Enlace Judío México.- Explicamos anteriormente que una vez que Alejandro Magno conquistó al imperio persa en 332 AEC, el imperio griego logró imponer su cultura helénica, de una forma más o menos pacífica, e hizo colapsar a todas las religiones de la antigüedad.

RABBI YOSEF BITTON

La asimilación.

Los judíos que vivían en Israel no fueron inmunes a la influencia griega. Algunos judíos se asimilaron completamente y abandonaron la religión de sus padres. Otros, especialmente los más ricos, que vivían en las ciudades comenzaron a practicar un judaísmo reformado, acomodado a los valores de la sociedad griega. La misión de estos judíos era ser aceptados por los gentiles, a quienes miraban como superiores, y lograr que todos los judíos aceptaran estas nuevas pautas.

Para estos judíos reformadores, el Kashrut, por ejemplo, era una gran barrera para su integración con los ciudadanos griegos. Ya que si no se podía compartir la mesa con los vecinos gentiles, no se podía esperar que los griegos los aceptaran como sus pares. Y lo mismo sucedería si no estaban dispuestos a casarse con ellos.

En el “nuevo mundo helénico” no era bien visto que hubiera esas separaciones. El judaísmo tenía que universalizarse. El Shabbat, la circuncisión, el Kashrut etc. debían ser eliminados por considerarse ritos primitivos y separatistas, que no corrían a la par de los vientos modernos. Los judíos que no habían abandonado o reformado la Torá era la mayoría silenciosa, los más pobres, los campesinos y los que vivan en las pequeñas aldeas seguían siendo fieles a la Torá. Pero no se les había ocurrido rebelarse. Practicaban el judaísmo tradicional de forma discreta o secreta.

La peligrosa alianza.

Con la llegada de Antiojus Epifanes (215 aec -164 aec) todo esto empeoró. Antiojus era agresivo en su campaña proselitista y había perdido la paciencia con los judíos que todavía observaban la Torá, que eran prácticamente los únicos ciudadanos del imperio que rechazaban al helenismo. Antiojus forjó una alianza estratégica con los líderes de la “reforma judía”, que dominaban Jerusalén y designó como grandes sacerdotes y responsables del Gran Templo al sacerdote Jasón (175-171 BCE) y luego a Menelao (171-162 BCE). Estos sacerdotes lideraban la reforma del judaísmo, dejando de lado todo lo ritual, y preservando solo aquello que no contradijera la cultura helénica.

El sacerdote Jasón, por ejemplo, encabezó una delegación de judíos que, un Shabbat, en lugar de asistir al servicio del Bet haMiqdash se dirigieron hacia el estadio olímpico para participar de los juegos.

También las creencias judías fueron sujetas a reformas. Especialmente en los tiempos de Menelao. La creencia judía en la invisibilidad de Dios no se iba a reformar. ¿Por qué? Porque los griegos, especialmente los filósofos, también pensaban que los dioses no podían tener cuerpo. Y que las estatuas e ídolos se hacían para las personas menos educadas. Pero el monoteísmo, por otro lado, debía ser sacrificado. ¿Por qué? Porque la creencia judía en la unicidad de Dios resultaba ofensiva hacia la sensibilidad de los griegos. Si los judíos pretendían ser aceptados en el mundo helénico tenían que estar dispuestos a reconocer la divinidad de otros dioses y renunciar a la creencia en un Dios que demanda exclusividad.

El comienzo de la rebelión.

Según Bickerman fueron estos sacerdotes corruptos los que alentaron a Antiojus a perseguir a los judíos observantes y forzarlos a aceptar a los dioses griegos. Y ésto, por supuesto, le daba a Antiojus la legitimidad que necesitaba para desviarse de la larga tradición de tolerancia religiosa que existía desde los tiempos de Alejandro Magno. Al fin y al cabo, Antiojus sólo estaría sofocando una rebelión “interna” de un grupo de fanáticos que se rebelaban contra la autoridad religiosa de los sacerdotes de Jerusalén.

Antiojus también reconocía la autoridad de Menelao para hacer reformas. ¿Por qué? Porque los griegos ya habían decidido que la Torá era un código de leyes sociales, compuesto por el líder religioso de aquel tiempo: Moisés. El nuevo líder religioso judío era ahora el sacerdote Menelao. Y Menelao, como Moisés en su tiempo, tenía ahora la autoridad para reescribir las antiguas leyes y adaptarlas a los tiempos modernos.

Los judíos tradicionales se resistieron pasivamente a todas estas reformas. Hasta el invierno del año 167 ACE. En el mes de Kislev de ese año, por indicación del sacerdote Menelao los sacrificios rituales (qorbanot) fueron reemplazados por sacrificios paganos, ofrecidos al Dios de Israel pero a la manera helénica. Estas reformas llegaron a su punto más crítico cuando los corruptos sacerdotes del Bet haMiqdash ofrecieron como sacrificio un cerdo.

Allí comenzó la rebelión de los Jashmonayim.

Continuará…