Enlace Judío México.- Después que el presidente palestino Abu Mazen se cansara de declarar que los palestinos no aceptarán ninguna iniciativa estadounidense tras la declaración de Trump de que Jerusalén es la capital de Israel y de sus intenciones de trasladar la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén, el presidente norteamericano buscaría un reemplazo para el presidente palestino. Off the record cuenta sin mucho disimulo que ve a Abu Mazen como el responsable del estancamiento de las conversaciones de paz con los israelíes, y que está pensando en una alternativa más cercana a su visión de mundo; para decirlo de algún modo delicado.

EDGARDO KRAWIECKI EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO.

La Administración Trump estaría buscando un sucesor de Abu Mazen que les asegure que aceptará su propuesta de paz entre israelíes y palestinos. En Washington están persuadidos de que todo está estancado por culpa de Abu Mazen. Y lo dicen abiertamente. Lo ven como el problema y no como la solución al atolladero en el que se encuentran las conversaciones de paz.

Los saudíes ya han aceptado la propuesta de Trump. Hace poco más de dos meses atrás le anunciaron a Abu Mazen que en este mes de enero sería presentada y le pidieron que no se opusiera a ella.

Ahora estamos en enero, y nada se escucha en esta dirección. Más bien todo lo contrario. Que el presidente norteamericano le quiere cortar los víveres a los palestinos por no aceptar su modo de ver la “paz” y ha comenzado por quitarle el presupuesto norteamericano destinado a la UNRWA, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, principalmente los palestinos. A tal punto esto generaría una tragedia humanitaria –especialmente en Gaza, donde gran parte de la población vive de la ayuda internacional a los refugiados- que el propio Benjamín Netanyahu le ha solicitado a Trump que se detenga y vuelva atrás en esta decisión. Y a cambio le ha propuesto que ponga esa ayuda en otra organización de la ONU para poder matar varios pájaros de un tiro; decir por un lado que ha cumplido con sus palabras tan tuiteadas y por el otro que no les ha cortado el chorro humanitario a los palestinos más necesitados.

Abu Mazen siente que no puede decidir ante la opción de ir a elecciones que le propone Trump y vuelve a amenazar con retirarse de la presidencia palestina ante los suyos, con el fin de que lo vuelvan a sostener como tantas otras veces ya ha sucedido en el pasado.

Y lo que menos puede soportar el presidente palestino, es que tenga que escuchar de boca de los asesores de Trump nombres como Mujamad Dajlan (exiliado como un desterrado en Abu Dhabi) o Salam Faiad (que cuenta con ciudadanía estadounidense y una orientación económica semejante a la de los norteamericanos) en la lista de herederos al poder palestino.

La apuesta de Trump sería presionar a Abu Mazen junto con Arabia Saudí y los estados del Golfo diciéndole que si no acepta la iniciativa que están por presentar los estadounidenses, debería dar un paso al costado. Esta sería la forma de sacarse a Abu Mazen de encima por parte de la Administración norteamericana.

Ello, junto con la edad de Abu Mazen y las expectativas de que pronto los palestinos deban de todas formas elegir a un sucesor, les da a los estadounidenses fuerzas para apretar ahora el acelerador e intervenir más de lo que lo venían haciendo hasta el momento en el desenlace de la “herencia” política palestina.

Por otro lado, lo que sucede en Gaza preocupa a quienes toman las decisiones en Israel. En la reunión de Gabinete del domingo 24 de diciembre, altos oficiales de Tzahal, el Ejército de Israel, les advirtieron a los ministros israelíes que la situación en Gaza está a punto de explotar. Y a pesar de que todos consideran que Hamás no tiene interés en abrir ahora otra ronda de enfrentamientos, la situación la valoran como similar a la que había antes de la guerra de julio-agosto del 2014. Y lo que salta a la vista es el “goteo” de cohetes y proyectiles de mortero que ha comenzado a caer sobre las poblaciones del sur de Israel en las últimas semanas.

Todo ello, “amenizado” por la terrible situación humanitaria en la Franja de Gaza, sin agua potable, con cortes de luz durante la mayor parte del día y siguiendo con el pago de los sueldos a los funcionarios que tarda en llegar, y el dinero de Catar que no llega. Y sobre todo, la decepción por el acuerdo de reconciliación entre Hamás y Al Fatah, que a pesar de lo que dicen los propios palestinos, no parece estar funcionando.

A todo ello, ahora debemos sumarle el “efecto Jerusalén” tras todos los disturbios que hubo por la declaración de Trump de que es la capital de Israel y que trasladará allí a la embajada estadounidense. Unido este elemento al de los disparos de cohetes de todas las facciones rebeldes a Hamás en la Franja de Gaza, empezando por la yihad islámica palestina financiada por Irán.

Y si a ello le sumamos también la forma efectiva que parece haber hallado Israel para neutralizar los túneles de ataque de Hamás, con un cerco de hormigón que bordea toda la frontera de Gaza con Israel para que no puedan pasar a cometer atentados, la situación está más que clara.
Por lo tanto, Hamás puede encarrilar su decepción hacia Israel y sumarse a este clima de hostilidad y frustración que emana desde Gaza.

Los políticos proponen dejar que trabajadores de Gaza trabajen en las poblaciones israelíes cercanas a la Franja, pero el Ejército se opone a ello. O retomar la idea del ministro de Transportes Israel Katz de construirle una Isla artificial a Hamás, a lo que también se opone el estamento militar.
Mientras tanto, Netanyahu le ha pedido al jefe del Consejo de Seguridad Nacional que le presente en un plazo de tres semanas un plan de acción para medirse con lo que se ve venir desde Gaza, que aunque Israel no tenga ningún control sobre todo esto que describimos que está pasando en la Franja, es el país que podría terminar siendo el pato de la boda y el que debería pagar el precio final con un enfrentamiento armado, que nadie quiere, pero que sigue cocinándose a fuego lento.