Enlace Judío México.- Cuando me enteré de que Barcelona, mi ciudad de adopción, fue escenario por primera vez de un gravísimo atentado terrorista yihadista (el noveno atropellamiento masivo en Europa), no pude evitar un profundo pesar, pero también el que infelizmente se trataba de la crónica de unas muertes anunciadas. Antes de Semana Santa visité por tercera vez territorio iraquí y el frente de combate contra el llamado Daesh o Estado Islámico. En la zona de Mosul, al norte de Iraq, tuvo lugar la madre de todas las batallas. Una coalición internacional sin precedentes de 70 países encabezada por EE.UU., junto el ejército iraquí y el ejército kurdo –los peshmerga–, lucharon durante nueve meses para expulsar a unos miles de hombres del califato.

Ahí tuve la oportunidad de tener una larga conversación con presos yihadistas que acababan de caer en manos del ejército kurdo tras largos combates. Uno de ellos, de unos 20 años y procedente de la ciudad siria de Raqa, donde se desarrolla ahora la última gran batalla contra Daesh, me detalló con total seguridad su hoja de ruta: “Primero borraremos las fronteras artificiales de Oriente Medio, determinadas por los infieles –el británico Sykes y el francés Picot–, que se inventaron estados e impusieron estados a los musulmanes en 1916. El califato llegará hasta Al Quds (Jerusalén), luego atacaremos al gran infiel en Roma (el Papa), y finalmente llegaremos a Al Ándalus (la península Ibérica), que es territorio islámico del Waqf, que nos pertenece”.

Cuando le repliqué que cómo se atrevía a hablar así en un momento en que estaban a punto de ser expulsados de gran parte del territorio que ocuparon en Iraq y Siria –que llegó a ser del tamaño de Gran Bretaña pero cada día va menguando más–, me respondió: “No entendéis nada en Occidente. Aunque perdamos nuestro territorio, nuestras ideas permanecerán y ya están sembradas en todo Occidente y Oriente Medio”. Los presos de Daesh, esposados y agotados por la larga batalla, citaron al ideólogo de los grupos de la yihad mundial Abu Musab al Suri. Este, casado con una española convertida al islam llamada Elena, y que posee pasaporte español al igual que su mujer, se encuentra escondido en los alrededores de Raqqa, desde donde grabó un video con un llamamiento a los yihadistas de Occidente. En el clip les explicó que no es necesario trasladarse de los países en los
que viven y citó la llamada tesis de la “Quinta Columna” planteada inicialmente por Osama bin Laden, el fundador de Al Qaeda.

“Si tú vives en Argentina y quieres atacar a los infieles, hazlo en tu país de residencia, porque sabes hablar y vestirte como los habitantes locales y puedes engañar mejor a las fuerzas de seguridad. Si vives en Suecia y quieres atacar un centro judío, haz lo mismo, que sea un musulmán sueco quien lo haga”. Abu Musab al Suri explica que no es posible organizar atentados muy complejos cada año, pero que si se puede recurrir a los coches de tus padres, agarrar las llaves y atropellar “infieles”, o ir a las cocinas de las madres, coger cuchillos y salir a matar. Atropellamientos y apuñalamientos, el low tech del terrorismo, permitirán aterrorizar a las multitudes judeocristianas.

Lo que los terroristas hicieron en la Rambla de Barcelona es elegir un icono de la ciudad, conocido por los millones de turistas que la visitan regularmente, para obtener la máxima repercusión. Así se logra un megáfono mundial, que transforma estos atentados en eventos multimedia, transmitidos por los medios de comunicación de todo el mundo, pero también magnificados por todas las redes sociales que son parte íntegra del llamado califato digital de Daesh. Como comentaban los presos que encontré en Mosul, puede que los yihadistas sean vencidos en el campo de batalla y expulsados de Siria e Iraq, y puede incluso que en el futuro esta organización desaparezca del mapa, pero la herencia que dejará en internet de miles de vídeos que confunden realidad y ficción –imitando películas de Hollywood y famosos videojuegos–, quedará para siempre y servirá de modelo para futuros grupos yihadistas.

En un estudio realizado en Europa por el científico francés Olivier Roy sobre el perfil psicológico de los yihadistas que atentaron en los últimos años contra objetivos belgas, franceses, alemanes y británicos, llegaron a la conclusión de que un 60% de ellos pertenecen a la segunda generación de inmigrantes de Oriente Medio y el norte de África, que perdieron el vínculo con el país natal de sus padres pero no se integraron en Europa. Un 15% ya son los hijos de la tercera generación, y un 25% son europeos convertidos al Islam.

En los años ochenta fui testigo del asesinato de dos marineros israelíes de la compañía Zim a manos de un comando de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP) cuando su barco atracaba en el puerto de Barcelona. Ese fue considerado en aquel entonces un grave atentado terrorista más. Lo que vemos ahora va más allá: se trata de un objetivo de grupos islamistas radicales, que eligieron la Rambla como un símbolo de la multiculturalidad y que lanzaron una flecha venenosa más al corazón de la civilización occidental.

La estrategia del Daesh: “Finalmente llegaremos a Al Ándalus, que es territorio islámico, que nos pertenece”. Lo que los terroristas hicieron en la Rambla es elegir un icono para obtener la máxima repercusión.

Fuente: La Vanguardia