Enlace Judío / Aranza Gleason – En el judaísmo hay muchas ceremonias que conmemoran los momentos especiales dentro de la vida de una persona. Son pautas para para entender nuestra edad, la vida que nos rodea y nuestro labor como judíos. Cuando nace un bebé hombre o mujer hay una serie de ritos que se realizan. En la gran mayoría de ellos se recuerda el pacto que hizo Abraham con D-os y las responsabilidades del individuo como judío. Hay una figura que se repite constantemente y es la idea de ofrecer tu hijo a D-os, de sacrificarlo o redimirlo. Una de las más conocidas es el Pidión Haben. Es una ceremonia donde literalmente el padre de toda familia debe redimir y comprar con cinco monedas de plata a su primer hijo varón. Literalmente el padre lleva al niño de 31 días de nacido en una charola a manos de un cohén y paga cinco monedas a cambio de su hijo.

¿Cuál es el significado de esto? ¿Por qué un padre debe comprar a su propio hijo de las manos de un extraño?

Este acto simboliza que el niño fue redimido de su labor como cohén. El Pidión Haben recuerda dos pasajes bíblicos: el pecado con el Becerro de Oro y la muerte de los primogénitos en Egipto. Ambas son una muestra del valor que da la Torá a la vida y el honor especial que guarda un primogénito dentro de la casa judía y la simbología bíblica.

El primogénito es aquel que abre el vientre de la madre. Ello implica que es la primera persona de la familia en continuar el linaje de sus padres. Con su sólo nacimiento representa la continuidad del pueblo judío y la vida del mismo. Por ello, recibe tratos especiales, distintos al de sus hermanos (como doble porción en la herencia) y responsabilidades que sólo él tiene. A diferencia del resto de los hijos comparte el peso del bienestar familiar, económico y espiritual, con sus padres. Es su responsabilidad proveer para sus hermanos y en antaño era el encargado de realizar los servicios en el templo. Bajo los ojos de la tradición al ser él el primero, la educación que recibe marca el estándar moral bajo el cual toda la familia será educada y por lo mismo se le exige ser un ejemplo de rectitud. Finalmente fue él quien hizo a su madre, madre y gracias a él sus padres entraron a una etapa nueva dentro de la vida y servicio a D-os.

Esta simbología se encuentra presente a lo largo de toda la Torá en distintas figuras. Desde el libro de Génesis (Bereshit) podemos ver cómo el pacto hecho por nuestros patriarcas con D-os se reelabora nuevamente en cada uno de ellos a través de la primogenitura, a través del derecho que tienen como hijos de la primer esposa de su padre. Y tan importante es para D-os la primogenitura que el mismo Jacobo no podía heredar directamente de su padre y tuvo que comprársela a su hermano malvado Esau, para poder continuar el camino familiar.

Y así como cada patriarca honró el nombre de su padre estableciendo una mayor conexión con D-os, liderando a su familia y descendencia hacia una nueva fase, en Egipto y en el desierto, los primogénitos judíos seguían teniendo esa labor. Cuando D-os sacó a los judíos de Egipto ordenó a los hijos de Israel redimir a todo primogénito y habla de este procedimiento como “una señal de la salida de Egipto.” Nos dicen nuestros sabios que desde ese día se designó al primogénito de cada familia como el encargado de realizar los servicios en el templo.

Iban a ser los primogénitos de todas las familias quienes tuvieran el honor de servir a D-os en Su casa. Sin embargo, cuando sucede el evento del Becerro de Oro, los miembros de todas de las tribus a excepción de una sola pecan con el Becerro de Oro, incluidos entre los que encabezaron la acción varios primogénitos de familias enteras. Por ello, pierden su estatus privilegiado frente a D-os y se designa a los hijos de levitas como únicos sacerdotes; ya que esta tribu fue la única que se opuso en su totalidad a la construcción del ídolo. Por ello, el padre debe comprar a su propio hijo de las manos de un cohén, porque sólo el cohén puede redimirlo de su servicio. Por esa misma razón, los hijos de cohanim, que tienen un padre o una madre cohén no realizan la ceremonia, porque no pueden ser redimidos de dicho servicio.

¿Por qué la Torá recuerda al primogénito en estos dos eventos? ¿Qué más le enseña a los padres el Pidión Haben?

En recuerdo a estos dos eventos se realiza el Pidión Haben, cada uno representa una cosa distinta. La salida de Egipto es símbolo de la libertad más alta que se puede alcanzar. No es ser libre por ser libre, los judíos salieron de la casa de la esclavitud con un objetivo claro: llegar a la tierra, fructificar en ella y crear un pueblo que se dedique a D-os.

Mientras que el sacrificio hecho por los levitas y el sacerdocio representa la dedicación en cuerpo y alma a D-os. En ambos casos se menciona al primogénito, de tal forma que éste termina por representar la libertad (la razón primordial por la cual fuimos liberados) y el pacto hecho por el pueblo en el Sinaí, la decisión de un pueblo de dedicar su vida a D-os.

Estos dos significados se materializan de forma individual en la ceremonia que se hace al realizar esta mitzvá (mandato). En ella se les recuerda a los padres su labor como guías del niño. Tener que comprar a su propio hijo de manos de un extraño es un recuerdo de que él y toda su descendencia no es totalmente suyo, sino que también es de D-os. En la tradición solemos ofrecer a D-os las primeras cosechas de todo árbol y los primeros productos del ganado como forma de agradecimiento, con el objetivo de que los campos sigan produciendo. Dichas ofrendas son un recordatorio de que la verdadera abundancia sólo llega al hombre cuando le da a la materia un sentido, cuando se dirige hacia D-os, ya que el hombre la recibió de D-os mismo. Se hace con las primeras frutas, porque los primeros pasos y los primeros beneficios marcan el camino que la persona va a tomar.

Lo mismo sucede con los hijos, el Pidión Haben es un recordatorio al padre que la felicidad del hombre depende de su cercanía con la espiritualidad. En la ceremonia antes de redimir al niño el cohén le hace una pregunta casi retórica al padre, le pregunta si prefiera a su hijo o a las cinco monedas de plata que está obligado a dar. El padre por supuesto responde que prefiere a su hijo, ¿qué padre no lo haría?. Sin embargo, la pregunta tiene implicaciones más profundas; le recuerda que así como tiene la obligación de alimentar y sostener económicamente a su hijo, su responsabilidad más importante con él es la educación decide darle; la ceremonia le enseña a no perder de vista su objetivo; a no valorar el dinero por encima de la enseñanza espiritual.