Enlace Judío México – Ante el temor de una nueva Intifada, el oficial israelí Yoav Mordejai envió un mensaje en árabe a los palestinos: “Os pido que no permitáis a los extremistas arruinar la Navidad, los turistas se dirigen hacia vosotros…”.

SAL EMERGUI

Hace tres semanas, en el casco antiguo de Jerusalén se frotaban las manos ante la prevista llegada de miles de turistas. Los hoteleros palestinos ultimaban sus preparativos en la vecina Belén para acoger a los peregrinos atraídos por el poder místico que emana de la cuna del cristianismo mientras el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ejercía ante las murallas de Jerusalén de improvisado guía de una sorprendida rumana al ser la turista número tres millones de 2017. La calma reinante desde la última explosión de violencia en julio hacía pensar en unas Navidades rentables.

Pero los 11 minutos del presidente estadounidense Donald Trump reconociendo Jerusalén como capital de Israel y los posteriores Días de la Ira palestinos han puesto en peligro las previsiones. Términos como “nueva Intifada” o “se abren las puertas del infierno” empleadas por el grupo islamista Hamas coparon portadas en todo el mundo llenando de dudas a muchos de los que decidieron pasar estas especiales fechas en Tierra Santa.

“El significado de la palabra Trump aquí es loco. ¡Es un irresponsable! Ya sé que sólo son palabras pero a veces pueden cambiar realidades”, lamenta Ibrahim al frente de la tienda que heredó de su padre. Nacido en Egipto, este palestino lleva 60 años en la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde la calma contrasta con los choques en Cisjordania y la frontera entre Israel y Gaza. “Todos saben que hay una clara separación entre la parte oriental nuestra y la occidental israelí. Lo que ha hecho Trump es peligroso”, añade Ibrahim, que dice contar menos turistas desde el 6 de diciembre.

A un par de callejuelas laberínticas de su tienda vacía, el Santo Sepulcro está más vivo. Tras dejar que una peregrina griega se haga un selfie con él, el Padre Lemono nos recibe con una sonrisa que desborda su espesa barba. “Trump es muy bueno en negocios pero muy malo en política. A principios de mes, las colas para entrar en la Iglesia eran enormes y ahora ves que casi no hay”, apunta este religioso greco-ortodoxo en el lugar donde la tradición cristiana sitúa la tumba de Jesús.

En una oscuridad troceada por velas y lámparas, avanzan las mexicanas Jacky Beteta y Sarah Cohen. La primera, cristiana, no ocultó su temor cuando su amiga judía le ofreció viajar a Israel para celebrar la Navidad, la festividad hebrea de Janucá y el Fin de Año. El padre de su parroquia la tranquilizó ante el alud de noticias. “Me preguntó dónde vivo. Como lo sabía muy bien, contestó inmediatamente con una pregunta: ¿Y aquí en Ciudad de México no hay disturbios e inseguridad?”, recuerda antes de cruzar el umbral de la pequeña gruta y sentenciar: “Jerusalén es mágica”.

En protesta por el anuncio de Trump, la familia musulmana que guarda las llaves del Santo Sepulcro -administrado por grecoortodoxos, armenios y católicos- había anunciado que no recibiría al vicepresidente Mike Pence. Finalmente, aplazó la gira a enero.

En Notre Dame, precioso centro del Vaticano en Jerusalén, la emoción acompaña los preparativos de la tradicional cena de Nochebuena. Con 13 años viviendo en Jerusalén, Graciela Magana asegura que como guía nunca acompañó a tantos turistas como en 2017. “Ha sido maravilloso ver tanta gente. El ejemplo es que un día estuve tres horas haciendo cola con una familia en el Santo Sepulcro y en Belén”, cuenta orgullosa.

“No permitáis a los extremistas arruinar la Navidad”

Sobre el peregrinaje esta semana tiene dos explicaciones: “Suele bajar porque la gente vuelve a sus casas para estar con los suyos en Navidad pero es verdad que tras las últimas noticias muchos se asustaron y llamaron para preguntar si era seguro venir”. Su respuesta es rotunda: “Aquí hay calma, sobre todo en la zona de peregrinación. En Jerusalén no se oye ni un petardo. Pueden venir con absoluta confianza”.

Dirigentes de 13 iglesias avisaron a Trump de que sus anuncios “producirán mayor odio, violencia y sufrimiento en la ciudad y en Tierra Santa”. Mientras los cristianos palestinos (2%) le critican, el evangelista pro israelí Mike Evans ha llenado las calles de Jerusalén (autobuses, farolas e incluso un camello) con pósters de agradecimiento a su amigo en la Casa Blanca: “Dios bendiga a Trump”.

Los tres Viernes de la Ira desde su anuncio desembocaron en choques en el puesto de control en el acceso de Belén-aislada por el muro israelí y de mayoría musulmana- donde los cristianos celebran la Navidad con procesiones, rezos y copiosas cenas. Ante el temor de una nueva Intifada, el oficial israelí Yoav Mordejai envió un mensaje en árabe a los palestinos: “Os pido que no permitáis a los extremistas arruinar la Navidad, los turistas se dirigen hacia vosotros…”.

Entramos en la gruta del Monasterio del Padre Nuestro en el Monte de los Olivos, donde peregrinos nigerianos alcanzan el éxtasis. “¡Oh, Señor! Estamos en Tierra Santa para rezar por todos”, asegura uno. “El Señor está presente en todos sitios pero aquí estuvo físicamente. Somos como guardianes espirituales”, apunta la hermana Elsbeth.

En las paredes de la Basílica, el Padre Nuestro se lee en 173 idiomas. Con el objetivo de que el aranés sea el 174, Ares Capdevila ha pactado una cita con las responsables. A esta joven de Vall d’Arán le aconsejaron un chaleco antibalas al llegar a Jerusalén para estudiar en la Universidad. “Aquí se vive muy bien aunque la tensión aumentó en las últimas dos semanas”, reconoce en una villa con mucha historia y poca geografía que celebra otra Navidad sin la anhelada paz en el horizonte.


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