Enlace Judío México.- Cuando, en el año 1196, fue arrasado Puente Castro, entonces un pueblo muy cercano y hoy ya barrio de la actual ciudad, su Aljama se trasladó a León, en un entorno delimitado por las actuales Plaza Mayor, Plaza de Santa Ana y Plaza del Grano, denominada actualmente también -esta última- Plaza de Santa María del Camino, en honor a la Patrona del viejo Reino de León.

LUIS MADRIGAL

Muchos nombres, que aún se conservan en su literalidad, recuerdan su pasado comercial, asociado a la presencia sefardí: Calle de Zapaterías, Calle de Platerías, Calle de la Azabachería… Sin embargo se perdieron los de Cal de la Sinagoga, Cal de Moros, Cal Silvana, para ser substituidos por Misericordia, Santa Cruz, Puerta del Sol… La sinagoga mayor de León, se situaba en la actual calle de Misericordia y han aparecido restos de construcciones medievales en la antigua aljama, bodegas de patios, muy en particular el de Jabalquinto, en la Calle Juan de Arfe, el orfebre leonés (León, 1535- Madrid, 3 de abril de 1603), autor de la custodia de asiento de la Catedral de Sevilla, o pasajes como el Portillo de los Judíos, tras las fachadas que ocultan su origen medieval.

Deseo expresamente abrir un paréntesis para referirme a los Arce, toda una familia de orfebres leoneses que dejó su huella en toda España y que tuvo su asiento solariego en el marco de lo que hasta 1492 fue la Judería leonesa.

Enrique de Arfe (1475-1545), es el patriarca de la dinastía, al que también se llama “Enrique de Colonia”, por su probable origen germánico, dado que había nacido en una ciudad renana llamada Harff. Al llegar a España, Enrique, se afincó en León, donde muy probablemente nació su hijo Antonio y, con toda seguridad, su nieto, el ya citado Juan de Arfe. Esta familia de orfebres leoneses, los Arfe, posible castellanización de “Harff”, trabajó en casi toda España, con gran reputación de todos sus miembros. Al establecerse en León, en 1506, Enrique dio comienzo a su carrera española. Aunque comenzó sus trabajos en el gótico, en el que destaca la autoría de la custodia de la Catedral de León, no tardó en recoger el espíritu y la técnica renacentista que empezó a plasmar con enorme brillantez en su obra más conocida, la incomparable custodia de la Catedral de Toledo. Su nieto, Juan de Arfe, nacido en León en 1535, como ya se ha dicho, es el autor de la custodia de la Catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. Del padre de este último, Antonio de Arfe, no se conoce nada antes de 1539, año en que le encargaron la custodia para la Catedral de Santiago de Compostela, ya concebida a la manera plateresca de superposición de templetes y con columnas de candelabro. El mismo año, se comenzaba en Zaragoza una muy semejante, de Forment y Lamaison, y similar será la custodia de Medina de Rioseco. Dentro del mismo tono cabe el resto de la producción de Antonio, que tras viajes, se estableció primero en Valladolid y finalmente en Madrid. Dejó una obra menos importante que su padre y que la que dejó posteriormente su hijo, Juan de Arfe. El abuelo Enrique, realizó también trabajos de orfebrería eucarística y litúrgica por encargo de otras catedrales españolas (Custodias de las Catedrales de Córdoba y de Cádiz, y otros trabajos en Sahagún, donde está enterrado el Rey Alfonso VI, el reconquistador de Toledo), y para piezas asociadas a los pasos procesionales de Semana Santa, como cruces, cofres y relicarios. También cuenta en su haber un esbozo para la custodia de la Catedral de Salamanca, que finalmente no le fue encargada.

También los hebreos habían ejercido en León las actividades de platería, aparte otras más variadas, al amparo del Fuero de León, otorgado a la ciudad por Alfonso V en el año 1017, que concedía derechos muy semejantes a judíos y cristianos, lo que a menudo se olvida, recordando sólo a los recaudadores de impuestos y prestamistas, sin reparar en que los oficios que dieron nombre en León a las calles ya citadas, estaban realizados no sólo por cristianos, sino también por muchos judíos leoneses.

Por otra parte, en este contexto aparece la figura más relevante de la cultura y el pensamiento judío leonés: El Rabino Moisés de León, nacido hacia 1240, posible autor del Libro del Zohar (Libro del Esplendor), que se considera la principal obra cabalística.

Avanzada la Edad Media, también en León cambian las dinastías, se suceden las crisis económicas, las hambrunas y las epidemias que asolan las ciudades, y el trato tolerante hacia los judíos da paso al recelo de la población. Este cambio de actitud hace que, a partir del siglo XIV, se limiten los derechos del pueblo hebreo, permitiendo a los cristianos atacar impunemente a los judíos: Los Quiñones y los Lorenzana en 1449 entraron en la judería saqueándola e hiriendo a sus habitantes. Todo contribuyó a que la población judía de León fuese decreciendo.

Lamentablemente, en 1492 los Reyes Católicos firman el Edicto de Granada, que, aunque su propio texto no lo diga expresamente, equivale a un verdadero decreto de expulsión de los judíos, poniendo fin a siglos de convivencia. Muchos, o algunos, decidieron aceptar el bautismo, pero durante mucho tiempo se vieron amenazados por la sospecha de judaizantes. Los casi 160,000 sefarditas que salieron de España en 1492, entre ellos los judíos leoneses, se repartieron por el Norte de África, Portugal, Turquía, Italia y Rumanía, donde hasta hoy en día mantienen el recuerdo de Sefarad. Así ha sido también en lo que concierne a León, donde ha regresado la escritora israelí Margalit Matiatiahu, de ascendencia leonesa.

Inicialmente la aljama se situaba en el actual barrio de Puente Castro, llamado Castrum Iudeorum, cuyos primeros elementos hebreos de remontan al siglo X, pero cuyo cénit se sitúa en los siglos XI y XII. Se conservan sus restos en proceso de excavación en el Cerro de la Mota, financiada por el Excmo. Ayuntamiento de León. De su cementerio proceden varias lápidas funerarias repartidas entre el Museo de León, la Sinagoga del Tránsito (Toledo) y el Museo de la Catedral de León.

Muy recientemente, en el año 1997, la Ciudad de León, por acuerdo de su Ayuntamiento, ha erigido el Monolito cuya imagen seguidamente se inserta, en recuerdo de los judíos leoneses que la habitaron, como muestra de reparación y respeto a la cultura, lengua y religión de sus conciudadanos sefardíes.

En este monolito, figuran las fechas de destrucción física de la aljama (1197) y de la construcción del monumento (1997), con la inscripción: “Puente Castro al Pueblo Hebreo”
y los versos de Margalit Matiatiahu:

“Estonses, nuestros nombres
se van a grabar en los caminos del secreto
y van a abrir las puertas de unión”