Enlace Judío México – El Dr. Andrés Roemer, quien fuera Embajador de México ante la UNESCO, fue invitado por TEDx Berkeley a dar una ponencia.

Subtitulamos “Ser o no ser un salmón” para nuestros lectores.

“Hablar o callarse. Quedarse estancado o actuar. Obedecer o desobedecer. Ir con la corriente o ir en contra de la corriente. Ser un salmón o no serlo. Esa es la cuestión. Y quiero empezar con una confesión. Cuando era el cónsul general de México aquí en Berkeley, San Francisco, un querido amigo, un profesor de Berkeley, me dijo: “Andrés, si tú quieres pertenecer a la comunidad de Berkeley tienes que tomar terapia”. Y yo dije. “¿Qué?”. “Todos van a terapia, tú tienes que tomar terapia”.

Después de 3 años de terapia, mi terapista me llama y me dice: “Andrés, te tengo que decir algo terrible”. Y yo dije: “¿Qué podría ser tan terrible después de 3 años de terapia?”. Me dijo: “Ven a mi oficina”. Voy y me dice: “No es nada ético lo que voy a decirte, pero esto es importante”. “Dígame Dr., ¿qué?” le dije. “¡No entiendo español!”, me respondió.

Espero que entiendan mi idioma y que no esperen que un mexicano rubio hable de manera exacta su idioma, ese es mi punto. ¿Cómo entender otros idiomas, otras culturas, otras personas y reconocerlos?

Exactamente hoy hace 6 meses, el 15 de octubre del año pasado fui despedido como embajador de México en la UNESCO. Fui acusado por muchas cosas que yo no hice. Fui usado como un chivo expiatorio para salvar el rostro de mucha gente. Y de hecho me convertí en el embajador con menos tiempo de una institución de la ONU. Ese fue uno de los peores días de mi vida.

Para explicarles mi experiencia déjenme compartirla en tres actos.

El primer acto, hace 9 meses. Me llamaron y me dijeron: “Andrés, ¿te gustaría ser el embajador de UNESCO?”. Sabía perfectamente de qué se trataba la UNESCO, que es lograr la paz a través de la educación, a través de la cultura. Incluso más que a través de la educación, a través del pensamiento crítico. Porque mucha gente educada con grados de doctorado aún cree que la tierra tiene 6 mil años de edad. Pero peor aún, ellos siguen votando y han votado por líderes terribles.

Han tenido la oportunidad para pensar pero con grados de doctorado han votado por Hitler o Stalin o Mao. Pero el fundador de la UNESCO pensó aun en algo mejor que la educación: la educación crítica. Pero también supe que si yo aceptaba esa posición, dos veces al año, cada abril y cada octubre, iba a recibir una resolución que no pertenece al mandato de la UNESCO: una resolución entre Israel y Palestina.

Y tengo que decirles algo que también sabía: que ante los ojos de mucha gente no soy sólo el tipo blanco mexicano que habla muy raro el inglés. Soy también un judío.

Y debido a eso, ante cualquier opinión que pudiera darle a mi gobierno, o a algunos miembros de él, terminarían por decirme: “Por supuesto, nulifica eso, multiplícalo por cero. Él no puede dar una opinión, él es parte del problema. De hecho, gran parte de su familia murió en el Holocausto ¿cómo va a poder ser objetivo?”.

Es el momento de pedirles un favor. Por favor únanse a mí, cierren sus ojos e imaginen conmigo algo. Imaginen, por favor, que ustedes no saben quiénes son. No tienen la menor idea si nacieron en EE.UU. o en Chile o en China. No tienen ni la menor idea de si son un budista, un ateo, un secular, un judío, un musulmán o un cristiano. No tienen la menor idea si son un hombre o una mujer. No tienen la menor idea sobre ustedes mismos sino solamente una cosa: ustedes saben que son un ser humano y se preocupan por ustedes mismos, pero también por otros seres humanos y seres sintientes de ésta y las futuras generaciones.

