Enlace Judío México.- Una ley de delitos de odio ha estado vigente desde el 2003, pero hasta hace poco los fiscales dudaron en emplearla.

ELIORA KATZ

Roger Pinto, de setenta y ocho años estaba sentado en su casa en los suburbios de París la noche del 7 de septiembre cuando irrumpieron tres jóvenes y cortaron la electricidad. Ellos lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, según su relato, y cuando él volvió en sí, uno de ellos dijo: “Los judíos tienen montones de dinero, y tú nos darás lo que tienes.”

Ataron y golpearon al Sr. Pinto, a su esposa de 72 años y a su hijo, los retuvieron durante muchas horas, y por último escaparon con joyería, dinero en efectivo y tarjetas de crédito. Los Pinto fueron tratados por heridas menores. Las autoridades están investigando el ataque como un crimen de odio.

“La motivación para este acto cobarde parece relacionada en forma directa con la religión de las víctimas,” dijo el Ministro del Interior, Gérard Collomb.

Tal admisión es inusual en Francia. El Parlamento promulgó una ley de delitos de odio en el año 2003, en respuesta a ataques contra judíos durante el apogeo de la segunda intifada en Israel. Pero la idea de crímenes motivados por sesgo cae en forma incómoda con el modelo republicano francés, basado en la noción de integración dentro de una identidad nacional uniforme. Francia no clasifica oficialmente a sus ciudadanos según raza, religión o etnia.

De ahí que los funcionarios se hayan equivocado a menudo acerca de designar los ataques antisemitas como crímenes de odio. En el 2014 cuatro ladrones armados irrumpieron presuntamente en la residencia de una joven pareja judía y violaron a la mujer de 19 años mientras mantenían en el piso a su pareja. Como en el caso de Pinto, los sospechosos exigieron dinero, afirmando: “Judíos, ustedes tienen dinero en casa, ustedes no lo ponen en el banco.” Los fiscales acusaron a los sospechosos de violación grupal, robo y secuestro pero dieron de baja los cargos de crimen de odio este febrero pasado.

Las autoridades francesas negaron inicialmente motivos antisemitas en el brutal secuestro, tortura y asesinato en el 2006 de Ilan Halimi, de 23 años de edad, por parte de una banda de matones musulmanes que se intitulaban la Pandilla de los Bárbaros, sólo para reconocerlos en el juicio tres años después. Las pistas no fueron difíciles de encontrar: cuando los Halimi, de clase obrera, no pudieron pagar el rescate que exigían inicialmente sus captores, la pandilla respondió: “Vayan y obténganlo de su sinagoga.” Ellos también contactaron a un rabino y le dijeron: “Tenemos a un judío.”

Este pasado abril fue asesinada Sarah Halimi, una judía ortodoxa de 66 años (quien no tenía ninguna relación directa con Ilan Halimi), cuando un vecino irrumpió presuntamente en su departamento de un tercer piso en París, la golpeó y la empujó por la ventana. El sospechoso fue capturado en el departamento de otro vecino, en donde estaba escondido cantando versículos del Corán. (El sospechoso ha alegado locura. Apenas la semana pasada, después de meses de presión de la comunidad judía, los fiscales franceses clasificaron el asesinato de Sarah Halimi como un crimen de odio.

Los judíos han sido también prominentes blancos públicos. Un hombre que prometió lealtad al Estado Islámico mató a cuatro en un supermercado kosher parisino justo después de la masacre de Charlie Hebdo en el 2015, y el desenfrenado tiroteo de Mohammed Merah en el año 2012 en una escuela judía en Toulouse tomó también cuatro vidas. Manifestantes pro-palestinos cantaron “Muerte a los judíos” y “ Hitler tenía razón” en el 2014, mientras marchaban a lo largo de París incendiando tiendas judías y sitiando sinagogas. Los ataques callejeros, grafitis e insultos son comunes.

La violencia y hostilidad están cobrando una cuenta sobre la comunidad. Mientras hace 30 años la mayoría de los judíos franceses anotaban a sus hijos en escuelas públicas, apenas un tercio lo hace hoy. Unos 40,000 judíos franceses han emigrado desde el 2006, más de 20,000 de ellos entre el 2014 y el 2016. Después del asesinato del 2015 en el supermercado, fueron desplegados 12,000 soldados para proteger a las instituciones judías. Pero hay medio millón de judíos en Francia, y el ejército no es lo suficientemente grande como para cuidar todas sus casas.

Yo entrevisté a dos filósofos judíos franceses, quienes ofrecieron visiones contrastantes de la crisis. Georges-Elia Sarfati, nacido en Túnez, elogió al Presidente Emmanuel Macron por su voluntad de “llamar gato a un gato”—no sólo clasificando los recientes ataques como crímenes de odio pero destacando también en julio que el anti-Sionismo es una “forma reinventada del antisemitismo.”

Sarfati es, no obstante, pesimista: “El ‘nuevo antisemitismo’ está estrechamente conectado con la inmigración musulmana masiva en Francia, y no es políticamente correcto criticar el antisemitismo musulmán, ya que los musulmanes fueron víctimas del colonialismo”, dice. “Ningún gobierno será lo suficientemente valiente para hacer frente a la judeofobia. No es una prioridad nacional… Estos ataques ilustran que los judíos claramente no estamos seguros, y parte de la sociedad francesa nos considera extranjeros peligrosos, o ciudadanos de segunda.”

Bernard Henri-Lévy observa que la “sociedad francesa es animada por una voluntad feroz y casi suicida de ignorar y negar: nosotros decimos ‘terrorismo,’ y no ‘terrorismo islámico,’ y ‘caso de violencia’ en vez de ‘ataque antisemita.’. . . Francia teme a las palabras.” Pero él también dice “los judíos franceses, en nuestros días, son orgullosos, libres y fuertes”—como fue evidenciado por sus demandas de acción contra los crímenes de odio antisemita tanto como por sus éxitos en la sociedad francesa.

¿Quién tiene razón? Los franceses aman una paradoja, y tal vez la verdad se encuentra en algún punto intermedio.

 

 

*Eliora Katz es una becaria en el diario.

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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