Enlace Judío México – El presidente Reuven Rivlin encabezó este jueves la “Marcha de la Vida” desde las puertas de Auschwitz a Auschwitz-Birkenau, marcando el Día del Holocausto en Israel, acompañado por los líderes de los servicios de seguridad de Israel: el Jefe de Gabinete de las FDI, Gadi Eizenkot, el Jefe de Policía de Israel, Roni Elsheikh, el Jefe de la Agencia de Seguridad Israelí, Nadav Argaman, y el Director del Mossad, Yossi Cohen.

“Puedo cerrar los ojos y todavía escuchar el llanto de las madres cuando sus hijos fueron arrancados de sus brazos. Veo el horror de los padres cuando sus seres queridos fueron quemados ante sus ojos. El maldito proceso de ‘selección’ para la vida, o para la muerte. Los ladridos de los perros. Las órdenes de los guardias que helaban la sangre: ‘Schnell, schnell’, ¡Rápido, rápido! Mataron a los judíos rápido, rápido. ‘Una persona fue sacada del tren por la mañana’, escribió Raoul Hilberg, ‘y en la noche su cuerpo fue cremado y su ropa empacada, lista para ser enviada a Alemania’.

Desde el momento en que se estableció esta línea ferroviaria en la que nos encontramos, desde la primavera de 1944, la estación de tren de Auschwitz se convirtió en la estación ferroviaria más concurrida de toda Europa. El proceso de exterminio se hizo cada vez más corto, de un día entero a cuatro horas. Cuatro horas, y vidas enteras se esfumaban. Amores, temores, creencias, esperanzas, dolor, memoria: para la Alemania nazi, eran meramente números, sin ninguna identidad o nombre. La eficiencia alemana se explotaba al máximo. En Auschwitz solo, un millón, cien mil seres humanos fueron torturados, masacrados, asesinados, cremados y borrados de la faz de la tierra. Un millón de ellos eran judíos.

“Estamos aquí y sabemos que desde este lugar no podemos esperar justicia. En este lugar, donde las cenizas de nuestros hermanos y hermanas fueron tragadas por el suelo, no crecerá la justicia. No esperamos justicia en una Europa que busca, demasiado rápido, olvidar, erradicar la memoria, negar, destruir evidencia. Pero, nuestra memoria, la memoria del pueblo judío, es la antítesis de la prisa de los nazis.

Somos una nación que recuerda, nuestra memoria es paciente. Todo lo que nos hizo Amalec está grabado en nuestra memoria, el recuerdo de una nación antigua. También quedaron grabados en nuestra memoria aquellos que ayudaron a Amalec. Aquellos que vieron las chimeneas humeantes, los que escucharon los gritos, pero nunca levantaron un dedo. Están grabados en nuestra memoria aquellos que asesinaron y luego heredaron. Están grabados en nuestra memoria aquellos que, después del final de la guerra, pensaron que la sangre judía era barata, que estaba abandonada, y por eso asesinaron a los judíos cuando regresaron a sus hogares. Está el Holocausto, hay quienes quieren negar el Holocausto y aquellos que quieren olvidar el Holocausto. La diferencia entre ellos es la verdad. Y nosotros, que recordamos, nosotros que estamos aquí, sabemos, que la verdad crecerá de la tierra”.

El presidente se dirigió en este momento hacia el presidente Andrzej Duda de Polonia, y dijo:

“Su excelencia, presidente de Polonia, la nación polaca apenas sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1939, Polonia se había convertido en el mayor campo de muerte, asesinato y destrucción en Europa. Era un área bajo ocupación nazi, y los polacos eran un pueblo oprimido que vivía con miedo.

Hubo también una resistencia clandestina polaca y un gobierno polaco en el exilio. La gente de Polonia produjo miles de ‘Justos entre las Naciones’. Hombres y mujeres que arriesgaron sus propias vidas y las de sus seres queridos por el bien de otros. Y ellos también son recordados, y recordaremos y honraremos a cada uno de esos hombres y mujeres para siempre.

Sin embargo, es imposible negar la verdad. La maquinaria de la muerte nazi no habría podido lograr su terrible visión si no hubiera recibido ayuda, si no hubiera encontrado un terreno fértil de odio para los judíos, en el cual tomar raíz. Es verdad, fue Alemania quien estableció los campos, pero nuestro pueblo no fue asesinado sólo en los campos. Los miembros de nuestra nación fueron traicionados por las personas entre las que vivían, en Francia, en Holanda y en Bélgica. Fueron asesinados por ucranianos, lituanos y sí, también por polacos.

Demasiados ciudadanos, en Europa del Este y en Europa Occidental, robaron propiedades judías, tomaron el control de hogares judíos, entregaron a sus vecinos judíos, los asesinaron y dieron la espalda a aquellos que, un momento antes, habían sido parte de ellos. Y cuando los sobrevivientes del Holocausto regresaron después de la guerra, a veces se encontraron con hostilidad, violencia, pogromos y asesinatos.

Los polacos fueron asesinados y masacrados en la cruel guerra; nosotros, los judíos, fuimos masacrados en el Holocausto. Un Holocausto que incluyó no solo campos de concentración, sino también minas, guetos, trabajos forzados y pogromos. Un Holocausto que incluyó la masacre, el asesinato y la muerte por tortura, de un millón y medio de bebés y niños, cuyo único pecado fue que nacieron judíos.

Es el derecho de todas las naciones reescribir secciones de su propia narrativa. Se permite que todas las naciones, como todas las naciones, se reconstruyan a sí mismas a partir de sus ruinas. No quiero interferir en la historia de Polonia. Polonia sabe cómo hacer su propia búsqueda dentro de su alma. Sin embargo, si el pueblo polaco siente que su imagen ha sido distorsionada por los acontecimientos del Holocausto, es más importante que cooperemos, que invirtamos en educación, que juntos establezcamos institutos de investigación, que juntos trabajemos en la conmemoración y el recuerdo, que juntos, nosotros, polacos y judíos, estudiemos lo que sucedió, que nos aseguremos de que nunca vuelva a suceder.

Hans Frank, el Gobernador alemán del Generalgouvernement, dijo en los Juicios de Nurenberg: ‘Pueden pasar mil años, pero la culpabilidad de Alemania no será borrada’. Mil años. Alemania no compró el perdón de los judíos, así como ninguna nación puede legislar su olvido. Porque ninguna legislación puede cubrir la sangre. Ningún interés propio puede cubrir el antisemitismo, el racismo y el odio al otro. No en Austria, no en Francia, no en Holanda, no en Bélgica, y sobre todo, no en Alemania. Pero aquellos que están dispuestos a mirar con valentía su pasado, aquellos que están dispuestos a lidiar con valentía contra el antisemitismo y el racismo, que siguen levantando la cabeza, incluso hoy, encontrarán en nosotros aliados determinados y verdaderos socios para allanar el camino que conduce de la memoria al futuro.

Damas y caballeros, queridos amigos, siempre recordaremos, de generación en generación, la increíble bondad de los miles de hombres y mujeres que arriesgaron sus propias vidas para salvar a otros. Siempre recordaremos el horrible mal humano de los nazis y sus colaboradores de todas las naciones. Siempre recordaremos a los miembros de nuestra nación, a cada hombre, a cada mujer, por sus nombres, en sus vidas y no sólo en sus muertes. Recordaremos sus narrativas, sus costumbres, sus vidas cotidianas. Lo que les gustaba leer, lo que estudiaban, lo que soñaban con ser y hacer.

Seis millones de judíos fueron asesinados en el Holocausto, pero para nosotros, nunca serán un número. Año tras año, descubrimos más detalles sobre ellos, y nuestro único objetivo es saber , no sólo que ‘A cada persona le pertenece un nombre’, sino ¿Cómo se llamaba? ¿Quiénes eran? ¿Cómo vivían? ¿Cómo murieron? Llevará tiempo, pero lo sabremos. Continuaremos explorando las profundidades de la memoria, en Alemania, en Austria, en Ucrania, en Polonia, en Hungría, en Grecia, en todos y cada uno de los lugares. Los archivos, los testimonios y los silencios, todos y cada uno de ellos serán finalmente revelados. Aquí están hoy con nosotros, sobrevivientes, cuyos cuerpos y las almas dan testimonio de esos horrores hasta el día de hoy. Nos entregarán la antorcha de la memoria, y la llevaremos de generación en generación.

Estoy aquí hoy como presidente del Estado de Israel, el Estado del Pueblo Judío, en el Día de la Memoria de los Mártires del Holocausto y los Héroes. A setenta y cinco años desde el Levantamiento del gueto de Varsovia; a setenta años desde el establecimiento del Estado de Israel; y en el trigésimo aniversario de la ‘Marcha de la Vida’.

Hace treinta años se celebró la primera ‘Marcha de la Vida’, y cada año desde entonces, en estrecha cooperación con el gobierno polaco y el Museo y Memorial Auschwitz-Birkenau, más de un cuarto de millón de judíos y no judíos han marchado aquí. Y hoy, marchamos con ellos. Sobrevivientes del Holocausto, personas que escaparon del Holocausto, testigos vivientes, todos marcharon con nosotros. Y con ellos marcharon líderes de las fuerzas de seguridad de Israel, comandantes del ejército israelí, de la Agencia de Seguridad de Israel, del Mossad, la Policía de Israel, con jóvenes de todo el mundo. No marchamos de Auschwitz a Birkenau. No marchamos de Auschwitz 1 a Auschwitz 2. Marchamos de la muerte a la vida. Marchamos del Holocausto al Renacimiento: marchamos de Auschwitz a Jerusalén. Cada paso en esta marcha fue un paso en la historia del Pueblo Judío. Una nación antigua y sobreviviente, que ha sido bendecida con enormes poderes de creatividad, tanto de carácter espiritual como fortalezas prácticas. Una nación que tuvo el privilegio de regresar a su tierra natal, después de dos mil años de exilio, y reconstruir allí su hogar nacional como un pueblo libre en la familia de las naciones. La nación que nació por mandato de Dios a Abraham para que “se fuera” y que continúa avanzando, para caminar en la ‘Marcha de la Vida’, continúa afirmando: ‘Aquí estoy, estoy aún vivo, Am Israel Jai! ¡El Pueblo de Israel vive!”.

Fuente: The Jerusalem Post / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico

May Samra, directora de Enlace Judío, invitada por Marcha de la Vida y KKL,  reportó en vivo desde Polonia a través de www.facebook.com/enlacejudio. Gracias a Avi Dickstein y Nathan Shteremberg por sus atenciones. Síguenos en Facebook para  saber más de los eventos subsecuentes de Yom Hazikaron y Yom Haatzmaut en Israel.