SUSANA MADERA

“Me desprendí de mi cuerpo (…) algo me absorbía hacia arriba y al final vi una luz y entré por un túnel…” Es el relato del mexicano Elías Harari sobre su experiencia tras sufrir una muerte clínica luego de un accidente que lo dejó paralizado y que centra el documental “Mi vida después de la muerte”.

Tenía 17 años, muchos planes y nada de qué preocuparse, hasta el 5 de enero de 1986, cuando su propio auto lo golpeó mientras intentaba impedir que cayera a un precipicio, dijo en una entrevista con Efe.

A partir de ahí cuatro operaciones, mucha rehabilitación, momentos tristes, duros, dolorosos, cansados, que en algún momento le llevaron a preguntarse por qué superó esa muerte clínica que habría puesto fin a tanto trajín y lo habría dejado en ese “lugar”, al que dice fue al “desprenderse” de su cuerpo.

“Me sentía en un estado muy relajado y de paz, todo el dolor que había tenido en esos cuatro días (tras el accidente) desapareció. Estaba en un lugar muy tranquilo”, relató al indicar que “muchos seres de luz” lo recibieron, “no tenían rostro, eran como ángeles, sentía energía y vi muchos colores”.

Pero agregó que escuchó algo: “una voz que me decía ‘todavía no es tu momento, tienes una misión que cumplir y tienes que regresar'”.

Hace 31 años está atrapado en una silla de ruedas, sin sensibilidad ni movimiento del pecho hacia abajo, y aunque dice que muchas veces estuvo enojado con la vida, recalca que es feliz.

Así lo aseguró en Quito, donde promociona su documental “Mi vida después de la muerte”, que estrenará este mes en Colombia. Noventa minutos que son parte de lo que él considera es la misión que le mencionó aquella voz que él atribuye “a Dios”.

Por ello, no se cansa de repetir que la vida continúa, que “existe vida después de esta vida”, que “Dios existe” y que se puede salir adelante a pesar de cualquier circunstancia.

A través de una fundación que creó con su familia, quiere apoyar a la ciencia para que se encuentre una cura para personas paralizadas como consecuencia de una lesión medular.

Licenciado en administración de empresas turísticas, divorciado y con cuatro hijas: la primera de 13 años, las mellizas de 11 y la última de 10, de la que ha aprendido la sencillez y la alta capacidad de amor que tienen quienes padecen síndrome de down, Harari señala que su vida ha sido un constante caer y levantarse.

Del Elías de 17 años recuerda al típico joven popular, positivo, deportista y algo superficial. A sus 48 años, está empeñado en seguir sacando lo mejor de su realidad.

Cursa una maestría en logoterapia para profundizar en la búsqueda del “sentido de las cosas, el sentido de la vida” y quiere que otros entiendan lo frágil que puede ser la vida, que se puede ir en un instante y por eso vive cada segundo como que fuese el último: trabaja, nada, juega, baila, lee, escucha música, estudia, ama…

“Muchas veces no me acuerdo que estoy en una silla de ruedas”, subraya quien siempre tiene en mente que puede hacer todo y, precisamente eso, es lo que -presume- lo diferencia de otras personas: “lo que piensas es lo que creas en tu vida”.

Confiesa que su filosofía son los pensamientos positivos, decirle sí a la vida y vivir en constante aprendizaje. Para él, la peor parálisis es la mental, el no hacer las cosas.

Con frontalidad repite que en general es feliz y cree que el sentido de la vida de él y del resto, podría resumirse en el poder encontrar cuáles son los talentos de cada uno para poder compartirlos con los demás.

“Que lo que he vivido valga la pena y sirva de algo para que otros lo vean y a lo mejor, si están deprimidos, digan: ‘si él puede, yo puedo'”, opinó al lamentarse de que muchos sólo “despiertan” cuando atraviesan por circunstancias difíciles y necesitan una sacudida para salir de su zona de confort.

Por ello, quiere valerse del documental realizado por su compatriota Luis Oscar Pérez y en el que han invertido unos 60.000 dólares, para que la gente pueda acercarse a su realidad y entender que, a lo mejor, no deben pasar por algo tan extremo para entender que se debe apreciar cada momento y valorar lo que se tiene.

En resumen, dejar de vivir en automático, relegar las quejas, vivir intensamente como si fuera lo último y agradecer lo que se tiene, indica el protagonista del documental que se prevé proyectar luego en España, Argentina y Chile, entre otros.

Fuente: EFE