Enlace Judío México.- Durante el último mes, Egipto ha llevado los martes a la horca a civiles sentenciados a muerte por tribunales militares:

9 de enero: Tres hombres fueron colgados. Habían sido hallados culpables de violación y sentenciados a morir por un tribunal militar en el 2011.

2 de enero: Cuatro hombres acusados de ser milicianos islámicos fueron colgados. Habían sido enjuiciados y sentenciados a muerte por un tribunal militar por un ataque en el 2015 afuera de un estadio que cobró las vidas de tres alumnos de la academia militar.

26 de diciembre: Quince hombres acusados de ser milicianos fueron colgados. Un tribunal militar los había hallado culpables en noviembre y los sentenció a morir por un ataque a un retén militar en la Península del Sinaí, en el 2013, en el que murieron un oficial y ocho soldados.

MONA ELTAHAWY

Hablamos sobre tener un poder judicial independiente en Egipto, pero dista mucho de ser imparcial.

Así sea en un juzgado militar o en uno civil, el arco del universo moral egipcio no se inclina por la justicia, sino por el capricho político de quien sea que esté en el poder. Esto es especialmente pronunciado en los tribunales militares.

Desde que ha estado en el poder el Presidente Abdel Fattah el-Sisi, ha aumentado marcadamente el número de sentencias de muerte y ejecuciones. De acuerdo con medios noticiosos oficiales en Egipto, los tribunales dictaron 186 sentencias de muerte en el 2017, el triple de las 60 impuestas en el 2016. Y la cifra de ejecuciones se duplicó de 22 en el 2015 a 44 en el 2016. El año pasado, Egipto ejecutó a 16 personas.

Cuando las autoridades egipcias no están sentenciando gente a muerte a través de sus tribunales, lo hacen extrajudicialmente. En abril, Human Rights Watch indicó que las fuerzas militares en la Península del Sinaí habían ejecutado a entre dos y ocho detenidos desarmados y encubierto las muertes para aparentar que las víctimas eran terroristas armados abatidos en una incursión.

En los 15 ahorcamientos el 26 de diciembre, los procedimientos legales tenían fallas y al menos uno de los 15 ejecutados parecía haber sido torturado, afirmaron grupos egipcios de derechos humanos. Un abogado, quien estuvo en contacto con las familias y los abogados de los ahorcados, dijo que no se les dio tiempo a los abogados de los ejecutados para presentar una apelación antes de que el Ministro de Defensa aprobara sus ejecuciones. E incluso se negaron pequeñas consideraciones. Las familias no tuvieron oportunidad de despedirse.

De manera similar, la hermana de uno de los hombres ahorcados el 9 de enero declaró al sitio de noticias independiente egipcio Mada Masr que sus familias no sabían dónde se llevaron a cabo las ejecuciones, ni cómo reclamar los cuerpos de sus parientes.

¿Por qué realizar 22 ejecuciones en tres martes consecutivos? Parecen ser un mensaje claro de un Gobierno resuelto a mostrar que está en control. Por lo normal hay una ofensiva de seguridad previo al 25 de enero, el aniversario del levantamiento en el 2011 que extendió por todo Egipto manifestaciones revolucionarias contra la dictadura de Hosni Mubarak.

Pero, ¿está Sisi realmente en control? También ha ordenado que las fuerzas de seguridad apliquen “fuerza brutal” contra una campaña miliciana armada en el norte del Sinaí, aunque varios años de esas acciones por las fuerzas de seguridad no han logrado frenar la violencia.

Otro factor podría ser que, este mes, Egipto anunció elecciones presidenciales a realizarse en marzo. Sisi, un ex general y jefe de inteligencia militar, fue declarado ganador de los comicios más recientes en el 2014, con un porcentaje inverosímil del 96.1 por ciento de la votación.

Para que no haya duda sobre los resultados dentro de dos meses, considere esto: los candidatos deben registrarse para finales de enero. Un candidato potencial está en prisión. Otro fue mantenido bajo arresto domiciliario hasta que se retiró de la contienda. Un tercero está en juicio y será descalificado si ratifican su condena. Y un cuarto aspirante debe tratar de reunir miles de firmas de apoyo antes de que pueda calificar para contender. (Los candidatos deben obtener el respaldo de al menos 20 miembros del Parlamento o ser apoyados por al menos 25 mil electores elegibles en al menos 15 de los 27 distritos administrativos de Egipto, llamados gobernaciones).

Sisi aún no ha anunciado su candidatura, pero más de tres cuartas partes de los miembros del Parlamento expresaron su apoyo el día luego de que se anunció la fecha de los comicios.

Entre todas estas malas noticias, los abusos de derechos humanos de Egipto están pasando desapercibidos a una Administración Trump cada vez más aislada en Washington y un entorno global de creciente tolerancia a la represión que ha desafiado a incluso los activistas más curtidos.

Gobiernos estadounidenses sucesivos han ofrecido poco más que palabras de apoyo a los derechos humanos en Egipto, aún al tiempo que enviaban miles de millones de dólares en ayuda y armas. Y seamos sinceros: cuando se trata de la pena de muerte, EU difícilmente está en posición de sermonear.

No obstante, a demasiadas personas les espera la horca en Egipto. ¿Qué egipcio puede olvidar el juez tristemente célebre quien, tras un juicio rápido de unas cuantas sesiones de unos cuantos minutos, sentenció a más de 680 personas a muerte, en abril del 2014, por el asesinato de un solo policía?

La sentencia de muerte es injusta e inhumana, en todo lugar. Es especialmente una abominación en los países donde raras veces se hace justicia. Egipto no debe hacer de los martes un sinónimo de ahorcamientos masivos.

Mona Eltahawy es autora de “Headscarves and Hymens: Why the Middle East Needs a Sexual Revolution”.