DESDE FRANCIA, NIDRA POLLER/ TRADUCCIÓN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Palestina

La palabra misma es sabrosa. Solo decirlo, el Estado de Palestina, es suficiente para crear este estado imaginario con casas pequeñas y ordenadas en calles arboladas, edificios municipales, estaciones de autobuses, un nuevo aeropuerto y la capital en Jerusalén oriental, la Tierra Santa imaginaria, la Jerusalén de Palestina, un “cortar y pegar” de su Jerusalén. Pero sin “ellos”.

El simple reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel, declarado oficialmente por el Congreso en 1995, confirmado por realidades geográficas y geopolíticas, y ahora consumado por el presidente Trump, desató un torrente de desaprobación y amenazas. Los discípulos del derecho internacional entonan promesas de violencia, selladas por la autoridad moral de Hamas, Hezbolá y Rouhani de Irán.

¿Declaración unilateral de Jerusalén como la capital del Estado de Israel? ¡Es una blasfemia! Vergonzosa falta de respeto al derecho internacional. ¡Es imprudente! ¡Es poner la carreta delante del caballo, tirar una cerilla en el barril de pólvora y verter aceite en el fuego! ¿Acaso Trump está loco? ¡Está desestabilizando el delicado equilibrio del inestable Medio Oriente!.

¿Qué ha pasado con la mesa donde deberían celebrarse las conversaciones prometidas? El proceso de paz estaba casi listo para reanudarse, ¡y ahora está condenado! Y así es: los revisionistas están ocupados reconstruyendo el pasado con mentiras taimadas, y los multilateralistas han decretado el aislamiento irreversible de los Estados Unidos, culpables de los cargos.

Una cosa es cierta: se han abierto las puertas del infierno. De hecho, los shababs, por decenas y por veinte, volvieron a su viejo juego, completo con keffiehs, golpes de honda y rocas, llantas flamígeras, teatro estereotipado. Dan vueltas en círculos, se dispersan en la corriente de chorros de agua, lloran en nubes de gas lacrimógeno, hacen su acto y vuelven a casa.

Realidad

La soberanía israelí sobre la totalidad de Jerusalén es una realidad. La solución de dos estados con Jerusalén Este como capital de Palestina es una propuesta falsa.

Pero hay una propuesta real que se enfrenta a la Jerusalén judía. Es una Jerusalén islámica.

Los shababs en Ramallah y Gaza, las escasas multitudes en Pakistán y Egipto, los manifestantes en Manhattan y Pensacola, los 400 fans del BDS en la Place de la République, todas estas personas adorables están demandando, además de la totalidad de Jerusalén, la aniquilación del Estado de Israel y el exterminio de los judíos.

Quitarle la espuma al capuccino-la supuesta y modesta demanda de un pedacito de la Jerusalén “árabe” – mientras se ignora la ola genocida, es vergonzosamente deshonesto. Los gritos en la calle cantan la misma melodía que sus líderes y fanáticos entusiastas. Eso es lo que escuché el 27 de noviembre en el Palais de Luxembourg, en el “Israel-Palestina: que la France s’engage” (Israel- Palestina: que Francia se comprometa) Los oradores, uno tras otro, acordaron una propuesta clara: castigar a Israel-criminal e inmediatamente reconocer el Estado de Palestina. No ocultaron su objetivo: socavar y luego demoler la soberanía judía para que nada pueda oponerse al dominio palestino desde el río hasta el mar.

