Enlace Judío México.- El estado de Qatar ha sido oficialmente etiquetado como ‘patrocinador estatal del terrorismo’, y partidario activo de organizaciones terroristas islámicas como la Hermandad Musulmana, Al Qaeda y el Estado Islámico, no por gobiernos occidentales, sino por Arabia Saudita, la cuna de la fe islámica, y los otros regímenes islámicos de la región. No así en Francia.

DRIEU GODEFRIDI*

Conociendo los hechos de Qatar – 11.000 km2, un tercio del tamaño de Bélgica, 2,5 millones de habitantes – la pregunta puede parecer exagerada: ¿cómo podría Francia, la gran Francia, eventualmente ser comprada por un pequeño estado como Qatar?

Por la única razón de que, gracias a sus enormes reservas de gas y petróleo, Qatar tiene el mayor ingreso per cápita del mundo y grandes reservas de efectivo para invertir en todas partes, mientras que Francia, gracias a 40 años de socialismo, está en imperiosa necesidad de efectivo y tiene una tradición de funcionarios corruptibles, por no hablar de una propensión a la ‘colaboración’.

El 4 de agosto, la prensa inglesa -no la prensa francesa- reveló que los fiscales franceses están investigando activamente dos eventos: la adjudicación de la Copa Mundial de Fútbol de 2022 a Qatar y la compra por ‘Qatari Diar’, una compañía estatal de inversiones, de una participación en la empresa francesa de servicios públicos Veolia.

En el centro de la investigación está el ex presidente francés Nicolas Sarkozy. Sin duda, Sarkozy no ha sido formalmente acusado (y tal vez nunca lo sea), pero la evidencia es abrumadora.

En primer lugar, la Copa del Mundo. Que el Estado de Qatar, conocido desde hace décadas por su apoyo activo a las organizaciones terroristas islámicas, y con una temperatura entre las más altas del mundo – además de cero tradición en el mundo del fútbol – fuera galardonado con el Mundial de 2022 es, por supuesto, una fuente de asombro desde que el premio fue anunciado por la FIFA, el organismo internacional de fútbol.

Los investigadores franceses están examinando ahora una reunión que tuvo lugar entre el entonces presidente Sarkozy, Michel Platini, ex presidente de la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (UEFA), que formó parte de la comisión de la FIFA que eligió a Qatar, y funcionarios de Qatar el 23 de noviembre de 2010 (10 días antes de la votación). Se alega que Platini estaba empecinado contra Qatar y que Sarkozy le instó a cambiar de opinión: ‘Son buena gente’.

Se dice que el ‘acuerdo’ se selló cuando Qatar aceptó comprar el mayor equipo de fútbol francés, el Paris-Saint-Germain (PSG). Se alega que Qatar pagó inmensos sobornos a altos funcionarios franceses, para asegurar estos dos acuerdos: la Copa Mundial y la inversión de Veolia. Aunque todavía no se han presentado pruebas, el caso no habría sido abierto por los fiscales franceses sin él. Además, nadie ha negado la reunión del 23 de noviembre de 2010.

En abril de 2010, el fondo ‘Qatari Diar’ compró una participación del 5% en Veolia. Los investigadores rastrean 182 millones de euros sospechosos de haber sido utilizados para sobornar a funcionarios franceses. Los investigadores también están estudiando un posible vínculo entre estas dos operaciones: Qatar invirtiendo en Veolia como un favor a Francia, posiblemente a cambio del apoyo de Francia a Qatar para albergar la Copa Mundial de 2022.

Es dudoso que los investigadores franceses lleguen nunca al fondo de estos dos casos. El poder judicial en Francia tiene una larga tradición de sometimiento al gobierno. Desde 1789, el poder judicial francés ni siquiera ha sido un poder independiente -como lo son el Legislativo y el Ejecutivo- sino una mera autoridad con alcance más limitado.

Es revelador que estas dos investigaciones fueran expuestas, no por la prensa francesa, sino por la prensa inglesa.

Lo que ya sabemos con seguridad es lo siguiente:

