Enlace Judío México – El presidente sirio está más comprometido que nunca con el CGRI y Hezbolá, que no tienen ningún interés en mantener la tranquilidad a largo de la frontera.

AVI ISSACHAROFF

Israel enfrenta una nueva pero conocida situación en su frontera norte con la evacuación de cientos de rebeldes sirios del área de Beit Jinn en el lado sirio de los Altos del Golán. El ejército de Assad ha vuelto a la frontera, donde había estado desde 1967 a 2011.

Los partidarios del Estado Islámico conocidos como el Ejército Khalid Ibn Walid aún mantienen algunos focos de resistencia, pero fuera de eso, las fuerzas sirias han retomado el control de la frontera con Israel.

Por otro lado, no quedan fuerzas moderadas que mantengan cierta cooperación con Israel o controlen a los extremistas chiítas o sunitas. La evacuación se llevó a cabo en silencio, y los autobuses que transportaron a casi todos los rebeldes y sus seguidores llegaron al último bastión de la oposición (relativamente) moderada, en el área de Idlib.

La presencia aparentemente conocida de soldados sirios disciplinados que acatan las reglas, y un ejército que comprende la necesidad del régimen de Damasco de mantener el orden puede ser un indicio de estabilidad, pero sólo en la superficie. En los últimos años, el presidente sirio, Bashar Assad, se ha visto obligado a ceder posiciones estratégicas a las milicias chiítas iraquíes, Hezbolá y, al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán que salvaron su régimen y a las que literalmente les debe su vida, tanto física como políticamente.

Assad se verá obligado a darle a la media luna chiíta un punto de apoyo en la zona fronteriza, e incluso puede estar encantado de hacerlo. La presencia de Hezbolá en la frontera no es nada nuevo. La aldea de Hader en el lado del Hermón fue conocida en los últimos años como el último reducto de apoyo a Assad, rodeada de rebeldes sunitas.

Hezbolá logró construir una infraestructura militar en la ciudad para llevar a cabo ataques contra Israel, como lo demuestra el asesinato de sus operativos mientras realizaban esas actividades, entre ellos Jihad Mughniyeh y el general iraní asesinado en 2015, y, por supuesto, Samir Kuntar, el terrorista que estuvo encarcelado en Israel por matar a una familia en Nahariya y más tarde fue liberado en un acuerdo con Hezbolá en 2008. Según los informes, Kuntar fue asesinado por Israel cerca de Damasco en 2015, en un intento de establecer una estructura cerca de Hader para atacar a Israel.

La Guardia Revolucionaria de Irán está mucho menos interesada en mantener la tranquilidad en la frontera y posiblemente intente activamente desestabilizar la situación a lo largo de la frontera para evitar que estalle la guerra en el Líbano, entre otras razones.

Israel ha advertido una y otra vez que no permitirá la presencia de fuerzas iraníes cerca de la frontera, y se supone que sus demandas se tomarían en cuenta en el pacto de alto al fuego acordado entre Rusia y Estados Unidos.

Sin embargo, Washington y Moscú posiblemente no consideran a los combatientes de Hezbolá vestidos con uniformes sirios – o a los asesores del CGRI que “visitan” posiciones avanzadas, incluido un puesto sirio en Hermón – como “presencia iraní”. De hecho, los combatientes de Hezbolá o el CGRI pueden ya estar en las posiciones sirias del Hermón en este momento.

En 2018, Assad necesitará la ayuda de Irán y Hezbolá para estabilizar su régimen, y puede convertirse en un títere iraní-chiita. Él no tiene mucho de qué emocionarse. Los enemigos sunitas de su régimen, que son la mayoría en el país, siguen siendo hostiles. Siria está en bancarrota, con cientos de miles de muertos, millones de heridos y una infraestructura destruida.

Pero Assad tiene algo importante a su favor: sobrevivió a la primavera árabe. Eso es algo que no muchos líderes árabes pueden decir hoy. Y la supervivencia es el nombre del juego.

Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico