Enlace Judío México.- Lady Bird y Cielo dos óperas primas de primerísima calidad en el 55 NYFF.

NEDDA G. DE ANHALT
(Desde Nueva York en exclusiva para Enlace Judío).

Para el poeta Octavio Paz, el último fundamento de la libertad debe fincarse en la acción. Y, agrega Paz: “se define, siempre, constantemente, en función de un contrario” (Letras Libres, Editorial Vuelta, p.71). Y eso es lo que precisamente hace Saoirse Ronan, la protagonista de Lady Bird (EUA, 2017, 93m) de la directora y guionista Greta Gerwig.

Este debut auspicioso nos presenta a una rebelde con muchas causas. Una de ellas es que no está conforme con el nombre que le han dado sus padres, por tanto, toma la acción de rebautizarse con otro nombre: Lady Bird. Y esta pájara que quiere volar libre en todo, está peleando siempre con su madre (Laurie Metcalf) porque a su padre (Tracy Letts) lo adora. Y no es solo su nombre lo que no le gusta a esta Lady Bird sino también su lugar de nacimiento ni el colegio religioso donde asiste. Sus planes son muy ambiciosos y no es que sea una mala persona, al contrario, ella está dispuesta a ayudar a su mejor amiga, a cualquiera, sin percatarse que es ella la que necesita ayuda. Su primer amor se convierte en sorpresiva decepción y seguirán muchas más. Y es que la libertad absoluta no sirve, no funciona.

Lady Bird se rebela de ciertas esclavitudes, para irónicamente, caer en otras. Esta pájara libre se dará cuenta que no tiene caso volar tan alto, que para un ser humano la libertad implica limitaciones, sobriedad de actitudes y comportamientos como quien dice aceptar tu nombre, tu destino. ¡Qué película tan honda nos ha obsequiado Greta Gerwig!

Hasta el momento ha sido el filme que ha obtenido el aplauso más fuerte de parte del público de la prensa.

En una época en que casi todos están como Narcisos viéndose constantemente sobre el frío cristal de las cámaras de sus celulares, ¿cuántas veces al día, a la semana, mes o año han levantado el rostro para mirar el cielo? Y si pudieran hacerle una pregunta -una sola- como pide la directora Alison McAlpine en su película Cielo (Canadá/Chile, 2017, 78m) ¿cuál pregunta le harías?

La primera imagen de este filme extraordinario, ópera prima de McAlpine, es la de dos arbolitos que de modo simbólico pudieran representar el cielo y la tierra. Cuando la película finalice, principio y fin se funden con esta misma imagen, la de dos árboles separados que mantienen un diálogo permanente. En el ínterin hemos de enterarnos por los paupérrimos habitantes del desierto de Atacama, al noroeste de Chile, de las leyendas más extrañas que oídos humanos hayan escuchado. Estos seres están constantemente mirando al cielo, atentos a las estrellas fugaces y a los eclipses.

La película está hablada en varios idiomas español, inglés y francés para otorgarle un carácter universal a este filme que fue un auténtico regalo para los espectadores.

 

Continuará…