DOV LIEBER

Desde el momento en que nació, Yacub vivió a la puerta de la muerte. Su padre, un agricultor de trigo y arroz de la provincia de Baghlan en el norte de Afganistán nunca imaginó que un cirujano israelí salvaría la vida de su hijo.

Ningún médico logró diagnosticar el problema durante los primeros tres meses. Yacub apenas comía, no crecía, y lloraba constantemente. Su padre finalmente encontró una clínica alemana en Kabul donde los médicos dijeron que el bebé requeriría una cirugía cardíaca en la India: Yacub nació con Tetralogía de Fallot (TOF), una enfermedad cardíaca congénita que evita que la sangre llegue a los pulmones y se oxida.

Cuando el bebé afgano, ahora de dos años de edad, llegó al aeropuerto Ben Gurion de Israel el 14 de febrero, su piel tenía un tono azul pálido. Estaba “medio muerto”, según el Dr. Hagi Dekel, cirujano cardíaco israelí que lo operó horas después en el Centro Médico Wolfson de Holón.

El viaje y la cirugía de Yacub fueron financiados por la organización benéfica israelí Save a Child’s Heart (Salvar el Corazón de un niño), que ofrece cirugías gratuitas para niños de países en desarrollo. SACH también consiguió las visas de Yacub y su padre, pese a que Israel y Afganistán no mantienen relaciones diplomáticas.

Al aterrizar en Israel, Yacub fue transportado al hospital,, donde fue sometido a una cirugía. Tras la exitosa intervención, el Dr. Dekel dijo que el bebé “crecerá como cualquier niño normal”.

Farhad Zaheer, un profesor de habla inglesa, activista y presidente de Club Rotery local, trabajó con las autoridades afganas para tramitar las visas para Yacub y su padre. Además, utilizó sus conexiones de Facebook para localizar a Michael Davidson, un israelí de 70 años que emigró de la India en 1978 y habla urdu.

“Cuando me desperté ayer por la mañana, mi página de Facebook me indicó que habían pasado exactamente dos años desde que Zaheer y yo nos hicimos amigos,” dijo Michael Davidson en el vestíbulo de la Sala de Emergencias Pediátricas del Centro Wolfson.

El padre de Yacub dijo que no sabía mucho de Israel antes de llegar, pero que realmente no le importaba a dónde llevaría a su hijo, con tal de que recibiera el cuidado adecuado.

Estaba más preocupado por el impacto que el arduo viaje tendría sobre el bebé que por el lugar a donde llegaría.

“Cuando llegué al centro de Wolfson y vi que cada niño es atendido por dos enfermeras, decidí que no iba a preocuparme,” dijo.

En la sala, dos niños palestinos, un niño de Kenia y un etíope-israelí estaban siendo atendidos. El padre de Yacub dijo que estaba sorprendido por la diversidad de población en la sala de cuidados pediátricos.

Los niños no israelíes estaban allí gracias a SACH.

La organización, cuyo presupuesto anual de 3.5 millones de dólares proviene de donantes judíos, ha salvado la vida de más de 4,000 niños. La mitad de los pacientes son de Gaza y Cisjordania. Los demás de Tanzania, China, Irak, Siria y Etiopía.

Según Simón Fisher, director ejecutivo de SACHS, Zaheer ya ha encontrado a otros dos niños afganos que espera traer a Israel, y una familia judía-afgana que vive en Estados Unidos donará los fondos para las cirugías.

¿Cómo se sintió el padre de Yacub cuando el Dr. Dekel le dijo que su hijo viviría?

“Estaba tan que mi corazón dejó de latir”, dijo con una gran sonrisa.

Cuando le preguntaron si le contaría a su hijo sobre la cirugía, el padre respondió: “Le hablaré del dolor me causó, y que por lo tanto tendrá que estudiar mucho y convertirse en médico”.

Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico