Es muy común que nos sintamos agobiados por la carga de trabajo diaria. Al punto tal que nuestro humor cambie y no nos demos el tiempo ni de estar con nuestra familia. A veces el trabajo nos engaña, de las cosas importantes decimos: “Lo hago después, cuando tenga tiempo” y nunca tenemos tiempo. Vamos pasando por la vida como si fueramos esclavos, sin disfrutarla. En esta historia Rab Raymond Beyda nos enseña la importancia de no dejar las cosas importantes para después. El propone que todos los días nos tomemos una pequeña vacación para nosotros.

Dejando el escritorio limpio

El estrés se iba acomulando y Josef parecía estar a punto de colapsar entre tantas cosas que debía hacer. Su amigo y colega, Gad, notó el cambió en la actitud de Josef y después de un par de semanas, finalmente se decidió a hablar con él

-Sabes que si no te quisiera no me entrometería con tu vida- dijo Gad.
-Ahora no –  respondió Josef un poco molesto. – Ya tengo encima a mi esposa y a mis hijos diciéndome que hacer. Francamente no necesito que también tú me empieces a presionar ahora-.
-No te sientas atacado quiero ayudarte a sobrepasar el sistema-.
-No sé a qué te refieres-.
-Es muy sencillo- dijo Gad -Cuando una persona está bajo presión debe de alejarse de ella y relajar su mente por un tiempo-.
-Estás bromeando- interrumpió Josef – No puedo siquiera tomar mi hora de comida por la cantidad de trabajo que tengo y me estás sugiriendo tomarme unas vacaciones. Cuando logre terminar todo lo que tengo que hacer, tal vez pueda salir, pero por el momento eso es imposible. Además ¿quién puede pagarse unas vacaciones con los precios que hay en estos días?-

-Yo tomó vacaciones todos los días- respondió Gad con una sonrisa en la cara – Dedicó una hora de mi tiempo a la sinagoga en la mañana, antes de dirigirme al trabajo y otra hora en la noche después de cenar, además del tiempo que pasó con mi esposa y mis hijos. No me lo vas a creer, pero esas dos horas que pasó fuera de este mundo aprendiendo un poco de Torá son como tener vacaciones pagadas todos los días-.

-Suena como muy buena idea cuando termine todos mis pendientes y ya no tenga trabajo esperándome, iré contigo, por el momento eso es imposible-.

-En Pirke Avot (libro de nuestros padres) está escrito que uno nunca debe decir “cuando me libere aprenderé, porque puede ser que nunca te liberes” (Avot 2,4) La forma de liberarte es hacer tiempo dentro de tu horario apretado para estudiar. En esos momentos te sentirás libre. Yo sé que no es lógico, pero es un buen consejo. Te lo digo porque te quiero. Confía en mí-.

Cuando los tiempos se pongan díficiles. Confíen en mí.

Fuente: Raymond Beyda online