Enlace Judío México.- Queridos amigos, días atrás, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dando cumplimiento a las leyes americanas, dio curso a lo que el Congreso les ordenó a sus antecesores, desde 1995, en orden a reconocer que Jerusalén es la Capital del soberano Estado de Israel.

EDUARDO HADJES PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

¿Por qué, algo tan simple como eso, ha causado tanto alboroto, transformándolo en uno de los acontecimientos más importantes de nuestro agobiado y sufrido planeta? Creo modestamente que hay una sola y lamentable explicación.

Sabemos que desde hace muchos años, Israel, ejerciendo su legítimo derecho, como país soberano y dueño de su propio destino, proclamó que Jerusalén unificado e indivisible, es y será su Capital. De esta manera, la declaración del Presidente Trump no altera en nada el estatus ni de Jerusalén ni de Israel.

El mundo, con asombro y estupor, ve que la gran potencia americana, está reconociendo que, a partir de este momento, Israel debe ser aceptado como una nación con iguales derechos que todas las naciones del mundo.

Parece que en las anquilosadas mentes de la mayoría de los “grandes estadistas mundiales” los judíos siguen siendo la carne de cañón del Medioevo, los cuales deben estar disponibles para volcar las iras de su propio pueblo, cada vez que sus propios errores, llevaban a su país a tan deplorable estado.

¿Cómo pueden los judíos, en un acto de complicidad con el tan repudiado Presidente americano, pretender ser iguales a ellos y su país, por lo tanto, tener los mismos derechos que ellos?

Cada uno de los argumentos que se escuchan, para justificar la alarma que ha provocado en el mundo el reconocimiento de Donald Trump, carecen absolutamente de sustento histórico, lo que, pese a quien le pese, es en definitiva, la verdad indesmentible.

Analicemos algunos de dichos embustes:

Trump está alterando el estatus de Jerusalén: Ya vimos la falsedad de ese argumento. Desde el año 1967, Israel recuperó el dominio de Jerusalén (esto es importante recordarlo ya que nos ayudará a demostrar muchas otras falacias que se tratan de transformar en dogmas) unificando la ciudad y proclamando que ha sido, es y seguirá siendo su Capital. Desde ese mismo instante, la totalidad de las religiones tienen libre acceso a sus lugares sagrados si estos se encuentran en Jerusalén, terminando con la discriminación ejercida por Jordania, mientras ocupó la ciudad, prohibiendo el ingreso de los judíos al lugar más sagrado para los integrantes de dicha religión. Los cristianos, con muchas dificultades, podían ejercer sus oficios, muchos de los cuales, databan desde hacía 2 mil años.

Nadie medianamente informado puede desmentir que en la actualidad los musulmanes tienen libre acceso a sus mezquitas, las cuales fueron construidas sobre las ruinas de lo que fueron el Templo de Salomón, destruido por los babilonios y el Segundo Templo, destruido por los romanos.
Avala esta verdad, los constantes llamados de las autoridades palestinas, cada vez que su situación sufre algún deterioro, acusando supuestas pretensiones del gobierno israelí, a obstaculizar el libre acceso a sus Santos lugares. Esto demuestra, sin necesitar mayor argumentación, que los musulmanes transitan y concurren libremente a sus lugares sacros, cada vez que lo estiman oportuno.

Jerusalén es “territorio ocupado”: Este mismo término “ocupado” se pretende aplicar a Gaza y Cisjordania, cuando las autoridades palestinas hablan en inglés y para todo Israel, cuando su discurso es en árabe. ¿Quién ocupaba la ciudad previo a la guerra del 67? El ejército invasor jordano, el cual, sin autorización o derecho alguno, se apropió de gran parte de lo que la ONU había asignado a la creación del Estado Árabe y parte de lo que debía pertenecer al Estado Judío, Israel, que se creó el mismo 14 de Mayo de 1948, cuando el último soldado inglés abordó el barco que lo llevaría de vuelta a Inglaterra.

Durante los muchos años que los jordanos retuvieron territorios ubicados en la ex Palestina, nunca trataron de crear la nación árabe ordenada por la ONU. Nunca le dieron importancia alguna a la ciudad de Jerusalén y ningún Estado musulmán reclamó por la flagrante violación a los derechos más elementales, por la ocupación jordana.

