanyahu, lo que le permitió mantener a sus rivales de derecha bajo control. Si Trump abandona totalmente esa oposición, Netanyahu estará bajo mayor presión para expandir los asentamientos.

Un mecanismo que podría ayudar a Netanyahu en este respecto es la carta de 2004 que el presidente George W. Bush envió al primer ministro Ariel Sharon sobre la prevista retirada israelí de Gaza. Básicamente, la carta diferenciaba entre asentamientos, reconociendo que una gran mayoría de colonos reside en grandes bloques ubicados principalmente dentro de la barrera de seguridad de Cisjordania, mientras que la gran mayoría de palestinos radica fuera de estas áreas.

Posiblemente Trump pretenda emitir su propia iniciativa, pero la carta de Bush podría constituir una base importante. En el futuro, Washington e Israel podrían ponerse de acuerdo sobre un enfoque diferenciado de los asentamientos para comenzar a moldear los contornos demográficos y geográficos de una solución de dos estados. Esto requeriría que Israel restrinja la construcción en áreas selectas dentro de la barrera de seguridad que constituyen alrededor del 8 por ciento de Cisjordania, al tiempo que se compromete a no construir fuera de la barrera. También requeriría coordinación con Estados Unidos, como cuando Sharon buscó silenciosamente el apoyo tácito de la administración de Bush para el trazado de la barrera antes de llevarla a su gabinete para su aprobación.

Washington también podría alentar a Israel a permitir una mayor gubernabilidad palestina e iniciativas económicas en segmentos definidos de la Zona C, una zona escasamente poblada que comprende el 60 por ciento de Cisjordania pero que permanece bajo el control total de Israel. Tales concesiones requerirían una seria cobertura diplomática estadounidense. A cambio, los palestinos tendrían que dejar de financiar “fundaciones de mártires” que proporcionan becas a los familiares de los que asesinan a israelíes o a extranjeros, en lugar de fomentar la formación de más grupos populares de paz en Cisjordania.

Por último, ambos líderes seguramente plantearán la idea de trasladar la embajada de EE.UU. de Tel Aviv. Si se le pregunta, Netanyahu probablemente afirmará que la reubicación de la embajada en Jerusalem Occidental no equivale a prejuzgar el estatus de Jerusalem Oriental, que Israel se ha comprometido a negociar con los palestinos. En entrevistas recientes, Trump ha indicado que Estados Unidos no discutirá este tema públicamente en este momento.

Probablemente ninguno de los líderes proponga un acuerdo concreto sobre estas cuestiones durante su reunión inicial. Más bien, su amplia discusión de temas claves será fundamental y sentarán las bases para las decisiones que deberán tomarse en los próximos meses.

Fuente: The Washington Institute / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico