Enlace Judío México.-Daniel Alberto Brailovsky es uno de los rostros habituales de Fox Sports en México. Analista en el programa ‘La última palabra’, su vida da para una película en la que no sólo el fútbol, su pasión, sería el protagonista. Hasta tres selecciones contaron con él: las inferiores de Uruguay, en las que le dio paso Roque Máspoli; tres partidos con la absoluta argentina de Menotti al lado de Maradona, Kempes o Passarella y 18 (13 amistosos y cinco de clasificación para los Juegos de Seúl de 1988) con Israel.

MIGUEL ÁNGEL LARA

Al mundo llegó en el seno de una familia judía en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1958. Siendo un chaval de 15 años, y en contra de la opinión de su madre, dejó a un lado la opción de jugar con River o Boca y cruzó el Río de la Plata para ponerse la camiseta de Peñarol porque un tío suyo tenía buenos contactos en el equipo carbonero. Arrancaba la carrera de un goleador de aspecto frágil, pero canchero, el camino que en 1982 le llevó a México para convertirse en protagonista del histórico triplete del América llegando a la primera mitad de la década de los 80.

Y en el D.F. le cambió la vida. El 19 de septiembre de 1985 la tierra tembló para dejar más de 40.000 muertos. La réplica del día 20 decidió al ‘Ruso’, apodo que llevaba desde niño, y a su mujer para hacer las maletas. Ella estaba a punto de dar a luz por segunda vez. A duras penas arrancaron al ginecólogo el permiso para volar a Buenos Aires, pero el médico entendió que el riesgo que corrían en la capital azteca era tanto o más que el de volar.

Aquella decisión vital le sacó de la órbita del fútbol. El América vetó su fichaje por cualquier equipo argentino. Atrás quedaba la opción de jugar el Mundial de 1986, el que ganaría Argentina. Bilardo había seguido de cerca a Brailovsky. Lo mismo que Bora Milutinovic, que preguntó a la Federación Mexicana si era posible iniciar trámites para que el delantero del América jugara con el Tri al lado de Hugo Sánchez. Atrás quedaba la Copa del Mundo, como ocurrió cuatro años antes cuando la prensa argentina abrió el debate sobre si el que era goleador entonces de Independiente debía pelear a Ramón Díaz el puesto de 9 en la albiceleste en el Mundial de España.

Hastiada del fútbol y de problemas, la familia Brailovsky puso rumbo al suelo de sus ancestros, Tierra Santa. Llegaron a un país, Israel, en el que pronto se acostumbraron a ver armas de cerca, al sonido de misiles, al impacto de cohetes y al ruido de las balas. Eran tiempos duros, entre la ocupación israelí del Líbano en 1982 para expulsar a la OLP y el inicio de la primera Intifada (1987).

En un fútbol alejado de la élite, Brailovsky volvió calzarse la botas en las filas del Maccabi Haifa, donde las colgó en 1988. El 8 de octubre de 1986 debutaba con Israel, en Tel Aviv con una derrota frente a Rumanía (2-4) y entrando a falta de 14 minutos por Efraim Davidi. Estuvo en el celebrado empate sin goles ante Inglaterra en el mismo escenario en febrero de 1988. Y también en el histórico partido del 25 de marzo de 1987, cuando por primera vez se vieron las caras en un campo de fútbol las dos naciones marcadas por el Holocausto: 0-2 para Alemania en Tel Aviv con goles de Thon y Matthäus y Beckenbauer como seleccionador germano.

Su contacto con la historia iba a tener una parada muy especial. Tras dejar el fútbol recibió la llamada del presidente del Maccabi Kafr-Kanna, el club de la ciudad que los cristianos identifican con el milagro de Jesús al convertir el agua en vino y que tiene más de un 70% de población musulmana y el resto cristiana y sin apenas presencia judía.

Daniel puso una condición: tener una plantilla sin imposiciones religiosas, en las que él eligiera por fútbol, no por creencias. La primera respuesta del presidente fue que eso era una locura, pero que lo plantearía. El caso desembocó en una votación en la ciudad con más de 10.000 participantes y en la que se aceptó la propuesta del argentino. Con tres judíos, un argentino y el resto musulmanes llevó a un equipo que peleaba por no bajar de Tercera a subir a Segunda. Hablando yiddish con fluidez desde niño y empeñado en manejarse en árabe, su figura bastaba para evitar problemas cuando jugaban en zona judía. Y la mayoría árabe de la plantilla hablaba por sí sola al otro lado del conflicto.

El buen hacer en su estreno le abrió las puertas de Maccabi Herzliya, primero, y en 1997 de un grande del país, el Maccabi Haifa. Con el equipo verde conquistó la Copa de 1998 (1-0 ante el Maccabi Tel Aviv)y asombró a Europa en la Recopa del año siguiente al eliminar al PSG. Con una plantilla con un jovencísimo Yossi Benayoun (17 años), el jugador que el pasado día 9 fue homenajeado en Jerusalén por ser el primer israelí en llegar a 100 partidos con su país, el Maccabi Haifa se quedó a las puertas de las semifinales. Cayó en cuartos ante el Lokomotiv de Moscú, el penúltimo rival de una Lazio que ganaría al Mallorca en Villa Park la última Recopa de la historia.

Pasaron 17 años para que volviera a México y romper la promesa que hizo junto a su mujer de no volver. Entrenó al América, se separó de los banquillos en 2011 en el Necaxa y se acercó a la televisión. En una carrera plagada de aventuras, con tres selecciones, con una relación tensa siendo un crío con una leyenda de Independiente como Bochini, con el paso estelar por México donde jugó al lado de Javier Aguirre… Pero de entre todas, ninguna le marcó como aquella temporada en la que unió a judíos y musulmanes alrededor de una pelota.

 

 

Fuente:marca.com