SARA TOTH STUB

En Israel, se han implementado nuevos programas que ayudan a adolescentes ultraortodoxos en riesgo que han sido abandonados.

En una casa de piedra ubicada en el barrio ultra-ortodoxo de Romema en Jerusalén, ocho adolescentes tomaban un descanso de sus estudios para almorzar. Llevaban faldas largas, típicas de los hogares religiosos de donde proceden, con camisas de franela a cuadros menos típicas, y de hecho prohibidas en la mayoría de las escuelas a las que solían acudir. Pero las camisas sí se permiten en Neot Tamar, una nueva escuela israelí para chicas ultraortodoxas en riesgo.

“Antes, no me gustaba ir a la escuela”, comenta una alumna de 15 años, que abandonó su escuela ultraortodoxa para estudiar en Neot Tamar. “Pero aquí creo que puedo terminar mis estudios. Aquí son cálidos y cariñosos. Se aprende en un ambiente relajado”.

En Neot Tamar, que abrió sus puertas el 7 de mayo, las ocho adolescentes registradas dicen que ya empiezan a relacionarse entre ellas y con su maestra, y que disfrutan llegar a la escuela día con día. Aquí, las chicas reciben asesoramiento y atención ndividualizada mientras terminan sus estudios de bachillerato y aprenden habilidades de computación.

“Estas son las jóvenes que están al borde del deterioro, ya sea por problemas de aprendizaje o conflictos en casa,” explica Esther Rozman, directora de Neot Tamar, quien en 2008 dejó su trabajo en una escuela ultraortodoxa para crear marcos educativos alternativos que acogen a adolescentes que abandonan los rígidos y tradicionales sistemas de aprendizaje del sector ultraortodoxo, han sido maltratadas o viven en las calles. Neot Tamar es la tercera escuela fundada por Rozman y su esposo, quien también trabaja con adolescentes en riesgo, que tienen dificultad para adaptarse a los marcos educativos tradicionales.

La escuela es sólo una de las varias iniciativas que han surgido en los últimos años para ayudar a adolescentes ultraortodoxos en riesgo. Además, muchas instituciones existentes que tratan a jóvenes en riesgo en general han agregado programas para ultraortodoxos. La ciudad de Jerusalén también ha hecho de esta cuestión una prioridad, mediante la supervisión de programas para adolescentes ultraortodoxos en riesgo. Los jóvenes en riesgo son aquellos que han abandonado la escuela, han crecido en extrema pobreza, provienen de hogares inestables, o han sido maltratados, reduciendo así sus posibilidades de una buena transición a la edad adulta y aumentando el riesgo del abuso de drogas, la delincuencia, relaciones dañinas, o cualquier otro daño a sí mismos. Tales desafíos no han sido abordados en la comunidad Haredi hasta recientemente.

“Esta población está recibiendo mucha atención ahora, y el tema es clave”, dijo Sharone April, directora del Equipo de Innovación de Jerusalén, una organización financiada por Bloomberg Philanthropies de Estados Unidos, que trabaja con la oficina del alcalde. El equipo impulsa proyectos que van desde la estimulación de jóvenes en riesgo hasta el mejoramiento de espacios públicos. Un proyecto del Equipo de Innovación para fomentar y supervisar cooperación entre las diversas organizaciones que tratan con jóvenes en riesgo fue recientemente lanzado en un barrio ultraortodoxo y pronto se implementará en otros seis.

“Esto no habría sido posible hace unos años,” dice Shai Moshe, trabajador social y director del proyecto para jóvenes en riesgo. “Pero hoy la comunidad está más abierta a este tipo de programas y hay un número creciente de trabajadores sociales y psicólogos en la comunidad”.

Según la Oficina Central de Estadísticas, alrededor del 8 por ciento de los alumnos abandonan la preparatoria en el sector ulraortodoxo, un índice cuatro veces superior al promedio,. Este es un precursor del aislamiento de familias y comunidades y, en casos más extremos, de vivir en las calles. Pero sólo en la última década se ha comenzado a abordar la cuestión de la deserción y los problemas que conducen a ella en la sociedad ultraortodoxa. “Actualmente existe una mayor aceptación de la necesidad de tratar estos temas,” explica Nicole Dahan, trabajadora social ultra-ortodoxa en Jerusalén. Los jóvenes en riesgo son ahora más frecuentes y más visibles.

El rápido crecimiento de la población, los altos índices de pobreza y los cambios sociales en la comunidad, que incluyen el uso de tecnología como teléfonos celulares, así como más hombres que se han integrado al mercado laboral y al servicio militar en lugar de dedicarse tiempo completo al estudio de la Torá – han dado lugar a un mayor necesidad de afrontar el tema.

Cuando Rozman enseñaba en un seminario religioso, descubrió que el descuido de la vestimenta o ausencias frecuentes se relacionaban con trastorno de déficit de atención o estrés en el hogar. “El no vestirse apropiadamente era sólo un llamado de ayuda,” dice Rozman. “Las chicas tenían muchas dificultades y la escuela no podía ayudarlas”. Finalmente, estas jóvenes abandonaron sus estudios o fueron expulsadas, dejándolas sin opciones.

