La Sra. Vizcondesa Marie Laure de Noailles, artista y mecenas del París anterior a la II Guerra Mundial, asistía las manifestaciones comunistas de estudiantes y obreros de mayo del ´68 en Rolls Royce.

P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO- Pero mucho antes de todo eso, Ferdinand Bischoffsheim –su abuelo- había heredado de su padre el banco judío de Maguncia; y cuando su hermana se casó con el Barón de Hirsch, ambos cuñados fundaron el Banco Bischoffsheim de Hirsch (que sería poco después el Banco de París y los Países Bajos) Maurice, el hijo de este banquero, se casó con Marie Thèrese de Chevigné, hija de la bisnieta del Marqués de Sade, Laure de Sade, condesa de Chevigné; por su salón parisino pasó toda la cultura de ese momento: Marcel Proust, por ejemplo, se inspiró en ella para el personaje de la Duquesa de Guermantes, “En Busca del tiempo del tiempo perdido” (como también hiciera con el hijo de una Rothschild, sea dicho de paso)

Maurice y Marie Thérese no tuvieron más descendencia que Marie Laure, quien se convirtió, en 1904- dos años de edad- en heredera única de una inmensa fortuna y no menor abolengo.
Marie Laure creció en un ambiente culto –su abuela recibía a Proust y a su pareja, el gran músico sefardí Reynaldo Hahn– pero ella era ya otra generación y la cultura la vivió desde su amistad con Jean Cocteau (sus madres eran amigas) Para cuando Marie Laure aún no había entrado en la adolescencia, Cocteau – ya con 21 años- asistió como acompañante de Marcel Proust al estreno de los Ballets Rusos de Diaghilev, con Nijinsky como estrella. Cenaron los cuatro juntos para celebrarlo. Cocteau, fascinado con las pinturas del gran maestro de la pintura judía, Leo Bakst (profesor y amigo de Chagall, recién llegado a París) creó en 1912 “El diablo Azul”, con música de Reynaldo Hahn.

En 1923, Marie Laure se casó con el vizconde de Noailles. Harían un gran papel como mecenas para la Historia de la Cultura. Empezaron por abrir casa –la primera en Francia en tener una piscina cubierta- capaz de asumir su amplia vida mundana: construyeron una villa que en un principio sólo tenían 25 habitaciones para invitados en su palacio de la Costa Azul; allí se refugiaban de los fríos inviernos parisinos una pléyade de artistas. Para 1933, poco después de que compraran el manuscrito de las las 120 Noches de Sodoma, del Marqués de Sade (su antepasado) las habitaciones ya eran 68. Y además, un jardín triangular, llamado El jardín Cubista, ornado por una estatua de Jaím Lipchik, hoy en el Museo de Israel, Jerusalén: “La Alegría de vivir” Man Ray filmó el lugar y un año después financian la primera película de Cocteau, “La sangre de un poeta” o la mismísima “Edad de Oro” de Luis Buñuel mientras encargaba piezas musicales a Stravinsky o Pulenc.

En París, en su hotel particular y Art Déco de la Plaza de Los Estados Unidos, por donde pasó todo el que era o quisiera ser alguien en la cultura, colgaban entre mobiliarios entonces modernos , cuadros de Rubens, Van Dyck, Goya o Delacroix, pero también Braque, Picasso, Miró o Dalí (a quien pagaron una obra con la que el pintor se compró la casa de Port Lligat). Y por supuesto, por allí pululaban sus amigos, el multimillonario mecenas Edward James, que aún no había realizado en México su castillo surrealista de Las Pozas, escritores suicidas y judíos como Rene Crevel, modistos como Yves Saint Laurent, cantantes como Cole Porter y un largo etc.

Su poderío artístico era tal que en 1951 donaron a la República Francesa una escultura de Giacometti, bosquejos de Seurat, además de otras obras decimonónicas y en honor les correspondieron con darles el nombre a una variedad de camelia, ya que siempre tuvieron pasión por los jardines.

A fines de los años ´60, imbuida de ideas socialistas en los almuerzos mensuales de Le Procope (que corrían de su cuenta) quiso que se la relacionase con las famosas protestas conocidas como Mayo del ´68 y para ello se hizo llevar en Rolls Royce hasta las zonas de las manifestaciones. Murió de una embolia el 29 de enero de 1970, en su Hotel de Noailles.