Enlace Judío México – El sombrío golpe de suerte con un oficial nazi que lo salvó del Holocausto fue tan fuerte para Kraus que tituló su autobiografía, recién salida a la venta en julio de 2017: “La vida de Moshele Der Zinger. Cómo mi canto me salvó la vida”.

Nacido en una familia de judíos jasídicos y cantante durante 70 años, Moshe Kraus fue un niño prodigio que a los 9 años viajó por las ciudades de la antigua Checoslovaquia, regresando a casa con bolsillos llenos de dinero después de sus conciertos, pese a que no tenía ningún interés por el dinero sino por su pasión musical.

En 1944, a los 22 años, Kraus terminó en Bergen-Belsen, uno de los campos de concentración nazi en el norte de Alemania. Los nazis mataron a sus padres, cuatro de sus hermanos, 32 de sus tías y tíos, y a más de 100 de sus primos.

Inevitablemente, su pasión por el canto no se detuvo y con un repertorio de canciones alentadoras se hizo popular entre sus demás correligionarios en ese sitio de la muerte.

Un día, el comandante nazi Josef Kramer, que se ganó el sobrenombre de “La Bestia de Belsen” por sus atrocidades cometidas como regente del campo, escuchó a Kraus cantar. Al domingo siguiente de este circunstancial encuentro, ordenó que llevaran al joven Kraus a su lujosa casa, a unos 10 minutos del campo. Cuando Kraus llegó con sus harapos, encontró a Kramer cenando solo en su comedor y en ropa interior.

Josef Kramer, “la Bestia de Belsen”.

Kramer le otorgó algo de comida a Kraus, y le preguntó si conocía el trabajo de Joseph Schmidt, un famoso tenor judío austro-húngaro que se volvió popular en Alemania durante la década de los años 30. La respuesta de Kraus no era otra más que afirmativa: había estudiado su técnica con uno de los mismísimos instructores de Schmidt.

“¡Canta!” le ordenó en ese momento Kramer. Así que Kraus comenzó a entonar una melodía al estilo del fallecido Schmidt, que había muerto de un paro cardíaco tras una salud muy debilitada en un campo de refugiados en Suiza dos años atrás.

De acuerdo a Kraus, “ese asesino, que podría matar a un hombre como si nada” comenta al diario Ottawa Citizen, terminó por derramar lágrimas mientras entonaba su canción.

Durante meses esto se convirtió en su rutina de vida. Cantaba para Kramer todos los domingos, hecho que salvó a Kraus de morir en los campos de exterminio. Alrededor de 50 mil personas, incluida Ana Frank, murieron en Bergen-Belsen.

“Solo estaba esperando el día en que a mi también me quemarían”, reflexiona Kraus. Este sombrío golpe de suerte fue tan fuerte para Kraus que tituló su autobiografía, recién salida a la venta en julio de 2017: La vida de Moshele Der Zinger. Cómo mi canto me salvó la vida.

Cuando el campo fue liberado en 1945 por los británicos, Kraus estaba muy débil, al punto de que pesaba tan sólo 34 kilogramos. Cayó en coma y fue hospitalizado hasta que pudo recuperar sus fuerzas. Después de su alta del hospital, le notificaron del destino del comandante Kramer, quien fue sentenciado a muerte por crímenes de guerra el 17 de noviembre de 1945 tras el llamado juicio de Bergen-Belsen. Y no sólo eso: la “Bestia” quería que Kraus estuviera presente durante su ejecución.

“Se fue caminando a la horca muy orgulloso”, recuerda Kraus sobre aquél 13 de diciembre del 45 en Hamelín, la ciudad donde el mítico flautista hizo de las suyas. “Sonrió, le devolví la sonrisa, incliné la cabeza. Lo ahorcaron. No pude soportarlo y lloré” confiesa Kraus.

“Él me salvó la vida. OK, él era un hombre increíble. Pero él me salvó la vida. Lloré y que Dios me perdone hasta hoy el por qué lloré”, enfatiza.

Después de la guerra, Kraus terminó por ser el principal cantor del ejército israelí. Y ejerció su oficio también en ciudades como Budapest, Bucarest, Amberes, Johannesburgo, la Ciudad de México y Ottawa. Forjó una estrecha amistad con Elie Wiesel, el famoso escritor y activista judío norteamericano. Se ha codeado con los primeros ministros de Canadá y ha sido un invitado de honor en muchos eventos.

Hoy de 95 años de edad vive junto con su esposa Rivka en Ottawa, Canadá y a menudo habla con grupos de jóvenes sobre sus experiencias del Holocausto y sobre el antisemitismo.

“Parece que no puedo silenciar por completo esos horrendos sentimientos del Holocausto“, escribió en la introducción de su autobiografía. “Simplemente no puedo creer que todavía duela después de todos estos años. No hay respuesta sobre por qué “.

Fuente: Ottawa Citizen / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico