Enlace Judío México.- Karnit Flug, gobernadora del Banco de Israel, ofrece su visión del estado de la economía en una de las situaciones geopolíticas más controvertidas del mundo.

JUAN CRUZ PEÑA

Karnit Flug (Polonia, 1955) es la primera mujer al frente del máximo ente de política monetaria de Israel. Aunque a escala reducida, su labor es homóloga a la de Mario Draghi en el Banco Central Europeo o Janet Yellen en la Reserva Federal. Israel tiene un tamaño similar al de la Comunidad Valenciana y una población inferior a la de Andalucía. Sin embargo, su posición geopolítica le convierte en el país clave de la convulsa situación que vive Oriente Medio desde hace décadas.

Por ello, sorprende que la máxima autoridad encargada de mantener a flote la economía del país, sumido en una larvada situación de hostilidad con todo su entorno, aparezca en la cafetería de un céntrico hotel madrileño completamente sola -o al menos sin nadie a su alrededor-. También llama la atención la poca importancia que da al hecho de que sea una mujer quien dirige los designios financieros de Israel. El país se ve obligado a estrechar lazos comerciales a miles de kilómetros mientras lucha por mantener su posición sobre el terreno, en un contexto de conflicto cuasipermanente con sus vecinos.

Nacida en Polonia al término de la Segunda Guerra Mundial, emigró a los tres años con sus padres a Israel. Licenciada en Economía en Jerusalén, se doctoró en la Universidad de Columbia de Nueva York. Habla en hebreo, polaco e inglés y también se defiende en español. Trabajó entre 1994 y 1996 en el Banco Interamericano de Desarrollo. Es una empleada histórica de la casa: se unió al Banco de Israel en 1988. De gira por distintos países de Europa para explicar las bondades de la economía de su país, cierra la puerta a opiniones concernientes a la política y rechaza cualquier pronunciamiento sobre el conflicto Árabe-Israelí: “No es una voz autorizada para este asunto”, advierten desde la embajada española. Se muestra visiblemente molesta cuando le preguntamos por el supuesto lobby judío que domina las finanzas en la sombra: “es ridículo”.

Esta mandataria sustituyó en el cargo a Stanley Fischer, actual vicepresidente de la todopoderosa Reserva Federal que dirige otra mujer, Janet Yellen. Karnit Flug reconoce que mantiene el contacto con su antecesor. Pese a la profunda relación que existe entre Israel y Estados Unidos, la Gobernadora del Banco Central no hace distinciones entre las diferentes Administraciones de la Casa Blanca (Barack Obama y Donald Trump) con las que ha convivido desde que asumió el cargo. En este sentido, Flug subraya el alto grado de independencia que existe entre la institución que dirige, bajo la cual tiene a su cargo más de 700 trabajadores, y el poder político, pese a que su nombramiento lo ejecuta directamente el primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Burbuja inmobiliaria

Al día de hoy, Israel se enfrenta a uno de los viejos fantasmas de la economía española. El precio de la vivienda se encuentra desbocado. Los bajos tipos de interés y las medidas de estímulo con las que intentó repeler la crisis económica desde 2009 le han traído un buen escenario macro, pero ha venido acompañada de un efecto secundario: el calentamiento en la acumulación de hipotecas. Flug, que el jueves se reunió con su homólogo español, Luis María Linde, cree que entre ambas burbujas existen diferencias. En su opinión, la caída de la demanda en España hundió los precios y en Israel esperan que la construcción de edificios siga al alza y pueda contener los precios inmobiliarios, cuya población señala que crece al 1,7% anual. La Gobernadora explica que desde enero el precio se ha estabilizado.

Otra diferencia, según describe, es el sistema financiero, que no ha necesitado ayudas públicas. En su opinión, uno de los motivos está en el control del crédito. Allí la concesión de hipotecas, explica, no supera el 70% del valor del activo, algo muy distinto de lo que ocurrió en España antes de la crisis. Lo que sí comparten ambos países es el deseo generalizado por tener vivienda en propiedad antes que vivir de alquiler.

Elevada desigualdad

Otro factor a corregir en Israel es la desigualdad que se ha generado en el país. “Las diferencias se producen por el diferente acceso al mercado laboral de sus estratos sociales” sostiene Karnit Flug. La población con alta cualificación educativa, en un país con uno de los mejores índices PISA del mundo, genera unos ingresos muy dispares al de otras capas sociales. Los estudios de esta académica ponen de relieve la fuerte diferencia que hay entre la población que habla en hebreo -la gran mayoría- y los que hablan árabe (ver cuadro). Pero Flug pone el acento en la población ultraortodoxa.

La comunidad Jaredí es cada vez más amplia y vive en guetos, abstraída en rituales religiosos y sobreviviendo con las ayudas que les da el Estado. “Están desconectados del mercado laboral”, afirma con diplomacia. No obstante, se trata de problemas de desigualdad, no de desempleo: el país tiene una de las tasas de paro más bajas del mundo, con tan sólo un 4,8% de su población activa sin trabajar.

Excesiva burocracia

El mínimo desempleo y la ligera mejora en el PIB per cápita de este año -muy similar al de España- se produce pese a que se trata de uno de los países más atrasados en el índice ‘Doing Business’. En los últimos diez años ha descendido en este ranking del puesto 26 al 52 y se encuentra entre los peores Estados en este sentido por la alta burocracia y los trabas para desarrollar un negocio allí.

Desarrollo tecnológico

Esta caída en los negocios contrasta con su decidida apuesta por el ‘venture capital’. Israel es el país que más invierte en proporción con su PIB: el 38%, por delante de Estados Unidos. El país hebreo es el tercero con mayor porcentaje de habitantes con estudios superiores, lo que le convierte en el máximo empleador del mundo en proporción al PIB en alta tecnología. “Aquí hay mucha tolerancia a fracasar en un negocio. No se entiende como algo negativo sino como que se está más cerca de lograr el éxito” destaca la gobernadora hebrea.

En este sentido, Karnit Flug explica que han tenido que hacer de necesidad virtud: “La mitad de Israel es un desierto y ahora estamos exportando mucha innovación para la aplicación de sistemas de regadío o desalinización”, explica. Precisamente el agua es uno de los recursos en disputa entre israelíes y palestinos. Existen otras fortalezas, aunque las destacan menos. Por un lado la industria de los diamantes, histórico negocio de los judíos que supone su mayor fuente de exportación, con un 23% del total. La otra gran industria exportadora de Israel es el armamento, la seguridad y el sector militar. Preguntada por ello, la Gobernadora del Banco de Israel asegura que “obviamente es fundamental para defendernos de nuestros vecinos, ya que tenemos una economía pequeña pero con relaciones comerciales con muchísimos países”.

 

 

 

 

Fuente:elconfidencial.com