Dos estados, super(im)puestos

No se trata de dos estados lado a lado de la paz, etcétera, sino de dos voluntades incompatibles. Ni la ONU, ni la UE, ni la OCI, ni la opinión internacional, ni los medios, ni los Estados Unidos determinarán el resultado. Dicen que Estados Unidos ya no es un intermediario honesto. ¡Que así sea! Nadie puede ser el intermediario honesto entre un Israel que existe y una Palestina que encarna el plan para su eliminación. Estados Unidos está fuera, entonces ¿qué hay de la ONU y su niño querido, la UNESCO, ocupado estos días en desmembrar la herencia judía de 3.000 años y dando pequeños bocados a Palestina? Las Naciones Unidas que no pueden hacer nada contra la agonía de los yemenitas, la masacre de los sirios, el arrebato de los yazidíes, los programas de armas nucleares de Irán y Corea del Norte, no podrán ayudar a Palestina con su pequeña conquista yihadista.

¿Qué hay de la Unión Europea que ha caminado de un lado a otro a las puertas del Medio Oriente por décadas, con la esperanza de entrar si los Estados Unidos se hacen a un lado por un segundo? La UE tiene un ministro de relaciones exteriores, pero no tiene una política exterior que ofrecer. El presidente francés y el canciller alemán, temiendo la reacción habitual de sus poblaciones islámicas, expresaron apresuradamente la necesaria desaprobación de la “declaración unilateral inaceptable” y pasaron directamente a emitir severas advertencias contra cualquier manifestación de violencia antisemita.

En su largo discurso a las delegaciones de (casi todas) las 57 naciones de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), el presidente vitalicio de la Autoridad Palestina declaró: “Jerusalén es, siempre ha sido y seguirá siendo eternamente la capital de Palestina. Nótese bien, no dijo “Jerusalén Este”.

Mohammad bin Salmán, príncipe heredero ​ de Arabia Saudita,, que no asistió a la Cumbre, encontró el momento y el lugar para afirmar que los palestinos tienen derecho a Jerusalén Este como su capital. Yousef bin Ahmad Al-Othaimeen, Secretario General de la OCI, hizo un llamado a todos aquellos que aún no han reconocido al Estado de Palestina para que lo hagan ahora. Algo aún más gracioso: esa Cumbre de Emergencia no se convocó en Arabia Saudita, sede de la OCI y única tierra santa del Islam, pero en Estambul … en Turquía. Las 57 naciones de la OCI, solemnemente unidas para dictar La Ley son, con la posible excepción de Arabia Saudí, tierras conquistadas por la espada y el salvajismo, por el yihad. Los medios más prestigiosos, escritos o en pantalla, se tragan y escupen las palabras de estos obtusos guardianes de la legitimidad.

Hablemos de Santa Sofía, disfrazada de mezquita

En la víspera de la Cumbre de Emergencia, el corresponsal de CNN Internacional en Estambul se convirtió en un megáfono, transmitiendo las imprecaciones del Califa Erdogan y sus enfurecidas masas. La cámara enfocó a una mujer joven en hijab, gritando: “¡Ellos no entienden, los EE. UU. no entienden, Jerusalén nos pertenece!” ¿Pertenece a los turcos? ¿A los musulmanes? ¿Por qué derecho? Finalmente comprendemos lo que quieren decir con derecho internacional: sharía. Los antepasados ​​de la loca señora turca siguieron la misma lógica en su época. Dijeron: “¡Constantinopla nos pertenece!” Y la tomaron.

¿Quieren hablar de sitios sagrados? Hablemos de Santa Sofía, disfrazada de mezquita. ¿Constantinopla es nuestra? Hablemos de decapitaciones, violaciones, saqueos, profanaciones, secuestros, masacres, transferencias y reemplazos de población, tierra arrasada, desolación y, hoy en día, Estambul, sus calles bordeadas de casas otomanas, sus estaciones de autobuses, su aeropuerto, sus palacios de pashas, su zoco , sus restaurantes y sus mezquitas triunfales.

“Salomón, te he superado”. Fue lo que el emperador Justiniano gritó con gran entusiasmo el 27 de diciembre de 537 DC cuando inauguró la iglesia más grandiosa del cristianismo en ese momento. La iglesia era Hagia Sophia.

Versión en español de “La Palestine: un état en karaoke” /Traducción: May Samra

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