  1. A un estado patrocinador del terrorismo, Qatar, se le permitió comprar el equipo de fútbol líder de Francia, París-Saint-Germain, con la ayuda del entonces presidente Nicolas Sarkozy. El antiguo propietario del PSG era un fondo privado controlado en Europa por uno de los amigos cercanos de Sarkozy. No habría habido ningún acuerdo sin el consentimiento directo de Sarkozy, así es como funciona Francia.
  2. A un patrocinador estatal de terrorismo, Qatar, no sólo se le permitió, sino que fue activamente cortejado, por funcionarios franceses a invertir en algunas de las compañías más grandes de Francia, incluyendo empresas de defensa, como Veolia, así como la casa matriz de Airbus, European Aeronautic Defence and Space Empresa (EADS); el grupo energético EDF; la constructora, Vinci; y el grupo de medios y defensa Lagardère.
  3. Un patrocinador estatal de terrorismo, Qatar, fue apoyado activamente en su oferta de 2022 por la Copa del Mundo por el gobierno de Francia y Nicolas Sarkozy, quien declaró después de la votación de la FIFA en 2010: ‘El deporte no pertenece a unos pocos países. Pertenece al mundo … No entiendo a los que dicen que los acontecimientos siempre deben tener lugar en los mismos países y los mismos continentes’.
  4. Hay una parte significativa de la clase política francesa que parece considerar a la Embajada de Qatar en París como una especie de cajero automático, como han demostrado los reconocidos periodistas Christian Chesnot y Georges Malbrunot en su libro Nos très chers émirs (Nuestros muy queridos emires) y deplorado por el nuevo embajador de Qatar en Francia, Meshaal al-Thani.
  5. Desde 2008, un patrocinador estatal de terrorismo, Qatar, se ha beneficiado de una enorme recesión fiscal en Francia: la exención de beneficios en las ventas de propiedades. En Francia, los beneficios de las ventas inmobiliarias no sólo se gravan en un 19%, sino que también están sujetos a un nuevo CSG / CRDS y al impuesto social (15,5%), lo que supone un tipo impositivo total combinado del 34,5%. La regla es la misma para todos, ya sea una persona o una corporación. Todo el mundo, es decir, excepto el Estado de Qatar, cuando la administración de Nicolas Sarkozy decidió eximirlo del impuesto. Como resultado, la familia real de Qatar y el fondo soberano han construido desde entonces una enorme cartera de activos en Francia, que empequeñece la cartera de un estado como Arabia Saudita. La cartera de Qatar abarca desde un centro comercial Champs-Élysées hasta el Lido Cabaret. ‘Nuestro déficit ha destruido nuestra libertad’, dijo Nathalie Goulet, senadora centrista de Baja Normandía, en 2013. ‘Los qataríes están aquí para comprar, mientras vendemos nuestras joyas de familia’. Lo cual hicieron. [1]

Qatar y otros estados del Golfo tratan de beneficiarse de exenciones fiscales en todo el mundo, pero esta convergencia de hechos -la venta de activos, clubes deportivos, empresas de defensa y representantes gubernamentales- es única en Francia. Es a través de estas exenciones fiscales – esta es sólo una de ellas – que los qataríes están comprando las ‘joyas’ de Francia. Por supuesto, Estados Unidos también vende armas a los qataríes, Estados Unidos tiene una base militar en Al Udeid, pero Estados Unidos no vende sus empresas de defensa a Qatar.

Por lo tanto, probablemente ni siquiera tenemos que esperar a que los resultados de las últimas investigaciones señalen que Francia, en particular pero no exclusivamente bajo los auspicios de Nicolas Sarkozy, literalmente ha sido comprada por un Estado patrocinador del terrorismo, Qatar.

Al mismo tiempo, el Islam en Francia se ha extendido. Francia ha sido profundamente infiltrada por la organización terrorista de la Hermandad Musulmana, que no está clasificada en Francia -a diferencia del Reino Unido- como patrocinadora del terror. Esta organización, desde que fuera derrocada por el actual presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi, es ahora la querida de Qatar. Sin Qatar, la Hermandad Musulmana estaría sin hogar. Dada su enorme dependencia financiera, corporativa y política de Qatar, está claro que Francia – en nombre de la ‘estabilidad’ – no haría nada para disgustar a su querida.

Aunque Francia es miembro de la OTAN y una potencia nuclear, en ningún otro lugar de Occidente se encuentra el islamismo tan profundamente arraigado en el tejido de las instituciones, la mente y el espíritu de un país tal como está allí. Incluso en el Reino Unido, todavía se encuentra poderosos contra-poderes (ver el informe gubernamental sobre la Hermandad Musulmana). No así en Francia.

Consideremos el caso del funcionario palestino Jabril Rajoub – condenado a cadena perpetua en 1970 por lanzar una granada contra un vehículo del ejército israelí, pero liberado, junto con otros, a cambio de tres soldados israelíes tomados como rehenes por el Frente Popular para la Liberación Palestina (FPLP). Rajoub es ahora presidente de la Asociación Palestina de Fútbol – otro ejemplo de la profunda infiltración de la FIFA por islamistas y enemigos de judíos patrocinados por los Estados del Golfo, comenzando con Qatar. ¿Sería esa posición incluso pensable sin el patrocinio de Francia de Qatar en la FIFA? Probablemente no.

Es cierto que Qatar está comprando activos de todo el mundo, incluidos los políticos, no sólo en Francia. Y es cierto que Estados Unidos también está vendiendo armas a los qataríes, al igual que muchos otros países. Sin embargo, una cosa es vender armas, pero otra vender sus empresas de defensa. Una cosa es estar abierto a la inversión extranjera, pero otra dar grandes beneficios fiscales a un estado patrocinador del terror para que pueda adquirir las “joyas” de su país.

No es tampoco un accidente que la cara principal del islamismo en Europa, el hermano musulmán Tariq Ramadan (desde su base en Oxford, Inglaterra) vea a Francia como el futuro del Islam en Europa, y no el Reino Unido (sigue siendo el número 2 en el mundo en la lista).

Estados Unidos y otros países pueden vender cosas, pero Francia se está vendiendo a sí misma.

*Drieu Godefridi, escritor belga clásico-liberal, es el fundador de l’Institut Hayek en Bruselas. Tiene un doctorado en Filosofía de la Sorbona en París y también dirige inversiones en empresas europeas.

Fuente: Gatestone Institute – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico