En 1934 Adolf Eichmann fue designado a la sección judía de los “servicios de seguridad” de las SS. A partir de ese momento se involucró profundamente en la formulación y operación de la “solución final a la cuestión judía”. Diseñó la idea de la deportación de judíos en guetos, y siguió concentrando a judíos en áreas aisladas con eficiencia asesina. Sintió gran orgullo en el papel que jugó en la muerte de 6 millones de judíos principalmente europeos.

DORON GELLER

Algunos de los máximos líderes nazis fueron capturados después de la guerra y juzgados en Nuremberg. Muchos escaparon. Muchos también fueron buscados por miembros de la Brigada Judía del Ejército Británico. Además de ayudar en la inmigración ilegal de judíos a Palestina, también se organizaron en un grupo dedicado a rastrear a los nazis. Se llamaban a sí mismos los “Nokmim” – los Vengadores. Localizaron y capturaron a cientos de hombres de la SS, especialmente aquellos involucrados en el funcionamiento de los campos de concentración.

Al principio entregaron los SS a las autoridades aliadas, pero muchos de los SS “escaparon en el caos que siguió a la guerra o fueron liberados”. En un momento dado, los rusos liberaron a dos alemanes nazis que les habían entregado los judíos. Los alemanes salieron a la calle, riéndose de su liberación. Pero no por mucho tiempo. Los Vengadores “redujeron a los hombres con una ráfaga de fuego de sub-fusil”.

A partir de entonces, los Vengadores simplemente rastrearon y mataron ex nazis. Tal vez 1000 nazis fueron rastreados de esta manera después de la guerra.

Pero Adolf Eichmann había escapado tanto de los juicios de Nuremberg como de los Vengadores. Todo rastro de él se había perdido en mayo de 1945. En realidad había permanecido en Europa hasta 1950, sin mantener ningún contacto con su familia. En 1950, con la ayuda de una organización que ayudaba a los ex nazis a abandonar Europa, escapó a la Argentina. Mandó llamar a su esposa y a sus hijos dos años más tarde.

El pasaporte emitido a Adolf Eichmann por el Comité Internacional de la Cruz Roja el 1 de junio de 1950 fue descubierto por un estudiante graduado en la Universidad de San Martín a mediados de 2007, realizando investigaciones sobre la esposa de Eichmann, Verónica Catalina Leibel. El nombre en el pasaporte dice “Ricardo Klement”, y afirma que era un “técnico nacido en Bolzano, Italia, y apolide (sin nacionalidad)”.

Cuando Eichmann llegó a la Argentina en 1950, vivió casi tres años en una tranquila ciudad cercana a Buenos Aires llamada San Fernando, donde trabajó en una fábrica de metal. Luego se trasladó a la provincia de Tucumán, ubicada a más de 600 millas de Buenos Aires, donde trabajó en una empresa de ingeniería llamada firma Capri, a la que Juan Perón, presidente argentino de la época y conocido simpatizante de los nazis, dio muchos contratos estatales con el fin de modernizar la administración de agua de la provincia.

La esposa de Eichmann y sus dos hijos llegaron a Argentina a mediados de 1952 y lo acompañaron a Tucumán. Registró a sus dos hijos en una escuela alemana, conocida por promover la propaganda antisemita y pro-nazi en ese entonces, bajo el nombre de Eichmann, sugiriendo de nuevo cómo el gobierno argentino ayudó y fue cómplice de los ex nazis y sus simpatizantes.

En abril de 1953, la firma Capri se declaró en bancarrota y Eichmann trasladó a su familia a Buenos Aires, donde trabajó para varias empresas. Fue contratado por Mercedes Benz en marzo de 1959, donde siguió utilizando el alias Ricardo Klement.

Nadie había sabido nada de él por años. Pero en el otoño de 1957, Walter Eytan, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, recibió una llamada de Fritz Bauer, fiscal de la provincia de Hesse, Alemania. Hesse le dijo a Eytan que Eichmann estaba vivo y vivía en Argentina.

Eytan alertó inmediatamente a Isser Harel, el jefe del Mossad. Harel pasó una noche de otoño leyendo el expediente de Eichmann. En ese momento Harel no sabía mucho de él. Como escribe Harel en su libro sobre la captura de Eichmann, The House on Garibaldi Street; “No sabía qué clase de hombre era Eichmann, no sabía con qué celo mórbido perseguía su trabajo asesino o cómo se metió en la batalla para destruir a un miserable judío con el mismo ardor que dedicaba a la aniquilación de una comunidad entera. No sabía que era capaz de ordenar la matanza de bebés -y describirse a sí mismo como soldado disciplinado, de dirigir ultrajes a las mujeres- y enorgullecerse de su lealtad a un juramento, o de enviar viejos desamparados a sus muertes -y clasificarse como “idealista” … Pero yo sabía cuando me levanté de mi escritorio al amanecer que en todo lo referente a los judíos era la autoridad suprema y la suya eran las manos que tiraban las cuerdas controlando la caza del hombre y la masacre. Sabía que en todos los juicios de Nuremberg contra los criminales de guerra nazis se señalaba a este hombre como el carnicero jefe, sabía que era un maestro avanzado en los métodos policiales y que, por su habilidad profesional y por su total carencia de conciencia, sería una cantera extremadamente peligrosa. Sabía que cuando terminó la guerra había conseguido borrar todo rastro de sí mismo con gran experiencia.

Fuente: Jewish Virtual Library – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico