Corea del Norte ha desarrollado armas avanzadas de corto alcance y es casi seguro que Kim Jong Un las exporte.

HENRY SOKOLSKI – ZACHARY KECK

Entre los muchos tipos de misiles que está perfeccionando Corea del Norte hay un sistema de corto alcance que es casi seguro que exporte Kim Jong Un. Aunque no tan preocupante como el misil balístico intercontinental que probó Pyongyang el viernes pasado, esta arma tiene una interfaz altamente precisa optimizada para dejar fuera de combate bases estadounidenses y aliadas en el exterior, campos petroleros en el Golfo Pérsico, activos israelíes cruciales y eventualmente incluso a la navegación comercial y buques de guerra. La buena noticia es que todavía hay tiempo para detener la proliferación del sistema, pero sólo si actuamos rápidamente.

El misil en cuestión es una versión avanzada de un Scud, un misil de 185 a 620 millas de alcance que ha estado en uso mundialmente por décadas. Lo que hace tan diferente a la versión que acaba de probar Corea del Norte es que tiene un vehículo de maniobra de reingreso o VMR, el cual permite a la ojiva del misil maniobrar tarde en vuelo tanto para evadir las defensas contra misiles como alcanzar precisión puntual. China, Rusia, Estados Unidos y Corea del Sur han probado todos VMRs pero decidieron, hasta ahora, no exportarlos. Irán también ha probado un VMR, planteando preguntas sobre la posible cooperación de Teherán con Pyongyang.

La preocupación ahora es cuán lejos y cuán rápido podría desplegarse esta tecnología.

Pyongyang ya ha vendido misiles balísticos a siete países, incluidos Irán, Siria y el Irak de Saddam Hussein. Estas ventas generan fuertes divisas para el régimen de Kim, el cual es difícil que las adquiera de otra manera mientras Washington continúa aumentando las sanciones.
Pyongyang no tendrá ningún problema en encontrar clientes. Si bien sólo Irán o Pakistán podrían considerar adquirir un misil balístico intercontinental norcoreano, 15 países aparte de Corea del Norte ya poseen sistemas de misiles Scud más antiguos que ellos y podrían querer actualizarlos. Conseguir una versión VMR sería la mejor manera de amenazar objetivos que anteriormente sólo podían ser puestos fuera de combate por medio de una ojiva nuclear o gran cantidad de misiles.

Si Siria–que anteriormente adquirió Scuds de Corea del Norte—fuese a adquirir este misil, necesitaría apenas un puñado para eliminar las bases que usa EE.UU. para lanzar ataques aéreos dentro de sus fronteras. Los rebeldes en Yemen han disparado Scuds repetidamente a bases aéreas saudíes. La mayoría o han errado sus blancos o han sido derribados por las fuerzas saudíes. Un VMR aseguraría un ataque exitoso. Si Hezbolá, un cliente de las armas norcoreanas, pusiera sus manos sobre el nuevo sistema, podría cumplir con sus amenazas de eliminar las plantas químicas israelíes y el reactor nuclear de Dimona. Por último, si son emparejados con sistemas de vigilancia capaces, los Scuds VMR podrían incluso ser utilizados contra objetivos móviles tales como buques de guerra o de transporte de petróleo.

Si estos misiles se despliegan, las naciones hostiles y grupos terroristas no necesitarán armas nucleares para amenazar a Estados Unidos o a sus aliados. Ellos podrán mejorar su nivel de amenaza comerciando meramente los Scuds que ya tienen.

¿Qué debe hacer la administración Trump acerca de esto? Primero, comenzar hablando más francamente sobre la amenaza. La Armada de Estados Unidos ha sido clara en decir que ahora es vulnerable a los misiles VMR convencionales altamente precisos de China. Nuestro gobierno ahora tiene que concentrarse en la amenaza que presentarán los Scud MVR de Corea del Norte si estos sistemas proliferan globalmente.

En segundo lugar, a la par de desarrollar defensas para hacer frente a esta amenaza, Estados Unidos tiene que duplicar la apuesta en bloquear las exportaciones ilícitas de misiles. En 1987 Ronald Reagan trabajó con el Grupo de Siete naciones para crear el Régimen de Control de Tecnología Misilística, el cual hoy insta a los abastecedores de misiles (incluidos Rusia y China) a no exportar misiles capaces de levantar 1,100 libras por distancias de más de 185 millas—precisamente el tipo que Corea del Norte podría vender.

El RCTM sirve también como la base para la Iniciativa de Seguridad en Proliferación de 105 naciones, la cual permite a los países rastrear barcos y aviones que llevan tecnología de misiles prohibida. Estas herramientas para sofocar el comercio ilegal de misiles ya han sido desarrolladas. Es hora de afilarlas y usarlas.

Finalmente, Estados Unidos debe ponerse serio acerca de restringir más generalmente la venta de misiles. El Presidente Reagan quiso eliminar lo que llamaba “misiles nucleares.” Sus esfuerzos para hacerlo—el RCTM y el Tratado de Fuerzas Nucleares Intermediarias, el cual proscribió a una clase entera de misiles con capacidad nuclear basados en tierra—sugieren que él estaba enfocado en eliminar misiles idealmente adecuados para primeros ataques sorpresa. Dado que los misiles de hoy son lo suficientemente precisos como para destruir a sus blancos propuestos con ojivas convencionales, es hora de actualizar nuestro pensamiento en esta área.

Persuadir a las principales potencias del mundo de firmar las nuevas restricciones al comercio de misiles no será ninguna proeza simple. Rusia, por un lado, ya ha violado el tratado existente de las FNI. Pero antes de esta violación, Moscú propuso expandir el FNI para incluir a otros países, especialmente China, la potencia en misiles terrestres más grande del mundo. Traer a todas las partes a la mesa en buena fe será una proposición a largo plazo. Pero dadas las amenazas misilísticas que ya están surgiendo, el tiempo para empezar es ahora.

 

 

Henry Sokolski es director ejecutivo, Zachary Keck es un miembro del Centro Educativo en Política de No Proliferación.

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México