Enlace Judío México- Ayer, 30 de agosto, Luis Werman Zaslav, Presidente de la Red Nacional de Consejos Ciudadanos de México A.C. y del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, pronunció estas palabras en la sesión del XLII Consejo Nacional de Seguridad Pública, celebrada en el salón Tesorería del Palacio Nacional:

“Gracias al Pleno del Consejo; señor Presidente de la República; Secretario de Gobernación; Secretario de la Defensa Nacional; Secretario de Marina; Procurador General de Justicia; Comisionado Nacional de Seguridad Pública; señora gobernadora; señores gobernadores; señor Jefe de Gobierno.

Hace dos años, al iniciar junto a otros reconocidos ciudadanos mi participación en este Consejo Nacional, afirmé que la confianza y el tiempo eran recursos escasos en nuestro país.

Hoy, en esta última sesión como representante de la sociedad civil, considero que, a pesar de algunos avances, nos encontramos en un escenario aún más complejo y adverso.

Soy padre y soy mexicano
. A nombre de muchos ciudadanos, esta tarde les hago una pregunta:

¿Cuál será nuestro legado?

La seguridad pública de México requiere de la voluntad y el compromiso de un sistema político que mantiene vicios que impiden sanear nuestras instituciones y recobrar la paz y la tranquilidad que merecemos.

Winston Churchill afirmó que no sirve de nada decir que hacemos nuestro mejor esfuerzo, si no logramos realizar lo que es necesario. Menciono la frase para convocar a quienes estamos en esta mesa a reflexionar sobre el estado en que se encuentra la seguridad nacional y, de paso, el país.

¿Cuál será nuestro legado?, pregunto de nuevo a todos.

Aún tenemos pendientes fundamentales, como definir claramente el papel de nuestras Fuerzas Armadas para que no continúen en tareas que no les corresponden; mejorar el nuevo sistema de justicia penal y evitar que la llamada “puerta giratoria” siga minando la confianza ciudadana e incluso debatir la manera en que podemos darle a los buenos policías los derechos mínimos que ni la propia Constitución contempla.

Y luego está la corrupción, el lastre del país.

Por mucho que hagamos a favor de la seguridad, los avances no reflejan una mejoría para el ciudadano promedio, porque sigue siendo testigo o víctima de delitos que sólo pueden explicarse por medio de la impunidad, las complicidades, las fallas de coordinación y la ausencia de autoridad, lo que le permite al crimen llenar los vacíos que dejan muchas instituciones en prácticamente todos los niveles de gobierno.

¿Cuál será nuestro legado?

Mientras no reduzcamos la enorme desigualdad que priva en nuestra nación, no se garanticen servicios de salud y de educación de calidad; de espacios públicos seguros, de puestos de trabajo dignos; no podremos competir con la oferta que hace el crimen a muchos mexicanos.

La seguridad no puede reducirse a patrullas, policías y pistolas
. Se trata de un ambiente en el que la sociedad es corresponsable y las instituciones garantizan un Estado de Derecho pleno, sin privilegios y sin compadrazgos.

Durante este periodo como invitado permanente, he sido testigo de los obstáculos que todavía enfrentamos y de la debilidad de un sistema político al que le urge cambiar.

Aquí están las mujeres y los hombres que tienen la responsabilidad de mejorar las condiciones de vida de sus gobernados y de los ciudadanos en general.

Sin embargo, aquí mismo, compartí el espacio con gobernadores que no eran parte del problema, sino eran el problema mismo. De fiscales que controlaban el crimen en sus entidades, sentados en el máximo órgano que tiene México para determinar sus políticas públicas de seguridad.

Por eso les insisto: ¿Cuál será nuestro legado?

No obstante, existen logros que dan cierta esperanza. La información con la que cuenta ahora el Sistema Nacional de Seguridad Pública es el mejor diagnóstico a la mano sobre el estado en que se encuentran nuestras policías. La calidad de los datos de la Plataforma México o la creación de unidades antisecuestro confiables son pasos adelante que debemos reconocer.

Aquí mismo, también encontré mexicanas y mexicanos comprometidos con ayudar a su país; en particular los miles de policías federales y locales, soldados y marinos, que están en estos momentos cumpliendo con su deber.

Señor Presidente, quedan 15 meses, los más complicados para un titular del Ejecutivo y al mismo tiempo los que podrían hacer la diferencia para México. Usted tiene la oportunidad de encauzar el cambio real que demanda la sociedad para enfrentar amenazas que ya no son sólo nacionales, porque ahora también vienen del exterior.

Pronto estaremos en medio de una negociación comercial internacional histórica, justo al mismo tiempo en que la competencia electoral ocupará la agenda nacional. Ésta puede ser la última oportunidad para separar la política de la seguridad, de reconducir a las instituciones para obtener la justicia que reclamamos.

¿Cuál será nuestro legado, entonces?

No tengo duda de que este sistema necesita una sacudida. Sin embargo, debe ser por la vía de la democracia, la participación civil, la transparencia y la legitimidad. Queda muy poco tiempo y la confianza es prácticamente inexistente.

El juicio de la historia nos alcanzará sin remedio. Cada uno medite qué desea que sepan de nosotros, y de nuestro papel aquí, nuestras familias, nuestros hijos, las generaciones que vienen detrás.

En lo personal, quiero verme al espejo y no tener que desviar la mirada por saber que sólo puede hacer mi mejor esfuerzo, cuando lo que urge es hacer lo necesario para mejorar a mi país.

Gracias por su atención.