“Y el deterioro de las chicas ultra-ortodoxas que no están dentro de un marco educativo es muy rápido y pronunciado,” señala Rozman.

Hace aproximadamente 10 años, su esposo, Dov, juez de una corte religiosa de Jerusalén, también notó que muchos jóvenes pasaban sus días en las calles en lugar de asistir a la yeshiva, pero el sistema ultraortodoxo no tenía una solución para ellos en ese entonces. No había nada que pudieran hacer.

En 2008, los Rozman, que tienen nueve hijos, iniciaron un programa para hombres y otro para mujeres que habían abandonado el sistema educativo tradicional. Se unieron a la cadena educativa Amal que opera en preparatorias de todo Israel con un fuerte enfoque en tecnología, y ofrece programas para adolescentes en riesgo. Así, diseñaron el primer marco educativo ultraortodoxo alternativo. La escuela de hombres se llama Amalenu y combina el aprendizaje tradicional de la yeshiva con asesoramiento, habilidades técnicas, vocacionales y cursos sobre conocimientos para la vida. La escuela de mujeres, llamada Tlamim, también incorpora el asesoramiento y opera tres dormitorios para albergar a alumnas que han salido de su casa, ya sea por elección o por orden judicial. Neot Tamar es el proyecto más reciente de la pareja.

En la mayoría de los casos, los chicos dejan el marco tradicional de la yeshiva, que requiere largas horas de estudio del Talmud, debido a problemas de aprendizaje. En el caso de las chicas, sólo el cuarenta por ciento de las chicas presentan problemas de aprendizaje. Ellas sufren y terminan fuera del marco tradicional debido a conflictos en casa”.

Así es como una chica de Jerusalén de 18 años llegó a Tlamim. “Lo que sucede en casa es realmente complicado,” dice la joven. Pero hace dos años ingresó a Tlamim y finalmente se sintió lo suficientemente segura como para concentrarse en sus estudios. “Este es un lugar muy cálido, y aquí he descubierto que con esfuerzo puedo hacer cualquier cosa e ir a cualquier lugar. Antes de esto, nunca hice nada”.

La entrevisté en la escuela, cerca de la Estación Central de Autobuses en un día de vacaciones por Lag BaOmer. El edificio estaba vacío. Esta chica en particular estudiaba para un examen final en lengua hebrea y gramática.

“Digamos que estaba en un lugar muy difícil cuando llegué aquí,” dice. “Y aunque aún no sé exactamente lo que quiero hacer, al menos ahora me entiendo mejor.”

Además del creciente número de programas en el sector Haredi, muchas instituciones para la población en general atienden a más ultraortodoxos.

En Jut Hameshulash un refugio para jóvenes ubicado en un departamento del centro de Jerusalén, tres adolescentes descansaban en sofás. Dos miraban sus teléfonos, y el tercero estaba fumando un cigarrillo. En una mesa había dos ollas de sopa de lentejas y pan, el almuerzo del día para las decenas de jóvenes que viven aquí porque no tienen ningún otro lugar a donde ir.

Además de proporcionar tres comidas al día, duchas, terapia y capacitación profesional, Jut Hameshulash contiene todos los detalles de un hogar judío religioso: mezuzas en las puertas, un estante lleno de sefarim (libros sagrados) , Y un gran retrato de Menachem M. Schneerson, el difunto Rabino de Lubavitcher, ya que los fundadores admiran el movimiento de Jabad. En días festivos y Shabat, las comidas se sirven en una gran mesa comunitaria.

“En los últimos años, han llegado más jóvenes de hogares ultraortodoxos, y ahora son alrededor del 80 por ciento de los inquilinos,” dice Dana Goldstein, quien fundó el refugio hace 18 años con su esposo y con el apoyo del Ministerio de Bienestar. La mayoría de los jóvenes que llegan a Jut Hameshulash ya no siguen un estilo de vida religioso, pero aún disfrutan de las comidas de Shabat – aunque lleven sus celulares en los bolsillos – y de la presencia de libros sagrados aunque no los miren.

“Aquí, ellos pueden ser lo que quieran, quien quieran, pero muchos están acostumbrados a un ambiente hogareño judío, así que eso es lo que ofrecemos,” dice Goldstein. “La mayoría de los que han dejado la religión, no lo hacen por filosofía, sino porque no se adaptan al sistema, y no pueden ignorarlo. No pueden evadirse”.

Aunque hay cada vez más programas para adolescentes ultraortodoxos en riesgo, no todos los que requieren ayuda la reciben. Un reciente estudio llevado a cabo por el Equipo de Innovación de Bloomberg encontró 70 iniciativas sin fines de lucro, individuos, trabajadores sociales y rabinos, que dedican su tiempo a esta labor sólo en el barrio ultra-ortodoxo de Bujari. Pero muchas de las organizaciones son desconocidas. Además, la falta de coordinación entre ellas ha hecho que muchos adolescentes pasen desapercibidos a lo largo de los años, dice Eran Schimmel, trabajador social y director de un centro comunitario para jóvenes en riesgo. Ahora, todos los involucrados en el tema se reúnen periódicamente y, eventualmente, harán un seguimiento de los jóvenes que utilizan sus servicios para determinar si sus necesidades son atendidas.

Fuente: Tablet / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico