Andrés Roemer escribe a la redacción de Enlace Judío:

“Les comparto-ahora que puedo- lo que le envié a mis colegas aquel día del voto para que lo compartan. Conozcan mi versión”.

París, Francia Octubre 13, 2016.

Señor Secretario General.
Estimados Embajadores y Colegas.

La UNESCO, comprometida con la paz y el desarrollo humano, siempre ha reflejado la situación del mundo y los valores universales que la sustentan; por lo que su importancia ha estribado, precisamente, en la capacidad no sólo para plantear los problemas que ocurren en la realidad circundante, sino en anticipar soluciones adecuadas a estos desafíos. La historia juzga lo que da sentido a lo hecho, a lo que se hace y a lo que se compromete seguir haciendo.

Dentro de esta triple dimensión del acontecer histórico se hace patente la importancia de esta resolución punto 25 presentada por Palestina y Jordania ante la sesión número 200 de nuestro Consejo Ejecutivo. Es momento de reflexión para saber que queremos y hacia donde debemos ir como organización. Es momento de que hoy -más que nunca- fortalezcamos la identidad y mandato de la UNESCO.

Fortalecer su mandato omitiendo cualquier resolución que politice la cultura y la historia.

Fortalecer su liderazgo desechando cualquier resolución que sea firmada por un solo país y su grupo de amigos y aliados.

Fortalecer su congruencia descartando resoluciones que de manera deliberada manipulen los hechos y absolutamente nieguen la historia y la realidad de las contrapartes.

Fortalecer su razón de ser rechazando cualquier resolución -como la hoy presentada- que sean violentas, aberrantes y lasceren la dignidad humana.

Reitero una vez más, si llegara a la UNESCO una resolución planteada por Israel y sus países amigos refiriéndose a que “todos los palestinos son terroristas”; o cualquier calificativo falaz y agresivo; yo de la misma manera manifestaría lo que hoy expongo; y me manifestaría absolutamente en contra.

La UNESCO está en crisis. Pero a diferencia del sentido común, la crisis no es presupuestaria ni financiera como reiteradamente venimos manifestando. Tampoco es una crisis administrativa o de gestión. Es una crisis de identidad. Es una crisis valoral y axiológica. Es una crisis de rumbo y visión.

Reconozcamos los principios de Julian Huxley y de los co-fundadores de la UNESCO: Nuestra Organización se funda en ser la conciencia de la humanidad. Una resolución como la que aquí –por más de 12 veces se presenta- y que le niega a un pueblo milenario su nexo con su templo más sagrado; y le desconoce su derecho de coexistir; no es, nunca ha sido y jamás deberá ser mandato de la UNESCO.

Señores Embajadores: Si realmente queremos que nuestras naciones nos remitan a un mundo moderno y no solo modernizado; imaginativo y no solo trabajador; pleno y no solo satisfecho; democrático y no solo con instituciones democráticas: La UNESCO debe estar comprometida con su mandato. El mandato de la conciencia y de la dignidad humana. No importa si ella está coloreada por una bandera, con una estrella o con 50; o si está desdibujada con una cruz o con una semi-luna. Hoy la resolución aquí presentada, exige levantar la voz y redoblar esfuerzos en contra de todo discurso, o pronunciamiento que incite a la xenofobia, a la discriminación o al desconocimiento del otro.

Por supuesto en la UNESCO nos gusta la diplomacia de la camaradería y de la aprobación tanto de nuestros colegas como de nuestros conciudadanos. Preferimos los elogios antes que los insultos, la popularidad antes que el desprestigio. Por supuesto, la inercia de seguir haciendo lo que siempre se ha venido haciendo nos ahorra el sentimiento de ansiedad. De igual manera, aquí todos sabemos de que nuestra influencia multilateral –y el grado en el que podamos lograr nuestros objetivos y los de nuestros estados- depende en gran medida de la estima de cómo somos considerados por nuestros semejantes. Pero no siempre la inercia o lo popular es lo correcto.

“La manera de ser un gran multilateralista en la UNESCO y llevarse bien”, me dijo un colega cuando ingresé, “es llevarla en paz”. Ello quiere decir, que “la política en esta institución es un campo donde la acción y el cambio son con mucho lo segundo mejor”. Me dijo, “Señor Embajador paciencia e inmovilidad, son la clave del éxito”.

Estimados colegas, hoy es momento de reflexión: Se espera que uno sacrifique su honra, su reputación, su prestigio y su vocación elegida por un solo asunto. Los empresarios, los doctores, los ingenieros; todos ellos enfrentan decisiones personales difíciles que implican su integridad, pero pocos; las enfrentan bajo el resplandor de asuntos transcendentales y bajo el resplandor de la atención pública como los 58 miembros del Consejo Ejecutivo, aquí presentes.

Todos sabemos que los embajadores aquí no podemos ignorar los grupos de presión, las comunidades de las que surgimos; los partidos a los que pertenecemos y la ignorancia de muchos. Pero estoy seguro; que a pesar de todo ello, y sin dejar de representar los intereses de nuestros Estados y gobiernos; debemos adjudicarnos de la misma manera la camiseta y valores del mandato de la UNESCO y de ser críticos y luchar por darle rumbo a esta noble organización. La UNESCO no sólo merece y debe quedar satisfecha con hacer las cosas bien y de manera eficaz; sino que debe ser más demandante y valoral. La UNESCO debe hacer las cosas correctas y justas. La UNESCO jamás debe traicionar a su mandato: Mandato como portador de la conciencia y no como complaciente de la razón.

Muchas gracias.