En este período de ocupación, no sólo no se les permitió a los judíos ir a rezar al Muro de los Lamentos, sino que fueron destruidas más de 50 sinagogas, muchas de ellas, milenarias. Se comprende que, por tratarse de algo que afectaba a los judíos, ninguno de los países que hoy reclaman tan airadamente por las declaraciones de Trump, alzó su voz para protestar por el sacrilegio cometido por los jordanos. Incluso los árabes residentes en Jerusalén, hoy autoproclamados “palestinos” jamás reclamaron por la ocupación jordana ni pidieron la creación de su Estado. Fue necesario que Israel derrotara a los ejércitos de la Liga Árabe y ganara todos estos territorios, para que ellos y el mundo, reclamaran y se acordaran que la ONU en el decreto de partición, en Noviembre de 1947, había acordado la creación del Estado Árabe, que los propios árabes nunca antes pretendieron crear, junto a la Franja de Gaza, que quedó bajo la dominación egipcia.

Derechos palestinos ancestrales: ¿Por qué los árabes establecieron que bastaba que los refugiados que huyeron a partir de la guerra del 48, iniciada por la LA, al igual que todas las guerras posteriores, manifestaran que llevaban viviendo en sus hogares un mínimo de 2 años, para tener derechos ancestrales? La razón es muy simple y ya lo hemos comentado en reiteradas oportunidades, a los inicios del siglo XX, Palestina, perteneciente al Imperio Turco Otomano, estaba muy escasamente habitado, siendo sus moradores, en orden decreciente, judíos, cristianos y musulmanes. Fue posterior a la desaparición del Imperio Turco Otomano, que muchos musulmanes, hasta entonces pertenecientes a las caravanas nómadas que recorrían todos esos confines, que empezaron a poblar Palestina. Así, los derechos “ancestrales” del año 48, mayoritariamente se remitían a 50 o menos años.

Trump con su declaración, incumple acuerdos de la ONU: En primer lugar, fueron las naciones árabes las que desconocieron el mandato internacional, al no aceptar la partición que debería correr a partir del 48. Si ellos hubieran acatado dicha resolución, simplemente no se habrían dado la totalidad de los problemas que hasta hoy aquejan tanto a palestinos como israelíes, y se habrían evitado miles de muertos de ambos pueblos.
Trump, lo que hizo, fue regularizar una orden no cumplida, emanada del Congreso americano. Desconozco la legislación americana, pero, podríamos preguntarnos hasta dónde los últimos 3 mandatarios americanos tuvieron un gobierno legítimo, al desconocer un acuerdo de su propio Congreso.

En cuanto a desconocer o no acatar un acuerdo de la ONU, me pregunto hasta dónde puede ser moral y éticamente reprochable desconocer un acuerdo de un organismo que reiteradamente ha llegado a acuerdos tan aberrantes, como decir que no forma parte de la tradición judía el Muro de los Lamentos, ya que el Segundo Templo era palestino, las tumbas de nuestros patriarcas y matriarcas, igualmente, son reliquias pertenecientes a los palestinos y no a los judíos y una lista tan grande de embustes, que harían interminable este comentario ya largo.

Es realmente inaudito, como un organismo creado para regular el buen vivir entre las naciones del mundo, pueda haber caído tan bajo, en lo moral, ético y, peor aún, histórico, con tan disparatados acuerdos. ¿Cómo todas las naciones que dan su voto favorable a estas descabelladas propuestas palestinas, no tienen asesores que les indiquen que el Reino donde se construyeron ambos Templos, se llamaba Judá y no Palestina, y que este nombre fue impuesto por los romanos, luego de la destrucción del Segundo Templo en su intento por hacer desaparecer todo vestigio de la cultura y tradición judía?

Otra cosa que parece que desconocen estos “grandes estadistas” es que muchos imperios han pasado por la tierra. Todos ellos han desparecido y ahora, son sólo un recuerdo en la historia. El único que ha subsistido, ha sido el pueblo de Israel, a quien la mayoría de ellos trató de eliminar.

David ben Jaim