Abran sus ojos. Ese era justo el estado mental que tuve y es el estado mental que trato de tener todo el tiempo, 24/7.

Segundo acto. El día que recibí la resolución. Estaba sobre mi escritorio. México ha votado 12 veces en la misma dirección: en contra de Israel. La leí detenidamente y me di cuenta de que esta resolución, no sé sobre las demás, pero esta resolución en particular era un crimen contra la lógica. Defendí de manera enérgica la declaración, entonces y ahora, de que negar, ignorar, borrar u ocultar cualquier tradición musulmana, cristiana o judía socava la integridad de la humanidad.

No es uno sobre el otro. Yo veo, y declaré ese día, “Si yo recibo hoy una resolución como esta que ignora la parte occidental del muro de Israel o el Monte del Templo o el patrimonio cultural del cristianismo, como esta resolución en particular lo hace con ese lenguaje. Si recibo exactamente algo como eso desde Israel, detalladamente, firmada por todos ellos, de que todos los palestinos son terroristas, jamás respaldaría algo así”.

No importa quién te diga que tenemos que construir un muro. Si quieres de verdad transformar a la sociedad para mejor, no ocurrirá a través de este tipo de divisiones. No ocurrirá mediante muros o drones. No ocurrirá mediante armas. La única manera en que ocurrirá es través de una mente crítica, una mente que rete al statu quo.

Que se cuestione a sí misma, que no cree todo lo que piensa. Que no le tiene miedo a las ideas peligrosas. Que no teme ir a contracorriente. Que fluye.

Traté de comunicarme con muchos miembros del gobierno mexicano. Platiqué también con miembros de la comunidad judía mexicana y con la comunidad palestina y les dije: “No soy el embajador de ninguna comunidad. Soy el embajador de México”. Pero, por favor, esto no es correcto. Muchos de ellos contestaron, la mayoría no.

Juré sobre la Constitución de México a través del Senado que mi responsabilidad era defenderla y seguir las órdenes del gobierno. Por supuesto, no estamos hablando de una resolución que sigues por meras órdenes y terminas por matar a alguien. Sabía que esta resolución men iba a llegar dos veces al año y de que si no podía cambiarla y convencer a mi gobierno en ese momento, probablemente lo haría luego, pero que haría lo mejor en ese momento.

Un día recibí una llamada, un WhatsApp, por parte de una funcionaria muy importante del gobierno y me dijo, “Andrés, el presidente Peña Nieto se encuentra en Israel, está ofreciendo sus condolencias por la muerte de Shimon Peres. Queremos información acerca de la resolución”. Y dije, “Sí, me están escuchando”.

Les expliqué. Les dije todo lo que pensaba acerca de ello. Les dije que México, más allá de cualquier conveniencia geopolítica, debería de posicionarse por la idea de que cualquier tipo de racismo, xenofobia, discriminación o violencia en cualquier tipo de mandato de la UNESCO no tendría que ser respaldado.

Tercer acto. El día de la votación. Nunca recibí una respuesta. La instrucción era muy clara: por décimoprimera vez, México tiene que votar exactamente de la misma manera. Por un lado, había 58 países en el salón de conferencias de 195 que sólo votan. Y México es uno de ellos. Pensé que tenía que dar un discurso, tenía que decirle a la gente por qué la UNESCO está teniendo una crisis, pero no una financiera como pensamos, es una crisis de identidad. Porque este no es el mandato de la UNESCO. Pero me fue imposible dar mi plática. ¿Por qué? Porque Marruecos presentó una resolución de Jordania y Palestina, porque no son miembros de estos 50, ni tampoco lo es Israel. Y dijeron: “Hoy no queremos un debate. Solamente ve directo al grano”.

Está por orden alfabético. Estábamos en la K de Kuwait. “Kuwait, ¿apoya o no la propuesta?”. Y en ese momento me dije a mí mismo: “Tengo que votar siguiendo al presidente de México. Pero por otra parte no puedo”. Por lo que le dije a Susana Franco, gran empleada, profesional, “Por favor, toma mi lugar”. Ese momento, un segundo antes del nombre de México, me paré, todos vieron, caminé, abrí la puerta del salón de conferencias y esa fue la última vez que estuve en el salón de conferencias.

De hecho, a partir de ese día comencé a vivir dos mundos: el infierno y el hiper infierno. Recibí una llamada muy extraña de un amigo de una posición muy importante: “Andrés, quedamos sorprendidos ¿Por qué?

Cuando el presidente de México estuvo en Israel dio las instrucciones de cambiar el voto y nadie te dijo”, y yo le dije, “¿Qué?”. “Sí”.

Ese día fui a un café con muchos embajadores y les dije, “Voy a renunciar. No puedo trabajar en un lugar en el que no siguen instrucciones del Presidente y no me dicen”. Pero aun peor que eso: tuits, tras tuits comenzaron contra mí. Tuits de odio. Algunos miembros de la comunidad judía lo sabían y entendieron que me levanté. También que yo trabajaba para el gobierno mexicano.

Por otro lado el gobierno mexicano por supuesto que no estaba feliz de que me había levantado de mí asiento. Y cuando se dieron cuenta de que habían olvidado seguir las instrucciones del presidente, me empezaron a culpar y a ponerme en el periódico. Tenía que filtrar información para mostrarles que seguí las instrucciones pero que estuve en contra de ellas y de toda la información que les enviaba todo el tiempo. Por supuesto que no todos los miembros del gobierno se comportaron de esa manera. Pero fue suficiente para ser llamado el lunes, 15 de octubre, un día como hoy, hace 6 meses, y me dijeron, “Estás despedido”.

Hoy ¿dónde estoy? Aparte de estar un poco desempleado, así que si alguien…nah, solo estoy bromeando. Hoy las cosas han cambiado de buena manera. En primer lugar muchos países me hablaron y me dijeron: “Andrés, evaluaremos la manera en que votamos. No debemos solamente votar por inercia, o porque es la manera política para hacerlo”.

Entonces, como otros 8 países me respaldaron para ser el candidato por el puesto de Director General de UNESCO. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, que es un tipo muy brillante, me dijo, “Andrés, esa es una gran idea. No es el mejor momento ¿por qué? Porque ahora con la situación entre México y los EE.UU., todos nuestros recursos deben estar destinados a esto”.

Entonces la directora general de UNESCO, Irina Bokova, que es una pensadora muy profunda, me invitó y me ofreció tener una representación honoraria en la UNESCO sobre pensamiento crítico y para evitar el genocidio y la violencia extrema en el futuro.

México rectificó su voto 3 días después. No solo debido a mí, por supuesto. Si de verdad queremos cambiar las cosas, es mucho más que un solo cerebro. La lección que tengo para ustedes, para mí y para todos, espero que pueda compartir esta idea. No es “Hagamos a América Grande de Nuevo”, “China Primero”, o “México por encima de todos” o “un Templo sobre otro Templo”. Es sobre la humanidad, sobre todo el mundo, en toda esquina. Es sobre todos. No es para hacer a la “humanidad grande de nuevo”, sino para hacer a la humanidad y a los humanos prósperos e inclusivos todo el tiempo, en todas partes.

Así que la siguiente ocasión en que te enfrentes y tengas que responder una cuestión que te podría ocurrir como a mí, muchas veces, una y otra y otra vez, recuerden que la manera en que la respondan producirá su legado. Así que ¿denunciar o callarse?, ¿permanecer o actuar? ¿obedecer o desobedecer? ¿ir con la corriente o en su contra? ¿ser o no ser un salmón? Si lo son y lo hacen, el precio puede ser muy alto. Para el empleo, para tu seguridad, para tu reputación, para tus relaciones, para tu futuro, en casos extremos incluso tu vida, pero si no, probablemente el costo final es que este mundo nunca cambiará.

Muchas gracias.