Enlace Judío México.- El domingo 25 de febrero tuve la oportunidad de participar en el encuentro Caminos de Paz 2018, Encuentro Religiones y Culturas en Diálogo, organizado por la Comunidad de Sant’Egidio en CDMX.

MARCELO RITTNER

Un encuentro con diversas mesas redondas, con tres temas centrales. La no violencia, una pregunta para las religiones. Migrantes: salvar acoger, integrar. Y la tercera, defender a los niños, construir la paz.

Para quienes me conocen, saben que la posibilidad de participar en estos encuentros es un asunto que me atrae por permitir conocer nuevas personas, nuevas ideas y especialmente participar en el compromiso de Tikun Olam, de sanar y mejorar la sociedad en la que vivimos.

Mi participación directa estuvo en la segunda mesa, acerca de los migrantes, su dramática situación en nuestro país y nuestro compromiso. Naturalmente lo hice desde la perspectiva judía.

Sin embargo, lo que me lleva a escribir y compartir este comentario, con mis amigos y amigas es la conmovedora experiencia que me tocó compartir.

Para nosotros este es un tema muy delicado. Fuimos extranjeros en Egipto, y la Torá nos ordena recordar esta experiencia como si nosotros mismos lo hubiéramos vivido. Y se nos instruye acerca de la forma en cómo debemos tratar al migrante, como persona.

Compartí la mesa con la hermana María Arlina Barral, misionera, especialista en atención a migrantes y directora de la Pastoral de Migrantes de la Arquidiócesis Primada de México.

También con Doña Norma Romero Vázquez, activista mexicana, fundadora y coordinadora del grupo de mujeres Las Patronas, quienes cuentan con un albergue y un comedor para migrantes. Su trayectoria les ha merecido varios reconocimientos como el Premio Nacional de Derechos Humanos. Para muchos, es la que coordina el trabajo de las mujeres en esas imágenes que hemos visto al alimentar a los migrantes que viajan en La Bestia. Escucharla me hizo sentirme más cerca de Dios y de su mensaje de responsabilidad con el prójimo y con la justicia y los derechos humanos.

Y finalmente Fray Tomás Gonzales castillo, franciscano que ofrece ayuda a migrantes que llegan a Tenosique en el hogar- refugio Los 72, recibiendo hasta 100 personas por día.

También en este caso, el mensaje y los relatos fueron como un despertador para los que allí estuvimos presentes.

¿Cómo podría transmitirles la emoción, el enojo, al descubrir la lamentable situación de la permanente violación de derechos humanos a que son sometidos, niños, mujeres y hombres que pretenden mejorar sus opciones de vida? Les diré que conocí una parte de mi país que nunca, repito, nunca imaginé tan dramática, y que llena de indignación a cualquier ser humano. Me comprometí con Doña Norma y Fray Tomás a trabajar juntos. E invito a aquellos que quisieran sumarse a crear un grupo de apoyo. Necesitan todo. Especialmente sentir que no están solos enfrentando la violencia a la dignidad humana, generada por las propias autoridades del INM.

En un pasaje mencioné a nuestros maestros, Abraham Joshua Heschel, Eli Wiesel y Víctor Frankl. Ellos, desde nuestras raíces, nos muestran el camino. Nos enseñan que lo opuesto al amor, no es el odio, es la indiferencia. Que debemos tomar partido, porque la neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al que atormenta, nunca al atormentado. Que el foco central es que debemos estar donde otro ser humano sufre o es motivo de injusticia. Debemos hacerlo porque “fuimos extranjeros en la tierra de Egipto”.

Dios sólo es Dios, cuando los seres humanos somos humanos.

Y este drama no debe sernos ajeno. Es nuestra obligación, como mexicanos, como judíos, católicos o musulmanes, como seres humanos.

Un abrazo fraternal y mi cariño. ¡Shalom!