Clinton es una pequeña localidad estadounidense del estado de Indiana con apenas 5,000 habitantes. No son muchos sus ciudadanos ilustres, pero entre los que ha dado, la tragedia parece ir de la mano.

MIGUEL ÁNGEL LARA

Allí nació Orville Lynne Majors, el enfermero condenado en 1997 a 360 años de cárcel por asesinar en el Vermllion County Hospital a seis de sus pacientes, aunque se estima que ejecutó a unos 130 ancianos con inyecciones de cloruro de potasio; en el memorial de víctimas de los atentados del 11-S aparece el nombre del coronel de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos Charles Edward Jones, una de las 92 víctimas del vuelo American Airlines 11 que los terroristas estrellaron contra la torre norte. Y, al igual que Jones, en Clinton nació Armando Frigo Reich, un campeón de la Copa de Italia en 1940 que murió con una bala nazi en la nuca en lo que llaman los fiordos de Montenegro en septiembre de 1943.

En las primeras décadas del siglo XX Clinton acogió a un buen puñado de familias italianas, buena parte de ellas provenientes de Vicenza (Veneto) y sus alrededores. Una de ellas fueron los Frigo. El 8 de agosto de 1917 nació Armando. Sus primeros ocho años de vida tuvieron como escenario los Estados Unidos. Ya allí dejó claro a sus padres que el balón de fútbol era el suyo.

Antes de la crisis del 29 las cosas no iban para los Frigo como esperaban y decidieron regresar a su país. La pasión de Armando por el fútbol hizo que pronto entrara a formar parte de la cantera del Vicenza. Tenía 18 años cuando comenzó a defender la camiseta biancorossa. Su fuerza en la medular y su capacidad de hacer goles llegando desde atrás le abrieron las puertas de la Serie A. Ejemplo de ello fueron sus dos goles con un brazo roto y en cabestrillo en el derbi contra el Verona. En esa etapa coincidió y trabó amistad con Romeo Monti, que moriría cuando el Gran Torino se estrelló contra la basílica de Superga.

A pesar de jugar en la Serie C, la Fiorentina no dudó en llevarse a Frigo para construir el equipo que en su primera temporada en Florencia iba a ganar la Copa de Italia (1-0 al Genoa en la final gracias a un gol de Mario Celoria). Con cinco goles en 21 partidos y a pesar de no ser indiscutible, Armando vivió la mejor campaña de su carrera deportiva.

Poco después, la II Guerra Mundial entró de lleno en la vida de los italianos. Los jugadores de la Serie A, entre privilegios de transporte o alimentación tenían además el de estar excluidos de las levas para ir al frente. Frigo, que dejó la Fiore (50 partidos y seis goles) en el verano del 1942 para jugar en el Spezia en Segunda, renunció a ese derecho. Se alistó como voluntario después de que en un viaje en tren de Florencia a Vicenza un mutilado de guerra al que le faltaba una pierna le reconociera y le echara en cara que los futbolistas que tanto ganaban de la sociedad no pelearan al lado de los que les permitían esos privilegios.

Su destino fue el avispero de los Balcanes. En las Bocas del Kotor, en la zona del Adriático montenegrino, se encontraban el subteniente Armando Frigo y su Brigada Emilia cuando el 8 de septiembre de 1943 se firmó en Siracusa el armisticio entre el Reino de Italia y los aliados. En una zona en la que la actividad bélica había sido limitada desde la llegada de la Emilia en marzo de 1942, los alemanes intensificaron el cerco a los que habían sido sus aliados.

Un cónclave entre los cuatro oficiales al mando, entre ellos Frigo, decidió resistir hasta el final al acoso nazi. Después de quedarse sin municiones no les quedó otra que entregarse. Los cuatro oficiales italianos asumieron la decisión asegurando que obligaron a sus hombres a seguir combatiendo. Era la única manera de salvar la vida de sus 26 compañeros de armas.

Ninguno de ellos se quitó del uniforme los galones que indicaban su grado. Un juicio sumarísimo sin posibilidad de defensa condenó a los cuatro a muerte. Fueron ejecutados el 10 de septiembre delante de sus hombres y a traición. Camino del paredón les dispararon por la espalda un balazo en la nuca. En los bolsillos de Frigo se encontró una medalla con una imagen religiosa (la Virgen del Monte Berico) y su ficha de jugador de la Fiorentina.

Así murió. con 26 años, un niño que nació en Estados Unidos con el nombre de Herman y que cambió a Armando al llegar a la Italia de Mussolini. De aquellos cuatro oficiales de las Bocas del Kotor sólo uno recibió honores póstumos. Sobre los otros tres, incluido Frigo, pesó más la sombra de su grado militar en el Ejército de Mussolini. Casi 74 años después de su muerte, sus familiares y algún estudioso de lo ocurrido en los Balcanes siguen reclamando al Ministerio del Interior italiano la medalla que se le niega desde junio de 1948. En Roana (provincia de Vicenza) hace dos años que fue demolido el campo de fútbol al que se le había dado su nombre. Los suyos siguen defendiendo su nombre y negando vínculo alguno con el fascismo. “Se alistó por lo que le dijo aquel joven al que le faltaba una pierna”, mantiene a capa y espada su sobrina Donata Bentesolli. En esa batalla ya cuenta con el apoyo del ayuntamiento de Vicenza.

 

 

Fuente:marca.com