La pregunta es si el rey Abdullah está dispuesto o incluso si es capaz como líder de Jordania de cambiar la percepción de Israel de su pueblo.

‘Desconectar’ es la palabra que mejor describe las relaciones entre Israel y Jordania. En el nivel oficial, gubernamental, los lazos entre los países están en una nueva cima. Nunca desde 1994, cuando Yitzhak Rabin y el rey Hussein terminaron décadas de conflicto con la firma de un acuerdo de paz, las relaciones entre Ammán y Jerusalem han sido tan buenas. Y eso es principalmente porque los dos países comparten muchos intereses.

Pero la animosidad sigue siendo alta en la calle jordana.

La mayoría de los jordanos son de origen palestino y tienden a simpatizar con sus compañeros palestinos en Cisjordania. El grado de odio de los jordanos hacia Israel y su pueblo quedó en evidencia con la liberación de una prisión jordana esta semana de Ahmed Daqamseh, que cumplió sólo 20 años por el asesinato a sangre fría de siete escolares israelíes de 13 y 14 años. Las autoridades jordanas, sensibles a mantener buenas relaciones con Israel, intentó limitar la cobertura mediática de la liberación de Daqamseh y fue publicada la noche del sábado sin fanfarria.

Sin embargo, hubo una fuerte desconexión entre esta postura oficial y la acogida que recibió en la calle jordana. Daqamseh, que se ha convertido en un símbolo de muchos jordanos hostiles a la idea de que los judíos tengan derecho a una nación soberana en su patria histórica, le dio la bienvenida de un héroe. El hombre que como soldado jordano abrió fuego contra un grupo de adolescentes inocentes que visitaban la mal llamada “Isla de la Paz” a lo largo del lado israelí de la frontera con Jordania, fue recibido con celebraciones y alabanzas por cientos de amigos y familiares en su Ciudad natal de Ibdir.

Daqamseh explotó la cobertura de los medios de comunicación para lanzar insultos contra Israel.

“No creas en la mentira de la normalización con la entidad sionista”, declaró. “No creas en la mentira de la solución de dos Estados; Palestina unida es desde el océano hasta el río … no hay un estado llamado ‘Israel’ “, dijo en una entrevista con Al Jazeera.

Se han dado muchas razones para justificar, o por lo menos comprender, la hostilidad de los jordanos hacia los israelíes. Algunos expertos que hablaron con Ben Lynfield, corresponsal de los asuntos árabes del Jerusalem Post, señalaron la reciente legislación israelí, como el controvertido proyecto de ley de asentamientos y el llamado proyecto de muezzin que regula el sonido de las llamadas al rezo de las mezquitas.

Además, una historia en The Washington Post señaló que los jordanos ven el asesinato premeditado de Daqamseh de colegialas como venganza por los soldados de las FDI que matan a los palestinos durante operaciones militares o manifestaciones violentas.

Sin embargo, una de las principales causas de tensión parece ser las visitas israelíes al Monte del Templo. Jordania, bajo acuerdos con Israel y la OLP, goza de un papel especial como custodio y ve las visitas de israelíes y los intentos de algunos de ejercer su derecho a la expresión religiosa en lo que el judaísmo considera el lugar más sagrado del mundo como una violación y profanación.

A nivel gubernamental, sin embargo, los lazos son buenos. Israel proporciona a Jordania información crítica y respaldo militar para combatir a ISIS; Israel firmó un lucrativo contrato de 15 años y 10.000 millones de dólares con Jordania el año pasado; Israel coopera con Jordania en cuestiones de energía, agua y medio ambiente; e Israel promueve la economía de Jordania proporcionando empleo a los jordanos y dando a exportadores jordanos acceso al puerto de Haifa.

Aparentemente para el pueblo jordano, nada de esto es digno de reconocimiento. La pregunta es si el rey Abdullah está dispuesto o incluso es capaz como líder de Jordania de cambiar la percepción de Israel que tiene de su pueblo.

Su padre, el Rey Hussein, era lo suficientemente fuerte como para dar pasos impopulares que, de haber vivido lo suficiente, podría haber transformado las relaciones con Israel no sólo a nivel gubernamental sino también a nivel popular entre los pueblos.

Después de la masacre de las siete niñas de la escuela, él personalmente viajó a Israel para consolar a las familias de duelo y pedir disculpas. Ese gesto tocó a los israelíes e hizo mucho para cambiar las actitudes en Jordania.

El rey Abdullah debe seguir los pasos de su padre y, al menos, condenar a Daqamseh. En última instancia, la paz duradera entre los países es un interés estratégico para Jordania, al igual que para Israel. Es hora de que todo el mundo – a ambos lados del río Jordán – entienda eso.

Fuente: Editorial de The Jerusalem Post – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico