Enlace Judío México.- En el hotel Sabaneta, en Fusagasugá, Colombia creó un campo de concentración para cerca de 150 alemanes y japoneses, que estuvieron recluidos durante la Segunda Guerra mundial. Huyendo de la Alemania nazi, muchos alemanes terminaron presos y expropiados en el país.

PAOLA PATIÑO

Cuando se habla de Adolf Hitler, Führer y canciller de Alemania entre 1933 y 1945, se viene a la mente dos palabras: nazis y Holocausto. La mayor masacre de la historia, en la que cerca de 11 millones de judíos, entre otras minorías étnicas, fueron exterminados.

Pero la Alemania nazi fue responsable de mucho más que el Holocausto. Fue el detonante del conflicto bélico más sangriento de la historia de la humanidad, la Segunda Guerra mundial, en el que las potencias del mundo, agrupadas en los Aliados (Reino Unido, Unión Soviética y Estados Unidos, entre otros) y las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón, principalmente) se enfrentaron utilizando toda su capacidad económica, militar y científica y causaron la muerte de aproximadamente 70 millones de personas.

De lo que muy poco se sabe o hay registro de este conflicto bélico es del papel que algunos países de América del Sur, como Colombia, tuvieron durante el desarrollo de la guerra, por la estrecha relación política que para la época mantenía el país con Estados Unidos.

Colombia le declara la guerra a Alemania

De acuerdo con el maestro en historia Andrés Felipe Mesa Valencia, aunque Colombia nunca mandó un contingente al frente de guerra en el conflicto que se desarrollaba en Alemania, sí jugó un papel estratégico para Estados Unidos en el apoyo que le brindó al ser uno de sus aliados.

“Hacia la década del treinta llega al poder Franklin Roosvelt, presidente de Estados Unidos, esbozando una nueva política respecto a América Latina, que la va a llamar la buena vecindad. Es un acercamiento más amigable entre su país y el resto de América (…); eso no viene gratis, porque se estaba desarrollando el poder que Adolf Hitler adquiría en Alemania con respecto a los demás países europeos. Entonces Estados Unidos ve esto como una amenaza y por eso la estrategia con Latinoamérica”, explica Mesa Valencia.

Para la época, en Colombia dos presidentes tuvieron un papel fundamental en el desarrollo de la guerra: Eduardo Santos (1938-1942) y Alfonso López Pumarejo en su segundo período (1942 y 1945). Estos gobiernos son los que encaran el conflicto mundial.

“Tras esto se comienza a evaluar la estrategia de seguridad que se da en torno al Canal de Panamá, porque la preocupación de Estados Unidos era que los nazis hicieran incursión en Latinoamérica y el canal sería un foco principal”, indica Mesa Valencia.

De esta manera, cuando explota el conflicto europeo, el 1° de septiembre de 1939, el primer país latinoamericano en ofrecer su apoyo incondicional a Estados Unidos fue Colombia.

En un principio, asegura el historiador Mesa, el país tuvo una neutralidad al no intervenir en el conflicto y mantener las relaciones diplomáticas y comerciales con los países del Eje, pero después, cuando Japón invade las bases militares estadounidenses de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, y Estados Unidos entra a la guerra, el Gobierno colombiano rompe todo tipo de relaciones con los países del Eje.

“Esto hace que todo se vuelva más tenso y Colombia ejerza mayor control con los ciudadanos de estos países que residen en el territorio nacional”, expresa Mesa Valencia.

Colombia, atacada por Alemania

Otro de los momentos de mayor tensión que vivió Colombia durante la Segunda Guerra mundial, y que hizo que el Congreso declarara el estado de beligerancia contra Alemania, sucedió hacia finales de 1943, cuando los alemanes comienzan a tener ciertos acercamientos en aguas continentales del mar Caribe y hunden una de las embarcaciones militares colombianas, la famosa goleta ‘Resolute’.

Colombia le declara la guerra a Alemania, en una aventura bien osada, porque un país como el nuestro, sin tener la fuerza militar del régimen nazi, pues era algo muy arriesgado, pero tenía el apoyo de Estados Unidos y los demás países latinos”, relata Andrés Mesa.

Sin embargo, esta declaración nunca se llevó a términos prácticos, pues el país jamás envió un contingente al frente de la guerra, aunque algunos nacionales sí se fueron de voluntarios para servir al Ejército estadounidense.

La ‘lista negra’

A partir de este momento, cuando Colombia había roto completamente las relaciones con los países del Eje, el Gobierno nacional adopta la directriz del Estado norteamericano y decide llamar a todos los alemanes, italianos y japoneses refugiados en el país, la mayoría de ellos huyendo de la guerra, para internarlos en una especie de “campo de concentración”.

Cuando el presidente Eduardo Santos estaba en el poder, crea la Ley 39 de 1944, por la cual decretó la concentración de extranjeros sospechosos de colaborar con los países enemigos de Estados Unidos. Por su parte, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público crea el Decreto 526 de 1942 (febrero 25), que ordena la expropiación de todos los bienes de estos ciudadanos.

“Los nacionales de países con los cuales haya roto relaciones la República de Colombia y en especial la de los nacionales alemanes, se determinará cuándo deben ser internados en sitios especiales de concentración (…) bajo el control de la Policía Nacional o de las autoridades civiles respectivas (…) deben someterse para mantener sobre sus actividades plena vigilancia”, decía la norma.

Es así, como el 24 de marzo de 1944, los principales periódicos del país publican la ‘lista negra’ y hacen el llamado a los extranjeros para que se presenten y sean posteriormente internados en el hotel Sabaneta, ubicado en Fusagasugá, Cundinamarca. Este lugar era una especie de finca gigante y aunque nunca fue ni cercana a los campos nazis, sí los mantuvieron privados de la libertad por casi dos años.

“Un día llegaron a mi casa, le ordenaron a mi papá que entregara los documentos de sus propiedades y le dieron un ultimátum de tres días para presentarse en Fusagasugá”, cuenta Joerg Scheuerman en una entrevista para el documental colombiano ‘Exiliados en el Exilio’ (2002).

Por su parte, Helmuth Treffitz, otro alemán que vivió esta reclusión junto a su familia, recuerda: “no había tiempo para aburrirse, siempre encontraba algo que hacer. Los japoneses no tenían relaciones con los alemanes. Toda la convivencia se basaba en respeto mutuo pero no amistad”.

Algunos periódicos describían el lugar con piscinas, gimnasio y terreno para el cultivo.

“No era un campo de concentración como Alemania. La comida era aceptable, las casas pequeñas pero bien. Lo único es que se tenían que pagar precios de hotel. Una persona como mi padre pagó durante casi dos años precios de hotel. Se le acabó todo el capital o lo poco que tenía”, recalca Treffitz durante la entrevista en el documental

No eran sometidos a ningún abuso. Sin embargo, esto no significa que no haya sido un drama, porque normalmente se les aislaba de sus lugares de trabajo y de sus familias, porque no todos eran casados con alemanas, sino con colombianas, quienes vivían en fincas cercanas al hotel y los visitaban los fines de semana”, apunta Mesa Valencia.

Y es que Colombia, al confiscar todos los bienes de los extranjeros, formó el “Fondo de Estabilización Nacional”, un fidecomiso o contrato, según explica el libro ‘Colombia Nazi’ escrito por Silvia Galvis y Alberto Donadío, por medio del cual se administraban todas las propiedades de los ciudadanos del Eje y con la rentabilidad que el mismo generaba se sostenía el campo de concentración.

Algunas familias recibieron durante el tiempo que estuvieron recluidas en el hotel una especie de pensión mensual pero, al tener que pagar su alimentación y estadía, cuando salieron del campo, entre 1945 y 1946, estaban en completa ruina.

El fondo de estabilización manejó más de 2.500 propiedades de alemanes, 1.500 de italianos y unas cuantas de los japoneses, según las investigaciones del documental realizado por Rolando Vargas.

No obstante, a través de la Ley 39 de 1945, se dispuso: “se provee el pago de las indemnizaciones y reparaciones por causa de la guerra con Alemania y se dictan varias disposiciones relacionadas con bienes de ciudadanos de esos países”.

Las indemnizaciones que la norma estableció entregar a todos los extranjeros que estuvieron en el campo fueron, según cuentan ellos mismos, cifras irrisorias frente al capital que cada uno tenía.

Del antiguo campo de concentración, hotel Sabaneta, ya solo queda una torre blanca de aproximadamente cuatro metros de altura, que a muchos no les dice nada, pues la historia de los alemanes recluidos y expropiados en Colombia es desconocida para muchos, aunque forme parte de este trágico episodio de la humanidad.

 

 

Fuente:vanguardia.com