BARAK RAVID

El primer logro de Trump durante esta visita es que ha logrado que la paz, que en los últimos años se había convertido en una palabra sucia, vuelva al centro del discurso público y político en Israel.

Al comienzo de su reunión con el presidente Reuven Rivlin poco después de aterrizar en Israel, el presidente de Estados Unidos Donald Trump presentó a su enviado especial, Jason Greenblatt, y al nuevo embajador de Estados Unidos en Israel, David Friedman, y subrayó que ambos habían dejado buenos y lucrativos empleos para representarlo y ayudar a israelíes y palestinos a alcanzar un acuerdo de paz.

“Si no logran la paz, ustedes tendrán la culpa porque acabo de darle prioridad,” dijo, provocando las risas de todos los presentes.

Pero como dice el cliché, en cada broma hay algo de verdad. En el caso de Trump, estamos hablando de algo sustancial. Un funcionario israelí que asistió a una de las reuniones con el presidente estadounidense señaló que este último se centra en el tema de la paz entre Israel y los palestinos y no se mueve un milímetro del mensaje que ha reiterado. “He oído que [el proceso de paz] es uno de los acuerdos más difíciles,” dijo al lado del primer ministro Benjamín Netanyahu en una conferencia de prensa conjunta. “Pero tengo la sensación de que al final lo lograremos, espero”.

El primer logro de Trump durante esta visita es que ha logrado que la paz, que en los últimos años se había convertido en una palabra sucia, vuelva al centro del discurso público y político israelí. En un país donde la mayoría de la población es cínica, muestra apatía o desesperación por el tema, y a pesar de una realidad en la que, fuera de Meretz, todos los partidos de la Knesset hablan de separación en el mejor de los casos o de anexión, el presidente de Estados Unidos vuelve ser grande la paz. No es casualidad que Netanyahu haya mencionado la palabra “paz”, que ha intentado evitar desde las elecciones de 2015, no menos de siete veces, durante el discurso de tres minutos que pronunció al recibir a Trump en el aeropuerto Ben-Gurion.

Sus declaraciones públicas en Israel y lo que dijo durante sus reuniones con Netanyahu y Rivlin, indican que el presidente estadounidense quedó profundamente impresionado por su visita a Arabia Saudita y sus reuniones con el rey Salman y los demás actores en mundo árabe. Trump ha dicho repetidamente que la preocupación mutua de los países sunitas y de Israel sobre el Estado Islámico e Irán está creando una oportunidad única para un avance en el proceso de paz. En algunas de sus declaraciones públicas parecía como si suplicara a Israel que no pierda la oportunidad y que recoja el guante que tiene por delante.

“El presidente dijo que cada líder árabe con quien se reunió en Arabia Saudita, incluido el rey Salman, planteó la cuestión israelí-palestina,” dijo un funcionario israelí que asistió a una de las reuniones. “Trump subrayó que todos los países árabes están dispuestos a acercarse a Israel y que hay grandes oportunidades si se logra un avance con los palestinos”.

A diferencia de Obama y Kerry, Trump intimida a Netanyahu

Los mensajes de Trump afirmando que la paz es posible y la gran oportunidad que Israel debe explotar son muy similares a los que se escucharon durante los ocho años anteriores del ex presidente Barack Obama y en los últimos cuatro años del ex Secretario de Estado John Kerry. Sin embargo, cuando Obama habló así, Jerusalem argumentó que era ingenuo. Y cuando Kerry lo hizo, lo llamaron mesiánico y obsesivo, y afirmaron que quería ganar el Premio Nobel de la Paz a expensas de Israel.

Es fácil imaginar las reacciones de Israel si Obama hubiese visitado el Muro Occidental sin un representante del gobierno israelí, como lo hizo Trump, o si Kerry habría dicho que el Muro Occidental “es parte de Jerusalem”, en lugar de Israel. Pero ningún diputado, ministro o alto funcionario de la Oficina del Primer Ministro ensuciaría a Trump. Por el contrario, Netanyahu ha seguido al presidente estadounidense y ha vuelto a cantar canciones de paz.

Durante sus cuatro meses en la Casa Blanca, Trump no sólo ha devuelto el proceso de paz israelí-palestino al centro del discurso, sino que decidió restringir la construcción de asentamientos, exigiendo que se implementen medidas de confianza en Cisjordania, que han estado ausentes por mucho tiempo. La razón de esto es que en a diferencia del mandato de Kerry y Obama, Netanyahu se siente mucho más intimidado por Trump que por el presidente del partido Habait Hayehudí, Naftali Bennett.

El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, explicó en un informe a los periodistas de la Fuerza Aérea Uno en el vuelo de Arabia Saudita a Israel que Trump está dispuesto a dedicar considerables esfuerzos personales para promover el proceso de paz si Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas demuestran seriedad. Por el momento, los estadounidenses no están convencidos de que ese sea el caso. Quien escuchó las declaraciones de Trump y Netanyahu en la Residencia del Primer Ministro el lunes por la noche observó a un líder que cree fervientemente que la paz es posible, al lado de un líder que cree con todo su corazón que no hay posibilidad de lograr la paz.

Trump tiene la voluntad y la motivación, pero por ahora carece de un plan. Pero la estrecha relación que parece haber creado con el rey saudí podría llevarlo a elegir la Iniciativa de Paz Árabe desarrollada en Arabia Saudita, un plan que ha existido desde 2002, esperando que Israel haga algo con él. Netanyahu habló el lunes sobre la paz, pero tuvo cuidado de no mencionar a los palestinos. Dijo a Trump que por primera vez en su vida, siente que hay una oportunidad de cambiar la actitud del mundo árabe hacia Israel. Él tiene razón, pero para que sus sentimientos se conviertan en medidas concretas, Netanyahu tendrá que cambiar su actitud hacia los palestinos.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico