Enlace Judío México.- Gracias al acuerdo de Obama, Irán podría convertirse en la primera potencia nuclear en experimentar una revolución violenta.

RAY TAKEYH

Los levantamientos populares en Irán hacen una apuesta segura de que el gobierno de la República Islámica colapsará finalmente. Esa posibilidad en un Irán nuclear debe tener a muchos en Washington perdiendo el sueño. ¿Qué ocurrirá con las centrifugadoras de uranio enriquecido, planos de ojivas y tecnologías de misiles balísticos de Irán si son depuestos los mulás? ¿Qué ocurrirá con los científicos de Irán que quedarán desempleados repentinamente? Los gobiernos occidentales deben prepararse.

La República Islámica nunca fue la isla de estabilidad que sus facilitadores occidentales hicieron creer. A principios de 1980, los mulás vengativos purgaron a liberales y laicos que se habían unido ingenuamente a los islámicos a derrocar al shah. Esto produjo una generación de jóvenes iraníes altamente escépticos de sus sabios clericales. Los estudiantes se rebelaron en 1999, la clase media en el 2009. El mes pasado decenas de miles de iraníes de clase obrera decidieron finalmente que habían tenido suficiente.

Estas manifestaciones deben haber sido particularmente inquietantes para los oligarcas clericales, porque se suponía que las clases más bajas eran el pilar de su poder. Por décadas, la República Islámica ha buscado atar a esta clase al control clerical expandiendo el estado asistencialista. Pero ese estado asistencialista es puesto en peligro por la corrupción y aventuras extranjeras. Los hombres de Dios corruptos son siempre más mortificantes que los chiflados monarcas y oficiales del ejército.

La República Islámica no es una dictadura común dirigiéndose hacia el cesto de basura de la historia. En el 2015 fue concedida efectivamente una licencia por parte de EE.UU. y las otras potencias mundiales para expandir su programa nuclear. El acuerdo no ha impedido los esfuerzos de Irán por modernizar su aparato nuclear. Bajo el ojo vigilante de Ali Akbar Salehi, el jefe del programa atómico de Irán educado en el MIT, Irán continúa enriqueciendo uranio, desarrollando centrifugadoras avanzadas, probando misiles balísticos, y entrenando ingenieros. El régimen, el cual ha mentido en forma continua acerca de su ambición de adquirir armas nucleares, está determinado a construir una infraestructura de enriquecimiento de uranio tamaño industrial equipada con tecnología de última generación y piloteada por un cuadro de científicos capaces.

Gracias al acuerdo nuclear, Irán podría ser el primer país en experimentar una revolución violenta mientras está en posesión de una red nuclear extensiva. El mundo ha sido afortunado que los dos estados nucleares que colapsaron lo hicieron pacíficamente. Al final de la Guerra Fría, Mikhail Gorbachev se las arregló para liquidar a la Unión Soviética mientras salvaguardaba su aparato atómico. En Sudáfrica, el régimen del apartheid desmanteló y destruyó su capacidad nuclear antes de entregar el poder a la mayoría.

Los mulás de Irán no se irán tan calmadamente como los comisarios de Rusia y los racistas de Sudáfrica. Estos son hombres que afirman conocer el pensamiento de Dios y no tienen ningún escrúpulo en derramar sangre. La República Islámica seguramente experimentará un período prolongado de lucha interna, violencia a nivel nacional y separatismo étnico mientras desovilla su experimento teocrático. En tales circunstancias, puede quebrarse la estructura de mando y control del programa nuclear iraní. Su uranio enriquecido y centrifugadoras avanzadas podrían perderse. Y los científicos emprendedores de Irán pueden encontrar empleo lucrativo en lugares desagradables como Corea del Norte y Pakistán.

La administración Trump debe moverse para restringir el apetito nuclear de Irán y prepararse para recoger los pedazos de un régimen colapsado. No hay ninguna alternativa más que revisar las disposiciones permisivas del acuerdo nuclear—una tarea que requerirá no sólo manejo delicado de alianzas sino la imposición de sanciones incapacitantes sobre la clase gobernante de Irán. A través de tal campaña de presión, Estados Unidos podría tener éxito en corregir las muchas fallas debilitantes del acuerdo. El foco debe estar en impedir los esfuerzos de investigación y desarrollo de Irán, los cuales se están transformando rápidamente en una infraestructura nuclear torpe dentro de plantas de última generación.

Washington debe tratar también de seducir a los científicos de Irán para que deserten con promesas de asilo. Y el Pentágono debe desarrollar un medio para salvaguardar las reservas crecientes de material nuclear de Irán en una época de desorden interno. La forma más segura de impedir que las plantas nucleares y recursos de Irán sean dispersados es prevenir su ampliación hoy.

 

*Ray Takeyh es un miembro principal en el Consejo en Relaciones Exteriores.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

 

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