La doctrina jasídica se basa en educar el corazón y las emociones para conocer a D-os. Consiste en estar presente en todo momento, en encontrar la harmonía y la alegría dentro de cada detalle que la vida ofrece; porque sólo así, con amor y felicidad, uno puede entender que D-os se expresa en toda la Creación. El Baal Shem Tov, Israel Ben Eliezer, fue su líder espiritual, uno de los rabinos jasídicos más importantes. En estas dos historias podemos apreciar la fuerza de su fe que llegó a romper encantamientos. Conocemos a fondo al gran rabino, aquel que guió a niños y ancianos a través de bosques. Esperamos les gusten las historias.

Las palabras de su padre

El padre de Israel murió cuando él todavía era un niño.
Cuando sintió la muerte de cerca, tomó al niño en sus brazos y le dijo: “Puedo ver que engrandecerás mi luz y que no estoy destinado a verte crecer. Sin embargo, querido hijo, recuerda todos los días que D-os está contigo, y por esa misma razón no hay nada en el mundo a lo que le debas temer.”
Israel cuidó de estás palabras en su corazón.

La primer pelea

Cuando el niño creció, buscó trabajo como asistente de profesor. Temprano en la mañana llamaba a los niños desde las puertas de sus casas, los llevaba a la escuela y a la Casa de Oración. Mientras caminaban les enseñaba a cantar con él las canciones que se desprenden de los rezos. Cuando regresaban a sus casas, andaban por el camino del bosque.

Los maestros jasídicos cuentan que en el cielo los ángeles se regocijaban cada mañana justo como en su tiempo lo hicieron con las canciones de los Levitas en Jerusalén. Las horas en que se reunían a escuchar las voces de los mortales eran horas de gracia, pero LeSatán estaba ahí también. Para probarlos, entró en el cuerpo de un hechicero quien tenía la habilidad de convertirse en lobo.

Una vez que Israel iba caminando con sus pequeños por el bosque se lanzó sobre de ellos y provocó que los niños gritaran y corrieran por todos lados. Algunos de ellos inclusive se enfermaron del miedo que el monstruo les ocasionó. Gracias a ese evento, los padres decidieron no permitir más las acciones del joven asistente. Sin embargo, Israel recordó las palabras que su padre le dijo antes de morir y volvió a visitar las casas de los niños. Tocó en cada puerta, entró a cada casa y prometió a las familias proteger a sus hijos. Después de un tiempo Tuvo éxito convenciendo a los padres que confiaran en él una vez más.

La siguiente vez que pastoreo a los niños por el bosque llevó consigo un palo sencillo y cuando el lobo atacó nuevamente, lo golpeó en medio de los ojos. El lobo pereció en el momento. Al día siguiente, encontraron al hechicero muerto en su cama.

Escrito por Martín Buber
Traducción e introducción: Aranza Gleason

Fuente: Tales of the Hasidim.