Enlace Judío México.- En la última década el uso de drones para fines militares se ha expandido en todas las zonas de conflicto del mundo, especialmente debido a que representan una opción más barata y segura para realizar misiones antes delegadas en un piloto a bordo de un jet.

Estas aeronaves no tripuladas son capaces de realizar reconocimiento, recolectar información de inteligencia, coordinar con otros sistemas de armas e, incluso, disparar su propio arsenal sin poner en riesgo la vida de las tropas.

Infobae pudo hablar con el comandante Aharón Farán, de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), sobre el funcionamiento del Skylark I, un dron en miniatura extremadamente versátil que el año pasado se hizo conocido tras caer en manos del grupo terrorista Hizbalá en un confuso episodio.

El Skylark I, bloque 3, está desarrollado por la empresa de tecnología y seguridad israelí Elbit, conocida en Sudamérica por ofrecer productos en Brasil, Colombia y Uruguay, entre otros lugares.

Se trata de un dron de pequeñas dimensiones que puede ser llevado por un grupo reducido de soldados y desplegado en cualquier lugar simplemente arrojándolo con la mano.

Su primera versión lleva más de una década en operaciones, pero el bloque 3 mejora el alcance, el tiempo de vuelo, las comunicaciones y la capacidad de adaptarse a distintos requerimientos.

El Skylark (alondra, en inglés) puede mantenerse en el aire casi tres horas, tiene un alcance máximo de 10 kilómetros y está preparado para cambiar en vuelo sus diferentes dispositivos de observación en diferentes condiciones de luz y oscuridad, algo que antes sólo podía hacerse en tierra.

“La mayoría de las misiones consisten en reconocimiento y recolección de inteligencia”, indicó Farán. “Pero también puede utilizarse para apuntar otras armas como unidades de artillería y misiles”, agregó. Por el momento los Skylark I no portan armas propias.

El mayor Faran forma parte de la unidad de adiestramiento de los operadores del Skylark, que trabajan en grupos de cuatro soldados y un oficial. “Nuestros equipos son pequeños y avanzan en el campo de batalla junto a las unidades tácticas, y por esos debemos entrenar a nuestros operadores para poder combatir”, explicó.

Este entrenamiento dura un año en el que las maniobras de combate son tan importantes como la capacidad de transportar el peso del dron y sus diversos equipos de comunicación y operación.

Normalmente el equipo de cinco soldados debe cargar con tres Skylark (aunque sólo uno se hace volar al mismo tiempo) y sus accesorios, un total de 40 kilogramos de peso cada uno. Por esta razón los requisitos para ingresar a la unidad son altos tanto en destreza física como en capacidades cognitivas.

Un equipo de Skylark normalmente es adherido a una unidad táctica, usualmente de infantería mecanizada o de tanques, para expandir su visión del campo de batalla.

“Trabajamos con las divisiones acorazadas, y el equipo se transporta a sí mismo con un jeep. Pero deben poder realizar la misión caminando si es necesario”, recalcó Faran.

Además de las FDI, el Skylark es operado por Croacia, República Checa, Hungría, Macedonia, Holanda, Polonia, Eslovaquia y Suecia. Su principal atractivo radicada en la sencillez, la versatilidad y el bajo costo, lo que sin embargo ha generado problemas en su uso.

“Es muy accesible, y suele ser usado intensamente más allá de las recomendaciones de fábrica”, contó Faran. Se ha reportado en ocasiones la caída de los Skylark en vuelo provocada a causa de este desgaste.

En 2015 un Skylark cayó en la Franja de Gaza y fue capturado por las brigadas Al Qassam, parte del grupo terrorista Hamás, que desde entonces sostiene haberlo reparado y estar utilizándolo en sus propias misiones.

Mientras que en 2017 un dron cayó en el Líbano y otro Skylark se desplomó sobre Siria. En ambos casos la milicia Hizbalá capturó los artefactos, e incluso se atribuyó haber sido responsable del derribo del segundo, aunque Israel lo ha negado e indicó que se trató de un error humano sumado al desgaste.

“No lo derribaron, tuvo problemas técnicos y cayó. Era un Skylark más viejo que los otros”, explicó Faran.

Consultado sobre el peligro de que la tecnología del Skylark caiga en manos de fuerzas enemigas, el comandante aseguró que el dron no almacena la información obtenida ya que todo lo que “ve” lo transmite a sus operadores, que entonces lo capturan.

Además, en caso de un derribo o de una accidente los códigos encriptados que utiliza el sistema se borran automáticamente.

El Medio Oriente se ha convertido en las últimas décadas en un enorme campo de batalla para drones, desde los más sofisticados y capaces hasta modelos caseros que son poco más que el sueño de un fanático violento del aeromodelismo.

Estados Unidos pareció marcar el terreno con su Predator lanzado en 1995, uno de los primeros dotados con misiles Hellfire y cuya operación se convirtió en un símbolo de la Guerra de Irak, entre 2003 y 2011, y de los ataques contra la cúpula de Al Qaeda y el Estado Islámico (ISIS) tiempo después.

Pero otras potencias regionales como Israel, con la familia Skylark o los más grandes Heron, e Irán, con sus Ghods Mohajer, tienen también una larga historia en el uso de estas aeronaves no tripuladas.

Con la guerra civil siria y el surgimiento de diferentes milicias, entre ellas el ISIS, proliferó también la fabricación de drones caseros armados con bombas rudimentarias, un desarrollo que se ha dado de la mano del crecimiento del mercado civil de los drones en los últimos años.

Al respecto, un “enjambre” de 13 de estos aparatos improvisados atacaron a principios de enero la base naval que Rusia posee en el puerto de Tortosa, Siria, sin provocar daños pero mostrando que los drones en miniatura parece ser una herramienta militar en ascenso en esta clase de conflictos.

Fuente: Infobae