Enlace Judío México.- El coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en el Medio Oriente, Nikolai Mladenov advirtió al final de febrero pasado que diferentes grupos radicales, entre ellos la Yihad Islámica, podrían tomar el control de la Franja de Gaza, en la que gobierna Hamás desde el 2016 cuando ganó las elecciones palestinas. Mladenov menciona que de hecho varias organizaciones terroristas externas están activas en la Franja, incluyendo a la salafistas que operan agresivamente en la misma.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Hamás ha estado en conflicto con los palestinos de Fatah liderado por el Presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas; incluso en el verano del 2017 en un “sangriento episodio” Fatah fue expulsado en la Franja de Gaza.

Desde el 2014 Hamás y Fatah han realizado varios acuerdos de reconciliación política; en el último de octubre del 2017 Hamás aceptó entregar el control administrativo de la Franja de Gaza; no obstante, este proceso está congelado por las medidas punitivas aplicadas por Abbas a la Franja, recortes de electricidad y agua, no pago de los salarios de los funcionarios públicos, entre otras, tienen paralizada la vida de los gazatíes, quienes ya enfrentaban una compleja situación derivada de la guerra entre Hamás y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en el verano del 2014.

En este contexto, las minorías musulmanas integristas salafistas que viven en la Franja de Gaza, vinculadas con el movimiento terrorista de Al Qaeda tienen como objetivo final crear un califato islámico en Gaza que incluye la lucha contra Israel; en esta perspectiva Hamás se convierte en un rival de los salafistas porque lo consideran un impedimento para atacar directamente a Israel.

La minoría salafista de la Franja de Gaza se inspira en una tradición radical del Islam que se remonta a la corriente salafiya que literalmente significa “movimiento de los antepasados”; que fue fundada por el egipcio Rashid Ridi en el siglo XIX. Esta organización se caracteriza por una estricta ideología religiosa “que incluye un rechazo apocalíptico de todo lo que esté relacionado con las sociedades occidentales”. Su objetivo es restaurar “el verdadero Islam” para volver a las fuentes, el Corán y la Sunna (colección de enseñanzas) del Profeta.

Los salafistas consideran a Hamás demasiado “blando” en la aplicación de la Sharia (la ley del Islam) y le acusan de alejarse de su ideal del califato y de ser sumisos a los equilibrios políticos y militares de la zona. El movimiento salafista empezó a difundirse en la Franja de Gaza en el 2004, ha logrado atraer a militantes decepcionados de Hamás. Los salafistas de la Franja constituyen un grupúsculo de 100 hombres armados y un millar de simpatizantes, entre sus activistas se incluyen islamistas llegados del exterior, sobre todo sirios y del norte de África. Cabe mencionar que Hamás cuenta con una fuerza militar de 25,000 efectivos.

En el marco de la expansión de los movimientos terroristas en el Medio Oriente cobran fuerza las organizaciones radicales de la Península del Sinaí, políticamente perteneciente a Egipto que la ha utilizado como una zona estratégica de amortiguamiento en sus fronteras. La Península del Sinaí, con una superficie de 58,842 km2, limita al norte con la costa del Mediterráneo, al sur con el Mar Rojo, al oeste con el Istmo de Suez, al este con el desierto del Néguev de Israel y el Golfo de Aqaba y al norte con la Franja de Gaza.

Administrativamente la península se divide en cinco zonas, las gobernaciones de Suez, Puerto Said, Ismailía, Sinaí del Norte y Sinaí del Sur; en Sinaí del Norte viven 320 mil personas y el Sinaí del Sur 65 mil. Puerto Said tiene más de medio millón de habitantes. Existen otros núcleos de población, entre los más importantes la capital, El Arish, situada en la costa mediterránea, Taba al Sur, cerca de Elilat y por tanto junto a la frontera con Israel y Sharm el Sheij, un importante centro turístico.

La Península de Sinaí fue ocupada por Israel entre los años 1967 y 1982 tras la Guerra de los Seis Días hasta tres años después de la firma de los Acuerdos de Camp David que fueron firmados por el Presidente egipcio Anwar el Sadat y el primer ministro de Israel Menachem Bejín con la mediación del presidente de EUA Jim Carter, mediante los cuales Egipto e Israel firmaron la paz en los conflictos territoriales entre ambos países.

En lo que constituye propiamente la Península de Sinaí viven alrededor de 600 mil personas, un tercio de ellos son beduinos (habitantes del desierto). El pueblo beduino es percibido negativamente por la mayoría de los egipcios en virtud de su fidelidad a sus clanes, más que a una identidad nacional.

Los beduinos tienen una visión positiva de Israel por el buen trato que recibieron de este país durante la ocupación. Los israelíes desarrollaron centros turísticos en Sharm el Sheikh, Taba, Nuweiba y Dahab, incluyendo en estos proyectos a la mano de obra beduina que mejoró sus percepciones significativamente. Después de la devolución de los terrenos turísticos de la Península, estos fueron asignados a empresas egipcias y foráneas apartando a los beduinos de sus trabajos, lo que los empujó a que migraran al interior del Sinaí en busca de ingresos alternativos.

En general, el gobierno de Egipto ha marginado a los beduinos, muchos de ellos no están registrados como ciudadanos lo que impide que puedan tener acceso a la educación pública y a otros servicios. Por lo demás, están inhabilitados para servir al Ejército y a otros cuerpos de seguridad; hasta el 2007 no tenían derecho a votar. La discriminación de la que han sido objeto los beduinos los ha obligado a buscar otras fuentes de empleo para sobrevivir: contrabando y la construcción de redes de túneles.

El negocio de contrabando entre la Franja de Gaza y la Península de Sinaí ha ayudado a fortalecer la relación entre los beduinos y los palestinos que viven en la Península, alrededor de 70 mil y los palestinos de la Franja de Gaza fomentando el terrorismo entre los beduinos. Tras la toma de la Franja de Gaza por Hamas el terrorismo cobró ímpetu en la Península. El gobierno de Egipto ha reaccionado de manera severa deteniendo arbitrariamente a miles de beduinos. El radicalismo islámico se ha consolidado en Egipto, ha tejido redes de amistad con los Hermanos Musulmanes. La Península de Sinaí se convirtió en un refugio para los terroristas.

Con la denominada Revolución de la Primavera Árabe del 2011 que rápidamente se propagó en varios países; en la Península del Sinaí se creó un vacío de poder, apareciendo varios grupos radicales que han pretendido controlarla e imponer su autoridad. En este sentido, “Al Qaeda en el Sinaí” declaró su intención de formar un Estado Islámico en la Península.

Mohamed Morsi de la Hermandad Musulmana al ser elegido democráticamente presidente de Egipto en el 2012 se comprometió a responder a los problemas socioeconómicos de los beduinos; empero, no cumplió su promesa al ser derrotado por los militares en el 2013.
Desde la caída de Morsi los diferentes grupos terroristas de Egipto han matado a más de mil agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Egipto e Israel firmaron un Tratado para propiciar un espacio común para que el terrorismo no prospere. Sin embargo, con la ayuda directa de armas y financiamiento por parte de Irán difícilmente se podrá detener al radicalismo del Islam.

Abdel Fattah en el 2014 ganó las elecciones presidenciales en Egipto; para las elecciones de marzo próximo se presentará como candidato único para la presidencia y continuará su férrea dictadura militar.

 

 

 

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