León Opalín / Enlace Judío – La guerra civil en Siria cumplió 6 años el pasado marzo, ha causado más de 400 mil muertos, un número indeterminado de heridos; 6.3 millones de desplazados internamente y alrededor de 5 millones de refugiados en los países limítrofes: Turquía (3 millones); Egipto (120 mil); Irak (256 mil); Jordania (640 mil); Líbano (más de un millón) y cientos de miles de sirios que han viajado a Europa, 7,500 de los cuales han muerto ahogados tratando de cruzar el Mediterráneo.

Ante la trágica situación que vive la población Siria, la ONU ha hecho un llamado urgente a la comunidad internacional para que se comprometan a rescatar a 480 mil sirios en los próximos tres años.

En este entorno, Israel ha proporcionado ayuda a más de 2,300 civiles sirios desde que se inició la guerra en hospitales de campaña establecidos en los Altos del Golán en la frontera con Siria. La atención a los sirios no ha sido diferente a la que se brinda a cualquier ciudadano israelí.

Las atrocidades cometidas por los diferentes grupos combatientes ha llevado a calificar a la guerra en Siria como un genocidio. En este ámbito, el pasado 4 de abril el Ejército Sirio realizó un bombardeo con armas químicas (gas Sarín) en la localidad de Khan Sheikhoum en la provincia de Idzib controlada por la oposición al régimen de Bashar al Assad (BA) en manos de salafistas radicales en el que murieron 86 personas, entre ellas 30 niños, y 400 fueron afectados severamente por los gases tóxicos: dificultades respiratorias, vómitos, hemorragias nasales y convulsiones; las imágenes del bombardeo fueron dantescas. El ataque se produjo cuando en Bruselas comenzaba una Conferencia sobre el futuro de Siria tras el conflicto y para dar seguimiento de los donantes internacionales comprometidos hasta el momento.

La provincia de Idlib ha sido bombardeada regularmente por aviones del Ejército Sirio y de Rusia, así como de la Coalición Internacional liderada por EUA para neutralizar a los yihadistas. Inexplicablemente horas más tarde del bombardeo químico del 4 de abril, el hospital que trataba a las víctimas fue atacado.

Fuentes israelíes consideran que el ataque con armas químicas fue aprobado por los altos niveles del régimen sirio, empero, se desconoce si los aliados de este último, Rusia e Irán, estuvieron involucrados directamente. En este sentido, tanto Moscú como Damasco esgrimieron que la nube de gas tóxico del 4 de abril fue causada por un ataque de bombas convencionales contra un depósito de armas químicas de los rebeldes que se esparció por la zona. Rusia dio por descontado que la aviación siria no sabía que se encontraban allí. La justificación se evaluó como inviable; Vladimir Putin, con la excusa de combatir al Estado Islámico (EI), ha buscado evitar la caída de BA.

Cabe mencionar que en agosto del año pasado una investigación de la ONU determinó que las fuerzas de BA llevaron dos ataques químicos en Siria y que el EI utilizaba el gas mostaza como arma. Por lo demás el Ejército Sirio bombardeo la ciudad de Gouta Oriental, en la periferia de Damasco, en agosto del 2013 provocando la muerte de 1,400 personas, entre ellas 400 niños y más de 3 mil heridos. En ese año el Consejo de Seguridad de la ONU estableció que se destruyeran las armas químicas bajo control internacional autorizando a sus inspectores para verificar este proceso. Desde 1925 se había establecido la prohibición de usar armas químicas, su empleo fue calificado como crimen de guerra. En la ONU se planteó utilizar represalias contra Siria si Damasco entorpecía el desarme al que se había comprometido, empero, Rusia se opuso a las represalias, aceptando sólo el desarme.

Siria todavía posee tres fábricas de armas químicas; para su desmantelamiento es fundamental la influencia de Rusia; empero, Rusia “contra viento y marea”, está dispuesta a mantener a su aliado. En el Consejo de Seguridad de la ONU se condenó el ataque de armas químicas del 4 de abril, no obstante, Rusia no aceptó ni siquiera un borrador de la resolución de la condena.

La situación en torno a Siria se volvió más compleja con el bombardeo de EUA a la base siria Al Shayrat el 6 de abril, desde donde se sospecha salieron las armas químicas utilizadas el 4 de abril. Desde buques de guerra de EUA fueron lanzados 59 misiles Tomahawk. Fuerzas militares de EUA señalaron que no había aviones rusos en la zona y los misiles no dieron contra ningún blanco ruso; fueron destruidos 6 jets de combate MIG 2.3, un puesto de radar, un almacén de logística, instalaciones educativas y un comedor.

Israel y Rusia fueron informados previamente del bombardeo. El Secretario de Defensa de EUA, Jim Mattis, señaló que la intención de esta maniobra fue enviar un mensaje a BA sobre la disposición de EUA de usar la fuerza militar si este persiste en el uso de armas químicas.

Por su parte Rusia, como principal aliado de BA, condenó el bombardeo de EUA a Siria, el cual consideró “como una agresión activa que viola las normas internacionales”; Irán a su vez, otro aliado de Siria, también condenó de manera enérgica el ataque de EUA.

En el marco del inaceptable empleo de armas químicas en Siria, el presidente de Israel señaló que ello le recordaba el Holocausto de los judíos en la Segunda Guerra Mundial; dijo que Israel no puede permanecer indiferente “ante el gaseado de civiles sirios”; ofreció ayudar a los sobrevivientes de la guerra civil de ese país; asimismo exhortó a la comunidad internacional a poner fin “a esa locura asesina y asegurarse de que tales escenas no se repetirían en ninguna parte”.