Cuando una civilización amenaza con exterminar tu cultura hay muchas formas de responder. La más fácil es doblarse los brazos, obedecer y asimilarse. Sin embargo, la más valiosa es conservarla. Hay momentos donde practicar lo que creemos, hacer lo que consideramos correcto, pone en riesgo nuestra vida. En esos momentos debemos luchar por preservarnos, y la forma más efectiva de hacerlo es seguir enseñando nuestros principios, nuestras prácticas y sabiduría a aquellos que nos acompañan. Olvidar nuestro pasado, aparentar no conocer nuestra tradición, no nos va a salvar de la persecución.

La siguiente historia es del gran rabino Akiva; en ella el Talmud nos enseña que debemos defendernos, nos enseña a mantenernos firmes en tiempos difíciles. Esperamos que les guste.

Un pez fuera del Agua

Hace muchos siglos, la tierra de Israel estaba ocupada por un poder soberano que había prohibido a los judíos estudiar sus textos sagrados. Pero, desafiando esta orden, rabí Akiva seguía llevando sus clases abiertamente en zonas públicas.

¿Por qué se arriesga tanto? – le preguntaron – Sin duda, tiene que ser consciente del castigo que puede recibir por ello.

Y, en respuesta, Akiva contó este cuento: un zorro salió a dar su habitual paseo matutino a lo largo del río y, cuando miró al agua, vio una escuela de peces moviéndose rápidamente de aquí para allá, de modo que el curioso zorro le preguntó a uno de los peces:

– ¿Por qué nadáis como si estuvierais asustados?
– Para evitar caer en las redes de la gente, que está siempre intentando pescarnos – respondió el pez.
– Entonces, ¿por qué no salís del agua? – sugirió el zorro – Así podríamos vivir todos juntos en paz.
– ¿Eres tú ése del que dicen que es la más astuta de todas las criaturas? – preguntó a su vez el pez.
– La verdad es que sí – se jactó el zorro.
– Bueno, pues, no me parece que seas tan listo – dijo el pez -, porque tu sugerencia es ridícula.
– ¿Ridícula? – exclamó el zorro.
– Sí – respondió el pez -, porque, si tenemos razón para temer por nuestras vidas en el agua, que es nuestro entorno natural, imagina el temor que tendríamos en tierra.

Y el zorro siguió escuchando al pez:

– Siendo peces, nuestra supervivencia depende del agua.

Fuente: Parábolas del Talmud.