Enlace Judío México.- El novelista se basa en mi investigación, pero mi doble literario hace malos argumentos.

JEREMY ENGLAND

Hace poco me enteré que desempeño un rol en la nueva novela de Dan Brown, “Origen.” El Sr. Brown escribe que Jeremy England, un profesor de física del MIT, “era actualmente el admirado de la academia de Boston, habiendo causado una conmoción global” con su trabajo en biofísica.

La descripción es halagüeña, pero Brown se equivoca cuando llega al significado de mi investigación. Uno de sus personajes explica que mi doble literario puede haber “identificado el principio físico subyacente que impulsa el origen y evolución de la vida.” Si la teoría del Jeremy England ficticio es correcta, dice la sugerencia, sería una refutación muy importante de toda otra historia de la creación. Todas las religiones podrían incluso volverse obsoletas.

Sería fácil criticar las teorías de mi yo ficticio basado en la breve descripción del Sr. Brown, pero sería también injusto. Mi investigación real sobre cómo surgen comportamientos parecidos a la vida en la materia inanimada está disponible ampliamente, mientras que el trabajo del personaje de Dan Brown es descrito sólo vagamente. No hay ninguna ciencia real en el libro sobre la cual argumentar.

Mi verdadera preocupación es por la actitud de mi doble en el libro.

Él es un puntal para un futurista multimillonario cuya misión es demostrar que la ciencia ha hecho irrelevante a Di-s. En ese rol, Jeremy England dice que él está sólo “tratando de describir la forma en que ‘son’ las cosas en el universo” y que él “dejará las trascendencias espirituales a los clérigos y filósofos.”

Hace dos años escribí en la revista Commentary que es simplemente imposible describir “la forma en que son las cosas” sin hacer primero la elección significativa de en qué lenguaje hablar. El lenguaje de la física puede ser extremadamente útil al hablar sobre el mundo, pero nunca puede encarar todo lo que tiene que ser dicho sobre la vida humana. Las ecuaciones pueden explicar en forma tan elegante cómo un avión permanece en el aire, pero no pueden transmitir el asombro que alguien siente cuando vuela por encima de las nubes. Estoy decepcionado del yo ficticio por estar tan alegremente desinteresado en lo que se encuentra más allá de los estrechos confines de su campo técnico.

Yo soy un científico, pero también estudio y vivo por la Biblia hebrea. Para mí, la idea de que la física pudiera probar que el Di-s de Abraham no es el creador y gobernante del mundo refleja una seria falta de comprensión—tanto del método científico como de la función del texto bíblico.

La ciencia es un acercamiento a la experiencia común. Aborda lo que es objetivamente mensurable inventando modelos que resumen la previsibilidad parcial del mundo. Por el contrario, el Di-s bíblico dice a Moisés en el arbusto ardiente: “Seré El que seré.” Él está abordando la incertidumbre que el futuro trae para todos. Ninguna predicción puede jamás responder totalmente la pregunta de qué sucederá luego.

Los humanos siempre enfrentaremos una elección acerca de cómo reaccionar ante el futuro desconocido. Los encuentros entre Di-s y los profetas hebreos son descriptos a menudo en términos de pactos, en parte para hacer hincapié en que ver la mano de Di-s trabajando comienza con una decisión consciente de ver el mundo en una cierta forma.

Consideren a alguien que asume que toda la existencia es la obra de un creador que habla a través de los acontecimientos del mundo. Él puede seguir esa presunción en el camino y decidir si Di-s parece o no estar manteniendo su parte del trato. Muchos de nosotros vivimos así y sentimos que con el tiempo nuestra confianza en Él ha sido afirmada. No hay ningún argumento científico para esta manera de sacar significado de la experiencia. Pero no hay forma en que la ciencia pudiera refutarla tampoco, porque está fuera del alcance de la investigación científica.

Algunos adherentes religiosos sí hacen afirmaciones que merecen ser discutidas por la ciencia. Por ejemplo, ellos pueden admitir abiertamente que sus creencias más profundas son incompatibles con la existencia de los dinosaurios. El yo ficticio—y tal vez el Sr. Brown también—podría esperar parar en seco a estos reductos. Pero disputas como ésta nunca responden la pregunta más importante: ¿Necesitamos seguir aprendiendo acerca de Di-s? Por mi parte, en vista de todo lo que sé, estoy seguro que sí.

 

*Jeremy England es un profesor de física en el Massachusetts Institute of Technology.

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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