Enlace Judío México.- La posición adoptada por nuestro país en esta crisis es de los puntos que más nos importan y que por eso, más nos duelen y sorprenden.

ANA JEROZOLIMSKI

Damos por sentado que cuando el Canciller Rodolfo Nin Novoa dijo días atrás que la capital es Tel Aviv, tuvo un desliz, simplemente una equivocación, quizás influenciado por esas prácticas mal intencionadas de algunos medios de prensa que suelen decir “el gobierno de Tel Aviv”. El Canciller tiene clarísimo que Tel Aviv no es la capital. Hace exactamente un año él mismo estuvo de visita en Israel, fue recibido por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu en su oficina en Jerusalem, y tuvo la enorme mayoría de sus encuentros políticos en Jerusalem, porque así es con todos los dignatarios del mundo que llegan de visita: son recibidos, como corresponde, en la capital. En la capital, también, el nuevo Embajador Bernardo Greiver presentó recientemente sus credenciales al Presidente del Estado, como hacen absolutamente todos los embajadores del mundo.

El Canciller sin duda sabe, porque ha estado, que en Jerusalem funciona el Parlamento, funcionan todos los ministerios del gobierno (salvo el de Defensa que está en Tel Aviv) además de la Suprema Corte de Justicia y mucho más. También Uruguay tuvo hasta 1980 la Embajada en Jerusalem. Recordamos perfectamente la embajada, en la calle Rajel Imeinu 24.

Pero hubo otro pronunciamiento, el comunicado de prensa Nº 99/17, que nos sorprendió sobremanera. Quisiéramos pensar que también aquí alguien se confundió y hasta se olvidó de elementos tradicionales de la diplomacia uruguaya, y no que realmente hay un cambio de fondo en la política oficial.

Así decía el comunicado en cuestión:

El Gobierno de Uruguay reafirma su apoyo a la Resolución 181 (1947) de la Asamblea General de la ONU que establece la creación de un Estado judío y un Estado árabe en el territorio de Palestina, con Jerusalem como corpus separatum sometido a un régimen internacional especial; a la vez de expresar su compromiso con la Resolución 478 (1980) del Consejo de Seguridad de la ONU.

En tal sentido, el Gobierno de Uruguay expresa su preocupación y discrepancia con la decisión del Gobierno de Estados Unidos, que no contribuye al imprescindible clima de paz y respeto mutuo necesario para alcanzar una solución justa, completa y duradera en Medio Oriente“.

El segundo párrafo lo comentaríamos con el mismo espíritu del primer tema planteado en esta nota ya que lo que “no contribuye al imprescindible clima de paz…” es la violencia con la que se reaccionó, no un pronunciamiento político. Eso ya lo tratamos arriba.

Respecto a la parte central del comunicado… ¿reafirmar ahora el apoyo a la resolución 181, agregando la 478 que sólo condenaba a Israel, sin mencionar siquiera la mucho más consensual resolución 242 que habla de fronteras seguras y reconocidas para Israel? La Cancillería nunca había adoptado esa posición.

¿Sacar a colación ahora el “corpus separatum”, que Jerusalem sea un ente separado bajo gobierno internacional? Es imperioso recordar varios puntos al respecto.

1.- La 181 fue la resolución de la Asamblea General que recomendó la creación de un Estado judío y otro árabe. El liderazgo sionista la aceptó y el mundo árabe la rechazó. Y se lanzó a la guerra contra Israel.

2.- El “corpus separatum” estipulado por esa resolución era tanto para Jerusalem como para Belén. ¿Alguien concibe mandar ahora a Belén, gobernada por la Autoridad Palestina, a gobierno internacional?

3.- Además, el régimen de “corpus separatum” de gobierno internacional para ambas ciudades, era según la resolución 181, por diez años, tras los cuales se iba a llevar a cabo un plebiscito en el cual los habitantes votarían de qué lado querían estar. Todo indicaba que en esa votación, Jerusalem iba a quedar del lado israelí, ya que había mayoría judía en la ciudad. Sea como sea, no se llegó a ese punto ya que Jordania atacó al entonces naciente Estado de Israel y fue eso lo que dividió la ciudad en una parte oriental y otra occidental, división que no había existido jamás.

Somos conscientes de que no es fácil adoptar posiciones independientes cuando el mundo todo reacciona casi al unísono condenando a Trump, sin analizar a fondo cuál es aquí el verdadero problema. A nuestro criterio, claro está, el problema no es el reconocimiento de Jerusalem como capital de Israel, lo cual es desde hace casi 70 años la realidad en el terreno, sino la facilidad con que se acepta automáticamente la ira y violencia palestinas, como si fueran ineludibles por la supuesta afrenta diplomática norteamericana.

Uruguay siempre destacó que su singularidad fueron los principios de su política exterior, y que no será por su tamaño que se distinga.

Un verdadero aporte a la paz, que estamos seguros es lo que Uruguay quiere garantizar, no se logrará mostrando comprensión por una posición palestina, que no reconoce siquiera el vínculo milenario del pueblo judío con Jerusalem. Cuando el Islam ni siquiera había nacido, el pueblo judío ya tenía un Templo Sagrado en Jerusalem.

Estamos seguros que en la Cancillería uruguaya lo saben. Pero no está de más recordarlo.

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