Enlace Judío México.- La decisión del presidente Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel es una respuesta perfecta a la oscura decisión del presidente Obama de cambiar la política estadounidense redactando la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que declaraba que los lugares más sagrados del judaísmo en Jerusalén son territorio ocupado y una “violación flagrante según el derecho internacional“. Fue el presidente Obama quien cambió el status quo y dificultó la paz, al darle a los palestinos una enorme influencia en las negociaciones futuras y desincentivarlos para comprometerse en la paz.

ALAN DERSHOWITZ

Hacía mucho tiempo que la política exterior estadounidense vetaba las resoluciones unilaterales del Consejo de Seguridad que declaraban que los lugares más sagrados del judaísmo estaban ocupados ilegalmente. La decisión de Obama de cambiar esa política no se basó en los intereses estadounidenses o en interés de la paz. Fue hecho por venganza personal contra el primer ministro Netanyahu y un acto de pánico por parte del presidente saliente.

También fue diseñado incorrectamente para atar las manos del presidente electo Trump. El presidente Trump está haciendo lo correcto al decirle a las Naciones Unidas que Estados Unidos rechaza ahora la resolución unilateral del Consejo de Seguridad de la ONU.

Emblema del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

Entonces, si hay algún cambio en el status quo, que la culpa recaiga donde debería estar: en las manos del presidente Obama por su cobarde decisión de esperar hasta que fue un presidente saliente para vengarse del primer ministro Netanyahu. El presidente Trump merece elogios por restablecer el equilibrio en las negociaciones con Israel y los palestinos. Fue el presidente Obama quien hizo la paz más difícil. Fue el presidente Trump quien la hizo más factible de nuevo.

La resolución escandalosamente unilateral del Consejo de Seguridad declaró que “cualquier cambio en las líneas del 4 de junio de 1967, incluso con respecto a Jerusalén“, “no tiene validez legal y constituye una violación flagrante en virtud del derecho internacional“. Esto significa, entre otras cosas, que la decisión de Israel de construir una plaza para orar en el Muro Occidental -el sitio más sagrado del judaísmo- constituye una “violación flagrante del derecho internacional“. Esta resolución, por lo tanto, no se limitaba a los asentamientos en Cisjordania, como el gobierno de Obama luego afirmó en un cambio de condiciones con trampa. La resolución se aplica igualmente al mismo corazón de Israel.

Antes del 4 de junio de 1967, a los judíos se les prohibió rezar en el Muro Occidental, el sitio más sagrado del judaísmo. Se les prohibió asistir a clases en la Universidad Hebrea en Mt. Scopus, que se había abierto en 1925 y fue apoyada por Albert Einstein. Los judíos no podían buscar atención médica en el Hospital Hadassah en el monte Scopus, que había tratado a judíos y árabes por igual desde 1918. Los judíos no podían vivir en el barrio judío de Jerusalén, donde sus antepasados habían construido casas y sinagogas durante miles de años. Estas prohibiciones de Judenrein fueron promulgadas por Jordania, que había capturado por la fuerza militar estas áreas judías durante la Guerra de Independencia de Israel, en 1948, y había ocupado ilegalmente toda Cisjordania, que las Naciones Unidas habían reservado para un estado árabe. Cuando el gobierno jordano ocupó estos sitios judíos históricos, destruyeron todos los restos del judaísmo, incluidas sinagogas, escuelas y cementerios, cuyas lápidas usaron para urinarios. Entre 1948 y 1967, las Naciones Unidas no ofrecieron una sola resolución que condenara esta ocupación jordana y la devastación cultural.

Universidad Hebrea de Jerusalem en Monte Scopus

Cuando Israel retomó estas áreas en una guerra defensiva en la que Jordania comenzó bombardeando casas civiles en el oeste de Jerusalén, y las abrió como lugares donde los judíos podían orar, estudiar, recibir tratamiento médico y vivir, Estados Unidos tomó la posición oficial de que no reconocería los reclamos legítimos de Israel sobre la Jerusalén judía.

Afirmó que el status de Jerusalén, incluidas estas áreas recién liberadas, quedaría abierto a las negociaciones finales y que el statu quo se mantendría. Esa es la razón oficial de por qué los Estados Unidos se negaron a reconocer cualquier parte de Jerusalén, incluida Jerusalén Occidental, como parte de Israel. Es por eso que los Estados Unidos se negaron a permitir que un ciudadano estadounidense nacido en cualquier parte de Jerusalén pusiera las palabras “Jerusalén, Israel” en su pasaporte como su lugar de nacimiento.

Pero incluso ese status quo histórico cambió con la decisión injustificada del presidente Obama de no vetar la Resolución del Consejo de Seguridad de diciembre pasado. Las Naciones Unidas de repente determinaron que, sujetas a nuevas negociaciones y acuerdos, las áreas judías de Jerusalén recuperadas de Jordania en 1967 no son parte de Israel. En cambio, eran territorios ocupados ilegalmente por Israel, y cualquier construcción en estas áreas, incluidos los lugares de oración en el Muro de las Lamentaciones, los caminos de acceso al monte Scopus, y sinagogas en el histórico Barrio Judío – “constituye una flagrante violación del derecho internacional“.

Fuente: The Algemeiner – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico