Enlace Judío México.- En el 2005, Mahmud Abás fue electo presidente de la Autoridad Palestina (AP).

GRANT RUMLEY

En su discurso de asunción, Abás saludó la “transferencia pacífica de la autoridad” y prometió “comenzar el proceso de reforma…como para establecer las bases del estado palestino al cual aspiramos.” Después de una década de gobierno de la AP con mano de hierro por parte de Yasser Arafat–con sus últimos años caracterizados por un levantamiento armado palestino– Abás parecía un soplo de aire fresco. Ahora, sin embargo, cuando entra al catorceavo año de su mandato presidencial de cuatro años, está claro que Abás ha renegado de muchas de sus promesas y exacerbó la crisis de corrupción y autocracia dentro de la Autoridad Palestina.

Cuando Abás fue nombrado el primer Primer Ministro en la historia de la AP en el 2003, fue porque Arafat estaba bajo intensa presión externa para diluir el poder y ampliar la escena política palestina. Un crítico de Arafat, Abás se rodeó de reformistas de pensamiento similar, tales como el economista Salam Fayyad educado en Occidente. Fue este enfoque contrastante con Arafat el que lo hizo querido para la elite política palestina, y para el Occidente.

Después que murió Arafat en noviembre del 2004 y Abás ascendió a la presidencia en enero del 2005, elevó la plataforma de construcción de instituciones de Fayyad a principal prioridad nacional. Sin embargo, Abás también trajo con él su propio estilo distintivo de nepotismo. Cuando la agenda de reforma de Fayyad se acercó mucho a casa–particularmente cuando él desafió el intento de Abbas por la independencia en Naciones Unidas–él fue obligado a irse.

Sin dudas, el experimento formal de Abás en la reforma política fue un fracaso. Él prometió celebrar elecciones legislativas en su discurso de asunción en el 2005, pero esas elecciones vieron a los palestinos votar por sus rivales en Hamás. Esas elecciones alimentaron una guerra civil en el 2007 en la que Abbas perdió la Franja de Gaza, un sacudón sísmico que ha dictado su presidencia desde entonces.

A partir de allí Abás ha reprimido cada vez más a la sociedad civil, la libertad de expresión y las actividades de sus rivales políticos. Cuando miles de docentes de la AP salieron a las calles para protestar por sus condiciones de trabajo, las fuerzas de la AP de Abbas encarcelaron a los líderes y bloquearon sus rutas de protesta. Cuando las críticas a su presidencia se expandieron rápidamente online, Abbas promulgó una legislación draconiana para delitos cibernéticos que le permite arrestar a cualquiera que lo critique en las redes sociales. Y cuando miembros de su propio partido Fatah han desafiado su régimen, él los purgó en forma sumaria de los órganos del partido.

El resultado ha sido la regresión política en la Margen Occidental. Abás ha eclipsado a Arafat tanto en tiempo como presidente como, discutiblemente, en estilo autocrático. Él es responsable para pocos, si es que alguno, de los palestinos. Si los funcionarios occidentales esperan hacer progreso en el proceso de paz israelí-palestino, deben comenzar buscando nuevos reformistas para revivir la agenda de construcción de instituciones. Ellos también deben comenzar a ajustar cuentas con Abás.

 

 

Fuente: Informe político de la Fundación para la Defensa de las Democracias
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

 

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