Hace 160 años nacía el hombre responsable del renacimiento de la lengua de los judíos, antiguamente reservada a contextos religiosos. Nunca vio la creación del Estado de Israel.

LEAH SOIBEL

Lo hablan los más de ocho millones y medio de habitantes del Estado de Israel, pero es también un vehículo que une a las comunidades judías presentes en cerca de ochenta naciones del mundo entero. Es el hebreo, la modalidad moderna de una lengua antigua con más de 30 siglos de historia.

Este ha sido el idioma semítico que ha unido a los judíos a través de sus escritos y sus liturgias a lo largo de más de 3.000 años. Un fabuloso legado que ha perdurado desde el mundo antiguo, pero que hoy debe al empeño de un hombre el haberse convertido en el fenómeno lingüístico más notable del último siglo en todo el mundo. Es Eliezer Ben-Yehuda, nacido el 7 de enero de 1858, padre del hebreo moderno y responsable del renacer de un idioma que hoy vuelve a unir a los judíos en su casa, en Israel, y en cualquier otra parte.

El de Ben Yehuda, nacido Eliezer Yitzhak Perelman en la provincia del imperio ruso de Vitebsk, hoy parte de Bielorrusia, es un caso único. Su sueño utópico de legar a los judíos una lengua que les uniera de nuevo y les llevara a sus raíces se hizo realidad. De hecho, su hijo, Ben-Zion Ben Yehuda, fue el primer hablante nativo de hebreo moderno, el primero de los muchos millones que son hoy en día.

Su lema le acompañó toda su vida: ¡Hebreo habla hebreo! Antes de emigrar a Palestina en 1881, entonces parte del Imperio Otomano, ya había entrado en contacto con el hebreo bíblico y talmúdico en sus estudios en la yeshiva. Muchos niños judíos de la Europa del Este de aquella época tenían conocimientos del hebreo clásico que se utilizaba en contextos religiosos.

Fueron sus estudios universitarios en París de historia y política del Medio Oriente los que le llevaron al convencimiento de que el hebreo utilizado de forma oral y fuera de sus usos religiosos podía convertirse en un vehículo para la cohesión social y cultural de la nación judía, una aspiración del ideal sionista del que Eliezer ya se había empapado. Ya en Argel, pudo comprobar como los judíos del norte de África se manejaban en hebreo en su día a día.

Con todos estos elementos, llegó a Palestina convencido de que la resurrección del hebreo y su normalización era el camino para consolidar la construcción de la nación. Un elemento fundamental para una sociedad formada por comunidades llegadas de muchas partes del mundo, con sus dialectos y formas de hablar autóctonas.

Cuando Eliezer Ben-Yehuda llegó a Palestina en 1881, el hebreo no era el lenguaje hablado por el pueblo judío desde la época de la Biblia. Sin embargo, gracias a Ben-Yehuda, en 1922 –año de su muerte en Jerusalén–, ya había tantos pioneros judíos hablando hebreo moderno que las autoridades del Mandato Británico lo reconocieron como el idioma oficial de los judíos en Palestina.

Ben-Yehuda concibió la construcción de la nación judía desde dos aspectos: el regreso a la patria histórica en la Tierra de Israel, y el renacimiento de la lengua hebrea. Para lograr esto último, Ben-Yehuda necesitaba lograr una hazaña casi imposible: transformar el hebreo, que durante siglos se había utilizado solo en el estudio religioso, en un lenguaje moderno hablado en cualquier ámbito.

Nunca vio la creación del Estado de Israel. Falleció solo un mes después de que las autoridades británicas declararon que el hebreo era el idioma oficial de los judíos de Palestina. Sin embargo, su sueño del renacimiento de la nación de Israel en su propia tierra, hablando su propio idioma, se llevó a cabo. Y además, sus esfuerzos se encuentran entre los grandes renacimientos lingüísticos de la historia de la humanidad.

 

 

 

Fuente:infobae.com