En el último episodio de un conflicto diplomático internacional entre Turquía y Holanda, funcionarios en Ankara declararon que su gobierno ha decidido suspender las relaciones diplomáticas de alto nivel con la administración del gobierno del Primer Ministro Mark Rutte.

En los últimos días, Turquía y Holanda han visto un enfriamiento en sus relaciones, después de que el gobierno de La Haya negara el permiso a dos ministros turcos de acudir a un mitin en Rotterdam para hacer campaña por el referéndum del próximo 16 de abril. Entre las razones esgrimidas por el país europeo se encuentra una preocupación por posibles incidentes violentos, ya que en Holanda la población turca migrante se encuentra muy dividida con respecto al apoyo al gobierno oficialista de Erdogan, que cada vez afianza más su poder tras la intentona de golpe de estado el año pasado. Tras la negación, el gobierno de Ankara ha lanzado duras acusaciones contra Holanda, entre ellas, que se trata de un gobierno “nazi”, “genocida”, “fascista”  y que viola la decencia y el “derecho internacional”.

Anoche, la policía holandesa se enfrentó contra unos 300 manifestantes turcos en Ámsterdam, que protestaban a favor de Erdogan. En Rotterdam, siete personas resultaron heridas cuando la policía antimotines intentó dispersar una manifestación que empezó siendo pacífica pero se tornó en violenta tras la deportación de una ministra turca.

El sábado anterior, la policía arrestó a 12 personas, y ayer hubo trece arrestados.

El viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, dio a conocer una estrategia en tres puntos en una rueda de prensa transmitida en directo por la cadena NTV.

“En primer lugar hemos decidido no permitir el regreso del embajador holandés, actualmente de vacaciones en el extranjero, antes de que se cumplan nuestras condiciones, y no daremos permiso de aterrizar a ningún vuelo diplomático proveniente de Holanda”, aunque precisó que esta medida “se limita a visitas oficiales y vuelos diplomáticos que quieran usar espacio aéreo turco, y no afecta a los ciudadanos holandeses”.

“En segundo lugar, hasta que Holanda no ofrezca una compensación por lo que ha hecho, hemos decidido suspender y posponer todas las relaciones de alto nivel previstas, así como las reuniones y entrevistas de ministros y superiores”, agregó. Además, el gobierno turco tramita una recomendación al Parlamento de Ankara para poner fin al grupo de amistad que mantiene con la cámara de Holanda.

“Esta crisis no es responsabilidad de Turquía”, aseguró Kurtulmus, y prometió “actuar de forma responsable, pero decidida, y teniendo especial cuidado en no enfrentar al pueblo holandés con Turquía”.

Esta crisis es especialmente relevante ya que ocurre en el contexto de las elecciones en Holanda, que ocurrirán mañana y que enfrentarán al actual primer ministro contra el ultraderechista Geert Wilders, quien ha mantenido una actitud de rechazo absoluto a las políticas migratorias incluyentes enarboladas hasta el momento por Holanda, y quien ha exigido al gobierno en funciones que expulse al embajador turco y a todo su personal.

Ante esta exigencia, Mark Rutte comentó que esa propuesta de Wilders “muestra la diferencia entre tuitear desde el sofá de casa y gobernar un país”.

Con información de elmundo.es