Enlace Judío México.- La noticia del asesinato del Rabino Raziel Shevach, perpetrado por terroristas palestinos que lo acribillaron en su auto, ha sacudido al mundo judío.

IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO.

Lo interesante es ver las reacciones que se han dado en Estados Unidos y en Europa.

David Friedman, embajador estadounidense en Israel, de inmediato hizo un señalamiento contundente: los palestinos son el obstáculo para que llegue la paz. No sólo siguen comportándose violentamente, sino que incluso fomentan y premian esa violencia.

En contraste, Francesca Mogherini, canciller de la Comunidad Europea, de inmediato apareció a decir que urge una negociación para llevar a buen término el proyecto de dos Estados. Es decir, para darle un Estado a los palestinos.

Europa, evidentemente, otra vez corre hacia el mismo juego que nunca ha dado resultados y que, incluso, ha provocado más problemas de los necesarios.

Veámoslo de un modo muy simple: los palestinos agreden, asesinan, golpean; y de inmediato aparecen los europeos que urgen a darles un Estado. Y yo pregunto: una vez que tengan su Estado, ¿por qué habrían de dejar de agredir y asesinar? Si nos atenemos a la estrategia europea, los palestinos no tienen una sola razón para abandonar su política de violencia. Cada vez que un palestino comete un atentado terrorista, la reacción europea incluye muchas cosas, menos una exigencia abierta y directa para que los palestinos renuncien a la violencia.

Por el contrario: desde hace varios años se ha demostrado que mucho del dinero que los palestinos reciben como ayuda por parte de los países europeos, se utiliza para el fomento de la violencia y el terrorismo. Pero no importa. Europa sigue dando ese dinero “por razones humanitarias”. Apenas Dinamarca y Noruega se decidieron a dejar de financiar ONGs pro-palestinas y/o palestinas. Sin embargo, el flujo de billetes sigue llegando a la Autoridad Palestina, que sigue gastándolos en becas y salarios para los terroristas o sus familias.

Durante ocho años, los palestinos encontraron esa misma displicencia en la Administración Obama, y por eso su total desconcierto ante el radical cambio de política con la Administración Trump.

De hecho, han llegado a extremos ridículos. Ante la fuerte acusación del embajador Friedman, los palestinos de inmediato reiteraron su rechazo a que Estados Unidos siga interviniendo en el “proceso de paz” (que en realidad no existe), y exigieron a Trump que retire su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel.

Va de nuevo: los palestinos haciéndole exigencias a los Estados Unidos.

Sin importarme que no sea políticamente correcto, señalaré que semejante conducta es una estupidez. En términos reales, los palestinos no están en la capacidad de hacer ninguna exigencia.

Pero las hacen porque están acostumbrados a que nunca importó su insistencia en la violencia y sus permanentes rechazos a negociar la paz. Siempre encontraron el apoyo europeo, y la complicidad de la ONU y sus organismos en lanzar toda la presión y todas las exigencias contra Israel. Incluso, encontraron la absurda e irracional simpatía de la izquierda israelí, que también se dedicó a exigir que fuese su propio país –Israel– el que se rindiese.

Por supuesto, quien más problemas ha tenido con todo esto es, obviamente, Israel.

En el funeral del Rabino Shevach, hubo gritos que exigían venganza. Y es lógico. Tarde o temprano, la paciencia de los colonos se va a agotar y eso puede ser el inicio de agresiones sistemáticas contra los palestinos de la zona, que se verían inmersos por primera vez en algo a lo que no están acostumbrados.

Por supuesto, eso sería muy delicado para Israel, porque entonces sí vendría toda la retahíla de críticas y condenas (que ahora brillan por su ausencia), porque esa es la dinámica internacional: los palestinos agreden, agreden, vuelven a agredir, siguen agrediendo, y cuando Israel los pone en su lugar, entonces aparece medio mundo a exigir que no haya una escalada en la violencia. Porque –deducen– la escalada en la violencia no incluye la violencia palestina; sólo los mecanismos de defensa israelíes pueden y deben ser definidos así.

Sin embargo, el giro radical en la política exterior estadounidense hace que el panorama, por primera vez en muchos años, sea distinto.

Así que tal vez es hora de que Israel dé pasos verdaderamente enfocados hacia la paz. Y es un hecho sobradamente demostrado por la experiencia histórica, que la paz sólo será posible cuando uno de los dos bandos beligerantes sea completamente derrotado.

Seamos honestos: los palestinos no van a negociar la paz. Nunca.

La única alternativa es, entonces, derrotarlos. Aplastar sus objetivos, sus exigencias. Doblarlos hasta el punto en que simplemente ya no puedan exigir nada y no tengan más alternativa que firmar la paz. Hasta que se rindan.

Muchos me dirían que justo eso haría que los palestinos incrementaran su celo patriótico y se resistieran a rendirse. Pero no lo creo. Los palestinos nunca han luchado por sí mismos. Su “causa” es artificial, inventada por los países árabes en la época en la que todavía soñaban con destruir a Israel. Ahora que están más preocupados por Irán, y que incluso ven a Israel como un aliado indispensable, esos mismos países árabes prácticamente han abandonado a los palestinos.

La lucha palestina nunca fue para construir un país propio. Fue para destruir a Israel.

Y eso sí se puede derrotar, contundente y definitivamente.

Y ya es hora de hacerlo.