Enlace Judío México/ Rab. Berel Wein – Rab. Yejezkiya Jaim Jizkiya Medini (1813 – 1905), autor del Sdei Jemed, no sólo fue el erudito más importante de su época, aparte fue el creador de la enciclopedia moderna de Torá. Su vida se extendió por numerosos lares, tocando el corazón de judíos y no judíos por igual.

Nació en la Ciudad Vieja de Jerusalén, dentro de una de las comunidades sefardíes consideradas grandes para el momento (de entre 800 y 1,000 habitantes). Su padre era rab. Rafael Medini quien procedía de una familia de colonos de varios años en Jerusalén. El nombre Medini proviene de la palabra “medina”, término que se usaba para indicar la legalidad del habitante en este lugar. Durante muchos años no se les permitió a los judíos vivir en Jerualén, aquellos pocos que tenían el derecho de hacerlo eran llamados “Medini”, para indicar que su residencia era legal.

El hijo de rab. Rafael Medini, Yejezkiya empezó a hacerse famoso entre sefardíes y asquencitas por igual desde la edad de 10 años. Fue criado y educado por su padre, nunca atendió a una yeshiva en forma.

Se casó antes de cumplir la edad de Bar Mitzvá a los 12 años, práctica que no poco común entre sefarditas. Su padre lo apoyo mientras estudiaba hasta que cumplió 19 años.

A está edad su padre falleció de forma repentina. Entonces Yejezkiya no sólo se vio en la premura de ganar dinero para sostenerse a sí mismo y a su esposa, sino aparte, se volvió responsable de la manutención de su madre viuda y sus hermanos menores también. Intentó suerte en varios oficios: fue vendedor de textiles y de granos, pero en ninguno de los dos casos tuvo éxito. Los judíos israelitas de ese momento no tenían una economía sólida.

Después de año y medio estaba sin un centavo. El rabino sefardí de Jerualén, rab. Jaim Abulafia, descubrió que la familia de Medini tenían parientes en Constantinopla. Le recomendó al joven abandonar Jerusalén y dirigirse a esta ciudad. Yejezkiya hizo de esta forma y fue ayudado por sus parientes hasta que contrajo fiebre tifoidea y estuvo al borde de la muerte. Vivió en cuarentena un par de meses, deambulando entre la vida y la muerte.

Cuando se recuperó se convirtió en tutor privado de judíos ricos por los siguientes 13 años, hasta 1867. La gente hacía colas para poder estudiar con él. En 1867, un judío rico de Crimea llegó a Constantinopla y se encontró con rab. Medini. Quedó impresionado por su conocimiento y apariencia física y le comunicó que la comunidad de Crimea no había tenido rabino desde hace 40 años.

Le insistió que aunque los judíos del lugar sabían muy poco de judaísmo, querían mejorar él. Si iba a Crimea la comunidad proveería por su manutención y lo ayudarían a hacer una revolución espiritual en Crimea. El hombre presionó al rabino cada vez que visitaba Crimea hasta que este último accedió.

Llegó a una ciudad en Crimea llamada Karasubazar (hoy Bilohirsk) y se convirtió en el rabino del lugar, el único de toda Crimea. Se quedó en este lugar por 33 años y trajo una gran revolución espiritual a los judíos que vivían en estas zonas. Abrió escuelas y subió el nivel de estudio de la tradición. Tenía una energía irremplazable.

En 1887 Crimea fue invadida por el tzar antisemita que gobernaba Rusia, en poco tiempo avisó al rabino Medini que él y otros judíos tenían dos semanas para irse. Tras numerosas apelaciones los judíos pudieron posponer el decreto 12 años, sin embargo, en 1899 no tuvieron opción más que irse.

Para este momento rab. Medini era mundialmente famoso y era requerido en Constaninopla y otras ciudades del mundo sefardí, de los cuales se le ofreció el rabinato. No obstante, dijo que su último deseo era regresar a Jerusalén la ciudad de su nacimiento, no como rabino principal, sino como un rabino cualquiera, como bien dijo: “Sólo quiero pan para comer y ropa que cubra mi desnudez. No estoy interesado en honores, posición o riqueza.”

En distintas fuentes se nos describe la escena. La congregación entera de Crimea, cercana a 30,000 personas, se acercaron al muelle para verlo partir. Lloraron abiertamente. Vieron a su mentor su padre, su lazo con todo lo que era sagrado de su tradición irse un barco por el Mar Negro.

Crimea perdió un padre, pero Jerusalén recuperó un hijo perdido.

Fuente: The Jewish History Blog